Quedamos en una cafetería del centro de Madrid. Viene el autor feliz de la Feria del Libro del Bogotá, un encuentro cultural que en España no es tan conocido, pero que supera en muchos aspectos a la de nuestra capital. “Es algo espectacular, con mucha más gente. Se podría comparar con Fitur, nuestra feria de turismo. No solo es la gente que acude, sino la que compra libros, mucho más que aquí. Y también hay más mesas de debate o ‘conversatorios’, como los llaman allí, Lo tienen muy bien organizado porque un día traen a los colegios, otro a los militares, otro a las asociaciones culturales…” Es la tercera vez que Marín acude a Bogotá, una de ellas con segunda fecha en Cartagena, cada vez con un libro distinto.
Ahora está centrado en promocionar Versos para Van Gogh (Pigmalión), poemario premiado con el International Latino Book Award de 2021. Dedica un poema distinto a cada uno de sus cuadros preferidos, acompañado por una explicación de intenciones del propio Van Gogh (sacadas de sus cartas) y además un código QR para que el lector pueda disfrutar del cuadro durante la lectura. “Este es un libro muy singular. Siempre he sido un enamorado de la pintura de Van Gogh, he visitado los principales centros donde se exponen sus obras, tanto en Ámsterdam como en Oterlo, que es donde está su fundación. Aprovechando el 130 aniversario de su muerte, decidí escoger sus sesenta mejores cuadros y hacerles un homenaje. Hay verso blanco, verso libre, soneto, haikus…siempre me han atraído los formatos clásicos, que son más elaborados, no la poesía de andar por casa”, explica a Vozpópuli. Aunque parece que el libro incluye reproducciones de los cuadros de Van Gogh, en realidad son interpretaciones creadas por el propio Marín Aranda.
No hablamos un poeta de trayectoria convencional: procede del mundo de la banca y las finanzas, el último puesto que tuvo fue subdirector de Banesto, donde ejercía de jefe de personal. Decidió retirarse con calma tras la intervención y dedicarse a la consultoría, las charlas sobre gestión de personal y las clases en la universidad. “Pero mi vocación siempre fue pintar y escribir. Me dediqué al aprendizaje de novela, relato corto y otras disciplinas. Tuve la suerte de encontrar a un profesor como Jesús Urceloy, que es un sabio de la literatura. Me enseñó un montón e incluso lo contraté como profesor particular. Fue él quien me animó a publicar, en un libro colectivo”, recuerda. Marín Aranda lleva ya diez libros publicados, alguno en Francia y en Colombia.
Marín Aranda: clásico y moderno
Agradece su educación en los salesianos, donde la literatura ocupaba un lugar central. “Ya te digo que aprecio mucho los clásicos: Machado, Altolaguirre y el 98, por ejemplo. Pero también todo el esquema clásico desde Homero”, subraya. “El formato que más he trabajado es el soneto. Sobre lo que más escribo es sobre el amor, la mujer y la naturaleza. La primera parte de mi libro Aroma de otoño es una historia de amor contada en verso. Siempre he sido muy romántico, muy soñador. Para mí la poesía es una forma de enfocar la vida, que se puede aplicar a todo, desde una reunión de amigos hasta un paseo por el campo”.
Se habla mucho de la importancia de la cultura, pero se no se aplica en la práctica”, lamenta
Luis Alberto de Cuenca prologó su segundo libro, El patio amarillo. “Allí decía que lo tradicional y lo moderno no tienen por qué estar reñidos. Se pueden contar cosas actuales con formas clásicas. Hoy te metes en Internet y encuentras textos que se venden como poesía y no lo son, al menos en mi opinión y en la de muchos. Prefiero las propuestas más trabajadas. Tengo página web, pero un poco desactualizada porque llevo tres meses de aquí para allá. En los años en que me estaba formando había compañeros que leían en clase un poema que acaban de escribir en el autobús. Eso a mí no me parece serio, ni participo mucho de esa manera de ser”, confiesa.
Aprovechamos su amplia trayectoria para pedir una valoración sobre el momento actual de la cultura. “Hoy se hacen muchas cosas, pero también se confunden conceptos. No podemos olvidar la historia de la literatura. El enfoque de la ley actual de comenzar el temario en el siglo XVIII no me convence. Se habla mucho de la importancia de la cultura, pero se no se aplica en la práctica”, lamenta. “Me parece triste que hoy en los colegios no se hable para nada de Fray Luis de León, ni se habla de Altolaguirre y le preguntas a un chaval quién eran Charles Baudelaire o Rabindranath Tagore y no tienen ni idea”, concluye.