El cantautor más insufrible vuelve a estar de actualidad. Se llama Mark Kozelek y nació en Ohio en 1967. De hecho, está de burbujeante actualidad, ya que en 2020 presenta dos discos, dos tomos de correspondencia con otros artistas, un álbum de recitados y un disco en directo de Sun Kil Moon, que regala con la mayoría de pedidos de su web. ¿Por qué son relevantes los lanzamientos de un artista que sonará a muy pocos oyentes españoles? Primero, por una notable carrera artística que arrancó en los años noventa y por un carácter del demonio que se traduce en un puñado de anécdotas atroces ligadas a su quehacer profesional. Su divismo artístico no tiene nada que envidiar a Kanye West.
Kozelek pasará a la historia por sus majestuosas canciones acústicas, donde el placer de estar vivo y el agobio existencial se entremezclan muchas veces hasta hacerse indistinguibles. Tocó el cielo muy pronto, con un arrollador disco doble homónimo de su proyecto Red House Painters, que enganchó como el crac a millones de fans de la canción de autor en 1994. Desde entonces, su maestría se ha ido depurando con canciones tan intensas como detallistas. “Estos 24 años respiran en mi cara/ como una puta enloquecida”, escribió para transmitir las sensaciones agónicas de su juventud. “Tus pequeños regalos de adoración/ en los que te gastas el dinero y con los que me desbordas/ no significan gran cosa/ el tipo de atención que necesito es mucho más seria/ una clase de peso que no puedes levantar/ para ser, para ser mi amante”, reprocha a un chica es su clásico “Mistress”. Su ego masculino llega al punto de escribir una balada sobre la 'groupie' rusa que pasó toda la noche llamando a hoteles de Moscú para encontrarle sin ningún éxito, pero que considera aquellas horas de incertidumbre como la cima de su vida.
¿Por qué se le cuelga la etiqueta de “insufrible”? Su batalla más feroz se libró en 2015, contra la periodista británica Laura Snapes, colaboradora de la revista musical Uncut y el diario The Guardian. Kozelek aprovechó su concierto del primero de junio en la sala Barbican (Londres) para insultarla desde el escenario, canturreando frases como “Laura Snapes quiere follar conmigo/ ponte a la cola, zorra/ Laura Snapes quiere que le haga unos bebés”. Parte del público recibió la ocurrencia con aplausos y vítores. El pecado de la periodista había sido pedirle una entrevista en persona, además de enviar preguntas a algunos de sus músicos para escribir un perfil. Un encanto de tipo.
Kozelek escribió una pieza titulada "War on Drugs, comedme la polla", dedicada a un grupo de rock que le disgustaba y llamó "puta" desde el escenario a la periodista Laura Snapes
Tras unos momentos de tensión, Kozelek añadió de manera condescendiente que que Snapes era “mona”, “dulce” y “buena chica”, además de que “ha escrito algunas cosas bonitas sobre mí”. También dijo que prefería dejar aquí los comentarios ya que no quería volver a ser noticia, después de escribir una canción titulada “War On Drugs: comedme la polla”, donde explicaba su irritación porque el sonido del grupo había interferido con el de su escenario en un festival folk de Ottawa. Mark incluso les retó a que le permitieran tocar la canción en el próximo concierto de War On Drugs en la sala Fillmore de San Francisco, la ciudad donde él reside, pero el grupo declinó el desafío. En un gesto de extrema elegancia, en una entrevista posterior, el líder de War On Drugs se declaró fan de Sun Kil Moon, uno de los grupos de Kozelek.
https://youtube.com/watch?v=VjDwit8ryEA
Drogas y muertes familiares
Snapes escribió un artículo titulado “Entrevisté a Mark Kozelek y me llamo ‘puta’ desde el escenario”. Además de narrar con detalle su experiencia, así como algún otro episodio de misoginia, intentó comprender los orígenes de un carácter tan áspero y endiosado. “Hablamos de un músico que tuvo que rehabilitarse de su abuso de drogas a los catorce años; varios de sus compañeros de escuela fallecieron en accidentes absurdos; ya de adulto, su prima y su tío murieron en explosiones separadas mientras quemaban basura en su parcela; escapar de Ohio salvó su vida y eso fue posible gracias al interés en su música de Ivo-Watts Russell (sede del sello 4AD, donde publicó sus primeras canciones)”, recuerda.
Raro el concierto de Kozelek en España que discurre sin incidentes, desde cancelaciones hasta discursos demenciales, pasando por insultos al público por mirar el móvil
Su disco de 2014, titulado Benji, era un sentido tributo a las personas de su entorno que había tenido peor suerte que él. “Sus vidas fueron pequeñas, pero no insignificantes para Kozelek”, alaba Snapes. El álbum se abre con la canción “Carissa”, sobre su prima fallecida a los 35 años, dejando huérfanos a sus dos hijos. La periodista se muestra comprensiva en el perfil, pero termina el texto subrayando la necesidad de separar la obra del autor. En el tema “Little Rascal”, Kozelek canta que “el mundo no nos debe nada/ aprendí esa lección jodidamente joven”. Snapes le reprocha que esa certeza no puede confundirse con pensar que las personas no nos debemos un trato humano y decente entre nosotros, algo en las antípodas del discurso misóginos que Kozelek le dedicó en el Barbican.
Es raro el concierto de Kozelek que discurre sin incidentes. Bien lo sabemos en España: su paso por la sala Sol en octubre de 2013 estuvo marcado por el mal humor, los retrasos y la prohibición de hacer su trabajo a los fotógrafos acreditados. Luego la cosa fue a peor: llamó ‘fucking bitch!’ (‘jodida puta') desde el escenario a una chica que decidió marcharse antes de tiempo y se encaró con un pareja que presuntamente malinterpretaba sus chascarrillos. Al año siguiente, cuando actuó en Joy Eslava con su banda Sun Kil Moon ofreció lo que se considera un concierto calmado, donde la única salida de tono fue regañar a espectador por prestar más atención a su móvil que a la música.
"No toquéis las putas luces"
En 2017 canceló su recital en el Teatro Lara en el último minuto porque no le gustaba la acústica del recinto, un lugar en el que ya había actuado pero que había sufrido algunas modificaciones por una nueva reglamentación de la comunidad de Madrid. Hubo fans que se pasaron hora y media en la cola para el concierto, finalmente suspendido. La noche anterior sí había tocado en Barcelona, dando otro recital de egomanía. “Una buena parte del minutaje de la actuación estuvo dedicada a canciones todavía por pulir, compuestas en viajes recientes en avión: Oslo-Varsovia y París-Barcelona”, explicaba la crónica de Juan Manuel Freire. “El público de las primeras filas quedó esta vez ileso, quizá por tener el móvil bien guardado y estar atentos a la música. Pero los técnicos de luces recibieron reprimendas por variar colores y efectos cuando, según parece, durante la prueba de sonido había exigido la misma luz todo el tiempo. ‘No toquéis las putas luces’, repitió hasta la extenuación y hasta provocar risas”, añadía el periodista.
El soberbio Kozelek también tuvo unos minutos para regañar desde el escenario a los ejecutivos de Hollywood porque le llamaban cada vez menos, ya que a comienzos de los dosmiles le ofrecieron papeles en Casi famosos, Vanilla Sky y Shopgirl. La verdad es que su música tiene una evidente cualidad cinematográfica, debido a la densidad evocadora de muchos pasajes. Por eso se ha utilizado en series como Hijos de la anarquía, programas infantiles como Yo Gabba Gabba y películas de todo tipo, desde Juventud de Sorrentino hasta Juliette desnuda, adaptación del libro de Nick Hornby. Kozelek sigue siendo tan fiable en el voltaje poético sus canciones como en la compulsión de portarse como un idiota. Lo que no debemos comprar nunca es lo primero justifica lo segundo.