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ENTREVISTAS

Martín Bianchi: "Hubo un sector muy duro que consideraba que Letizia Ortiz iba a acabar con la monarquía"

El escritor ofrece en 'Letizia en Vetusta' una radiografía social de una España que se vestía de progresista mientras su alma todavía era más conservadora que un paraguas negro

Martín Bianchi Tasso
El escritor Martín Bianchi Tasso.

La historia reciente tiene algo de folletín y este juicio es compartido por nuestro cronista social Martín Bianchi Tasso (Buenos Aires, 1983) al trasladar la “Vetusta” de Leopoldo Alas “Clarín” a la España de inicios de los 2000. Esta vez “La Regenta” es, claro, Letizia Ortiz; plebeya de escasa cuna y mayor esfuerzo que logró por su profesionalidad ganarse a un país. Libro volteriano, Letizia en Vetusta (Círculo de Bellas Artes y Lengua de Trapo, 2024) es, ante todo, una radiografía social de una España que se vestía de progresista mientras su alma todavía era más conservadora que un paraguas negro.

Pregunta: ¿Dónde surge la idea de traer de nuestro siglo XIX a “Clarín” con Letizia Ortiz? 

Respuesta: En realidad, de Manuel Guedán -editor de Lengua de Trapo y el Círculo de Bellas Artes- que me propuso hacer un segundo “Episodio Nacional” que estuviera vinculado de alguna manera a las mujeres de Felipe VI. De ahí surgió la idea de centrar un poco y qué mejor episodio nacional desde la transición a ahora que la boda de un borbón con una mujer de clase media (la primera boda real en la que un futuro rey se iba a casar).
Y luego, a partir de ahí, analizar cómo eran esos meses antes de la boda usando aquel Oviedo (“Vetusta”) como guiño a esa España de “Clarín” retrataba: clasista y antigua en muchas cosas. De ahí “Letizia en Vetusta” ya que el país tenía cosas todavía bastante antiguas y decimonónicas, aunque parecía moderno.

P: De hecho, ¿No es este libro más bien una radiografía social de España en lugar de un opúsculo sobre la reina?

R: Sí, sí, de hecho, en realidad Letizia es un poco una excusa: es un motivo para hablar de cómo era España hace 20 años, porque al final esa boda hizo aflorar un montón de prejuicios que había un poco soterrados en la sociedad y que todavía permanecen. En realidad, no han pasado ni 20 años y no creo que hayamos cambiado tampoco tanto.

P: Sorprende el clasismo despiadado de gran parte de la vieja aristocracia con la actual reina, ¿Cómo se sentirán releyéndose ahora?

R: No creo que lo lea la mayoría. Por ejemplo, Pilar González de Gregorio -que fue duquesa de Fernandina y a la que menciono en el libro- sí lo leyó. Y, bueno, aunque no puedas estar de acuerdo en muchas cosas, lo hizo con respeto y me dio un buen “feedback”. Pero no creo que lo lean los nobles…

P: Ha envejecido mal el texto del gran historiador Carlos Seco Serrano, que es de un canovismo excesivo…

R: De hecho, lo elegí a él porque fue un historiador muy reputado, una voz muy autorizada en muchos temas de historia española y de la monarquía. Entonces, me parecía interesante incluir esa tercera de ABC que fue tan dura contra Felipe en la época de Eva Sannum y que resultaba muy cercana al tiempo de Letizia (pasaron dos años). Y era una voz muy autorizada y también muy dirigida, porque al final tanto su tercera al igual que la de José Luis de Vilallonga estaban inspiradas por un sector cercano al rey Juan Carlos. Este no toleraba que Felipe de Borbón y Grecia se fuera a casar con una mujer que no tuviera lo que se llama sangre azul.

P: La cita “Ya sabemos que eres la más inteligente de la familia real” de Don Juan Carlos -rey emérito- a propósito de Letizia es devastadora, ¿No es esa “campechanía” un eufemismo de la mala educación? 

R: Totalmente. Es que para mí esa campechanía era un lugar común para definir al rey Juan Carlos que en el fondo lo que ocultaba era impunidad. En realidad, en vez de decir Juan Carlos “el impune” en la sociedad encajó ese término de campechano. Él tenía una impunidad absoluta y podía salir con quien quisiera, cobrar lo que quisiera a la vez que se mostraba como un hombre cercano, ocultando en realidad un montón de vicios.

Juan Carlos sabía que era el momento de traer la democracia y la modernidad a España porque si no, no iba a durar su reinado
Pregunta: El rey emérito tenía pecados, aunque no especialmente elevados. No es un protagonista de 'Cincuenta sombras de Grey'. En tu reconstrucción es muy berlanguiano…

Respuesta: Juan Carlos en realidad siempre hizo lo que quiso toda su vida. Un poco con esa excusa, también, que nos llevó a la democracia y dirigió la transición. Ahora, la pregunta es, ¿es que acaso tenía otra opción? ¿Acaso hubiera hecho como su abuelo Alfonso XIII y apoyado la dictadura de Primo de Rivera? Probablemente habría terminado como este. Creo que, en ese sentido, no tenía muchas opciones: sabía que era el momento de traer la democracia y la modernidad a España porque si no, no iba a durar su reinado.

P: En ocasiones el emérito parece un personaje inadvertido de “Ortega y Pacheco” del dibujante Pedro Vera. Podría estar en sus #ranciofacts

R: (risas) Bueno, es que Juan Carlos, en ese sentido, siempre jugó con su imagen: fue un gran experto en marketing y en relaciones públicas Todo ello antes de que existieran todos esos términos, ya que en el fondo él era un ser muy antiguo; alguien criado bajo el ala de Franco y protegido por él. Fue nombrado heredero a título de rey por el régimen…

P: Juan Carlos I jamás dejó que se hablara mal de Franco en su presencia…

R: No, no, y hasta el día de hoy. Creó esa imagen idílica, esa imagen vital de deportista y campechana de la que hablábamos. Todo era para ocultar todo lo antiguo y rancio que había en el fondo. Porque estamos hablando de un señor que había sido criado por el régimen, que traicionó a su propio padre y principios. Se saltó sus propias leyes de herencia y sucesión…

P: Echaron a Jorge Verstrynge de Onda Cero por afirmar esto…

R: Bueno, pues quizá me echen (risas).  Pero es que esto no es una mentira, no pasaría nada entonces. Cualquiera monárquico que sea un firme defensor de las esencias sabe que el rey Juan Carlos traicionó esos principios en el momento en el que él mismo, arbitrariamente -siendo cómplice de Franco- decidió que fuera él el rey y no su padre. Yo no creo en estos principios, pero para el que cree en ellos sabe que es esto...

P: Es la misma posición por la cual el republicano Emilio Castelar juzgaba ilegítimo a Amadeo de Saboya al saltarse la sucesión natural. Lo hacía reivindicando la postura alfonsina de Cánovas del Castillo en las cortes del Sexenio Democrático

R: Es que eso es así. Y luego, hasta el día de hoy, no se ha reformado todavía el artículo de la constitución para eliminar la primogenitura del varón que habría hecho heredera a la infanta Elena. La forma, también, en la que anteriormente Alfonso XIII terminó designando a su heredero fue incluso bastante cuestionable. Las hermanas de Juan de Borbón, de hecho, renunciaron a sus derechos por sus matrimonios con nobles italianos que no estaban en pie de igualdad con la familia real. Yo solo digo que para el que crea realmente en estos valores, hay muchas cosas cuestionables en la sucesión de Juan Carlos I. Aunque ha pasado mucho tiempo ya…

P: Volvamos a nuestro gremio ¿Se puede juzgar al periodista Jaime Peñafiel como el enemigo número uno de Letizia Ortiz?

R: Yo creo que Jaime es consciente de que tomar esa posición también para él ha sido muy rentable. Lo que pasa es que es verdad que luego, con el tiempo, hay muchas cosas que no envejecen bien. En realidad, no tenía mucho argumento en el sentido de que todos los herederos europeos se han casado con mujeres de clase media, no era una cosa excepcional.
Hace veinte años hubo un sector muy duro que consideraba que Letizia Ortiz iba a acabar con la monarquía. Casualmente, en un giro maravilloso del destino, hoy ella es un capital, un activo muy valioso de la institución. Quizá, incluso, el único miembro que conecta con muchísimos sectores, incluso republicanos (lo cual es interesante y muy valioso).

P: ¿En qué medida la prensa se puede juzgar imparcial con esta pareja? Es decir, es difícil saber cuándo es cortesana y cuándo es republicana; la monarquía enciende los ánimos

R: Yo creo que la prensa, la prensa especializada en monarquías, tiende a ser cortesana. Es igual a quien hace periodismo siguiendo a un artista o un equipo de fútbol. Al final, la cercanía al personaje que estás siguiendo acaba cayendo en cierta complicidad y cortesanismo. Uno es más independiente mientras más lejos está: eso me lo dijo alguna vez en un periodista y me encantó. Es muy difícil mantenerse independiente, ya que al día siguiente que escribas algo pues la vas a ver y te va a decir “oye, ¿Por qué escribiste esto?”.

P: Estás reivindicando inadvertidamente el reportaje “Frank Sinatra está resfriado” de Gay Talese

R: Es genial y el mejor regalo es escribir de alguien sin llegar a tener una cercanía. Esto no es sólo en la prensa real, sino que hablo de cualquier tipo de prensa (deportiva con el Real Madrid, política con el PSOE o Moncloa, etc.). Con cierta intimidad con el poder se pierde cierta chispa.

P: ¿No te parece que falta un poco de seguimiento a la reacción de la prensa de izquierda radical a la boda en tu libro?

R: Pues en realidad no te creas: por ejemplo, desde el independentismo catalán hasta el PNV e incluso los sectores que en ese momento eran más extremos celebraron esa boda. Asistieron, incluso, a esta. Era un momento muy diferente en el que todavía la institución de la monarquía era bastante intocable. Los poderes independentistas fueron bastante comedidos, aunque no hubo reacciones muy extremas como podrían ser hoy. Hay muchos puentes que se han quemado y que es difícil ahora reconstruir.

El arzobispado pidió un informe para ver si realmente Letizia Ortiz era apta para un matrimonio religioso
Pregunta: En compensación, me encanta el capítulo religioso que es verdaderamente el más divertido del libro ¿Cuánto progre disfrutará con esas disquisiciones teológicas sobre el virgo y la virtud de la heredera al trono?

Respuesta: Es que fue muy fuerte eso: el arzobispado pidió un informe para ver si realmente Letizia Ortiz era apta para un matrimonio religioso. En la España de 2003-2004 eso ocurrió: se hizo, se publicó y hubo una comparecencia. A mí eso me llamó mucho la atención, toda la “performance”. Evidentemente, Felipe se iba a casar con Letizia Ortiz igual, no necesitaban informes, pero es verdad que luego había muchos católicos practicantes que estaban divorciados y no se les daba la comunión o se les podía casar por la iglesia. 
Son algunas de las contradicciones que ese matrimonio reflejó de esa España; costuras que se veían romperse poco a poco. Rouco Varela, que era un señor muy conservador y antiabortista, celebró esa boda. Y se moría por hacerlo en la catedral de la Almudena, ya que estaba sin usar (no le gustaba a nadie) y se hizo allí por su empeño.

P: Háblame del barrio donde vivía Letizia, Valdebernardo, que según tu descripción tiene bastante carácter y es no poco castizo, ¿Ella socializaba allí?

R: Es que Valdebernardo, en ese momento, como diría Marc Augé era un “no lugar”. Tu lees estas crónicas de la época y todo el mundo hablaba de un barrio obrero mientras que hoy vas ahí y existen unas urbanizaciones maravillosas. Cuando Letizia Ortiz, futura princesa de Asturias, venía de este lugar nadie lo ponía en el mapa ya que esperaban una heredera de un país pequeño como Liechtenstein o de un palacio en la Viena de los Habsburgo. Por eso fue tan rompedor en tantos sentidos.
Me parece interesante decir que los prejuicios no son tanto de la aristocracia o realeza, sino de mucha gente de clase media. Eso demuestra que las clases privilegiadas todavía mandan muchísimo en los gustos, en las costumbres, en los quehaceres y en la forma de vivir de las clases medias. Una señora de clase media de Móstoles te puede hablar como si estuvieras hablando con una marquesa…

P: La propia Belén Esteban cuando se pone deferente tiene pruritos burgueses…

R: No, pero Belén yo creo que es un personaje que rompe con todo en muchísimos sentidos y que puede saludar a la reina a la vez que al pueblo. Está con todos; se mueve como un anfibio en distintos entornos, que a mí es el tipo de gente que me gusta.

P: Aunque probablemente muchos consideren a Letizia víctima de una sociedad como la española, ¿No crees que la que sufrió fue su familia en bloque? 

R: Bueno porque en el fondo Letizia ha contado con un dispositivo que era vivir en un palacio (guardias reales, servicio secreto, vidrios tintados, etc.) que su familia luego no tuvo. Esta se vio de la noche a la mañana convertida en la segunda familia de España con los apellidos Ortiz Rocasolano. La prensa embelleció sus títulos y pasaron de ser “licenciada en Bellas Artes” a “galerista” o de “voluntaria” a “cooperante”: todos eran algo más. Eran gente normal que les toca una situación extraordinaria…

P: Es una especie de falsa “nobleza de toga”…

R: Pasaron de la noche a la mañana a tener que ir a recepciones y a fiestas, además de vestir trajes de Felipe Varela. No podían repetir modelos, además de saber cómo utilizar los cubiertos o brindar. Un montón de códigos por aprender de los cuales estuvieron bastante desprotegidos. A Juan Carlos en realidad no le interesaba esto nada: de haber querido habría hecho un plan para lo que le venía encima a esa familia al entrar en la jungla mediática.

P: ¿Conoces que ya había “mentideros” sobre la corte en época de Quevedo? Lo cuenta el cronista Mesonero Romanos. Madrid es ciudad chismosa sin final, muy plebeya, no hay ese respeto a las autoridades que se tiene en Barcelona

R: Hay un plebeyismo en Madrid muy marcado, cortesano también que no era solamente del pueblo. Juan Carlos y Sofía no tuvieron una corte al uso, pero sí su corte de empresarios y de banqueros. José Luis de Vilallonga, de hecho, escribió aquel libro maravilloso sobre el rey emérito gracias a que estaba Marta Gayá en el medio de aquella corte flotante de Mallorca.

P: Vilallonga, fantástico escritor y mejor crápula. Tiene esa frase en Patrimonio Nacional que dice todo de él: “Uy, si yo ya fui rojo, pero ya pasó de moda”

R: (risas) También creo que lo de los rumores en todos los sitios ocurre…

P: No hay esa conexión entre aristocracia y populacho de España en la Inglaterra de los Windsor. Esa deferencia…

R: Es que en Madrid nunca existieron esas formas. La plaza del Palacio Real, residencia regia hasta Alfonso XIII, era una plaza abierta. Allí iba el pueblo y se usaba como parque de la ciudad: tomaban el sol, comían mandarinas, fumaban, etc. Ahora está cerrada. Era una monarquía bastante más cercana. Zarzuela, como contraste, es ahora un sitio blindado por patrimonio nacional.  

P: Cuéntame un poco de “Menchu” del Valle, la abuela de Letizia, ¿No era un personaje de carácter? Con diferencia, es el protagonista más “Clarín” del libro: recuerda al cuento de Doña Berta…

R: Yo creo que es un personaje con muchas contradicciones ya que ella, como cuenta un poco su hija, es alguien que, por un lado, se quejaba de esa pérdida de anonimato y del fin de su retiro dorado. Pero, por otro, estaba encantada con volver a estar en los focos. En ese sentido, “Menchu” es interesante debido a estas contradicciones.

P: ¿No tiene Asturias algo de eterna lucha de clases casi extinto en el resto de España? Mineros contra señoritos de Oviedo, Gregorio Morán contra Fernández-Miranda. Es un sitio que da cierto carácter…

R: Sigue siendo una ciudad maravillosa, pero Oviedo es España y España es Oviedo en el sentido de que España parece tan grande y tan moderna y luego en el fondo es tan pueblo. La propia Madrid, que en teoría es una capital tan grande, luego también recibe a mucha gente de sitios muy pequeños. Es ese juego interesante en el cual todo el mundo se sigue conociendo y la gente en el poder son casi los mismos de la época del alfonsismo.

P: El libro acaba con una nota oscura, el suicidio de Erika Ortiz, donde tu teoría es el acoso de la prensa ¿No hubo nada más? ¿No quiso ella al inicio ser parte de la prensa del colorín?

R: No soy capaz de apuntar una causa y en realidad creo que nadie podría realmente explicar cuando alguien decide accidentalmente o voluntariamente quitarse la vida. Me interesaba cerrar con ese capítulo tan triste y oscuro un poco para ver el efecto de todo eso anterior que cuento. De hecho, yo no sé si Erika quería esa exposición mediática, supongo que no, parto más bien que es Letizia la que decide convertirse en un personaje público. 
Lo que sí creo es que al principio a todos ellos les pareció divertido, pero luego esto tiene un lado muy oscuro que es el que un día hablan bien de ti, pero al día siguiente no. Eso se convierte en una tortura y hay que ser muy especial, tener una personalidad y psicología excepcional, para querer aguantar el resto de tu vida.

P: Y, la última pregunta, ¿Ha hecho Letizia Ortiz monárquico al voto socialdemócrata? Su plebeyismo meritocrático hace cierta la frase de Voltaire: “El primer rey fue un soldado afortunado; quien sirve bien a su patria no necesita antepasados” de su obra Mérope

R: Para mí lo más interesante ahora mismo de Letizia Ortiz es eso: despierta interés y empatía. De esta hay poca hoy en día y eso es extraordinario. No ocurre con muchos más personajes en España. Eso es muy raro y no sé si lo ha conseguido ella o es accidental. Mucha gente es muy defensora de Leticia y no creen en la institución: esto no ocurrió con Victoria Eugenia de Battenberg y otras soberanas. Solo por eso pasará a la historia, seguro.

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  • O
    Ojeador

    Ahórrese usted exhibir sus dotes de pitoniso .... y dele tiempo a esa buena mujer.
    Piense que, al final, si se acaba la mamandurria, la cabra tira al monte.

  • R
    randu

    Ahora ya le cogió el gusto a la monarquía y su república puede esperar porque se quedaría sin el "curro".

  • M
    M-V-P

    Otro bodrio sesgado y partidista para no leer.