Mucho se ha hablado de la importancia de que los Grammy Latinos se celebrasen por primera vez en Sevilla. En realidad, son unos premios que tienen escasa relevancia artística dentro de la música popular y que solo importan a quien no se entera mucho de cómo funciona la industria. Si se crearon a finales de los años noventa es simplemente porque los artistas latinos se sentían ninguneados en la ceremonia dedicada a los anglosajones y quisieron crear la suya propia para poder tener más tiempo de pantalla y brillar con luz propia. El problema es que a partir de la década de los dosmiles la música en español fue ganando importancia y ahora ya es tan potente y llamativa que la cantada en inglés. Otro problema es la pérdida de relevancia de la televisión frente a las redes, que completa el cóctel perfecto para que los Grammy Latino sean poco más que otra gala anticuada que necesita mucho más a los superventas juveniles de la música urbana español que lo que los superventas necesitan este espacio.
Otro año más, la narrativa sobre los premios no es musical, sino mediática. Abundan los titulares tipo "Los Grammy premian a las mujeres" cuando siempre las han premiado, pero queda como actual y feministas darles ese enfoque. Que recojan premios Rosalía, Karol G y Natalia Lafourcade no es ninguna novedad, pero es que no había absolutamente nada que contar aparte de esto. Que Rosalía haga una versión de Rocío Jurado siempre es buena noticia pero podría haberse hecho en cualquier otra gala o con cualquier otro motivo. Los Grammy latinos siguen sin tener especificidad propia en un momento en el que los superventas en nuestro idioma son omnipresentes y cuando llega esta noche ya no queda gran cosa por hacer sobre un escenario que no hayan hecho diez veces en YouTube, Coachella o Instagram. Si los Grammy Latino no existieran, seguramente no haría falta inventarlos en 2023.
Apología de la argentinidad
Bizarrap intentó poner un toque cultural a la gala arrancando su actuación con una cita del poeta peruano César Vallejo, presentada como un viejo cartel de cine mudo: "América latina! !Mitad del universo! Te crispas en el globo como un gesto de Dios, y siendo que te agitas como el divino apresto de un músculo divino que va a empañar el sol". La medley de Bizarrap sessions con transformación en tango de "Quédate" resultó apañada, pero también reveladora de que estábamos ante una gala de premios de música urbana para un público televisivo con dificultades para conectar con el género, así que hay que llevarlo como sea a otros. El emergente rapero argentino Milo, la murga uruguaya Agárrate Catalina y el Quinteto Ástor Piazzola le ayudaron a dar otros colores a una música ya asimilada y celebrada en todo el mundo.Ariel Ardit sustituyó a Quevedo y María Becerra remató la argentinidad de la noche con pop y cumbia.
El gran perdedor de la gala fue seguramente Pablo Alborán, récord de nominaciones que se fue a casa de vacío. Muchos fans ven en este hecho una especie de conspiración o maldición, pero la realidad es que los Grammy Latinos son bastante arbitrarios y caprichosos, además de que prefieren los artistas exhuberantes antes que los discretos y eficaces. En realidad, los Grammy nunca han cambiado la carrera de nadie sino que se limitan a constatar quién triunfa en el planeta pop. En ese sentido, se parecen mucho más a una gala de los 40 Principales que a los premios Oscar.
La sensación al final es un poco como de estar asistiendo a una gala de Nochevieja
Poco más hay que decir de una gala a la que debemos agradecer que no se haga tan pesada como los Goya: en la ceremonia principal se reparten sólo 10 premios y los otros 46 se distribuyen en un calentamiento previo conocido como la premiere, de nada menos que tres horas de duración. La sensación al final es un poco como de estar asistiendo a una gala de Nochevieja de todas las canciones que has disfrutado en YouTube o bailado en las discotecas a lo largo del año. A la espera de las cifras de audiencia, uno sospecha que no ha sido tan grande negocio para Andalucía ni para TVE quedarse tres años con esta gala un poco innecesaria y totalmente superada por su época.