Podría decirse que el intelectualismo moral socrático ―esa teoría que identifica mal e ignorancia― es falsa en general y verdadera en lo que concierne a los toros: uno sólo puede desdeñarla si la conoce superficialmente. Sólo ignorando sus matices puede uno considerarla antiecológica; sólo desconociendo su significado puede uno emparentarla con la barbarie. Tal vez por eso Miguel Aranguren, novelista ya consagrado, decidiese en su momento escribir Toros para antitaurinos (Homo Legens, 2024), una obra completísima, entre lo narrativo y lo enciclopédico, que nos acerca a la tauromaquia para reconciliarnos con ella.
Pregunta: ¿Por qué decide escribir este libro?Respuesta: Desde hace muchos años, deseaba escribir un libro taurino. Como soy novelista, pensaba en una novela. Rumié la idea, pero tanto lo que leía ―la literatura taurina es escasa― como lo que ideaba acariciaba siempre el tópico. En consecuencia, me decanté por una serie de relatos breves que plasmaran realidades taurinas ajenas al público o, al menos, más desconocidas para él.
P: ¿Por ejemplo?R: El ganadero, que no es un señorito, sino más bien todo lo contrario. Puede ser un hombre gordo, tartamudo, con su punto misantrópico. O el torero fracasado. O el que se va al Perú y vive una experiencia inhabitual.
P: Pero no es un simple libro de relatos…R: Cuando empiezo a escribir, me doy cuenta de que el léxico taurino, antaño popular, se ha convertido en un léxico de culto, minoritario. Esto me obliga a explicar cada término empleado ―divisa, chiquero, toriles…― con notas al pie. Decidí, en consecuencia, que la explicación fuese más exhaustiva, que a los relatos se sumasen ensayos sobre la tauromaquia: sobre el toro, sobre la corrida, sobre los toreros, sobre los ganaderos…
P: Dice que la literatura taurina está llena de tópicos. ¿Cuál es la originalidad de 'Toros para antitaurinos'?R: Se me ocurre, aunque me dé vergüenza decirlo así, que es un libro total, pues concita narrativa, ensayo y artes plásticas: como sabes, el texto se apoya en ilustraciones dibujadas por mí. Por otra parte, pretendo que el lector aprenda para disfrutar. Me explico. Hay tardes de toros ―quien lo probó lo sabe― que resultan muy aburridas. Mi tesis es que sólo lo son en apariencia. Si tienes idea de la lidia, constatas que la tarde está llena de matices, que es un espectáculo irrepetible que depende, primero, de un ser irracional cuyo comportamiento va cambiando durante su presencia en el ruedo y, segundo, de un hombre que, en función de su momento vital, de su valor o de su talento, es capaz de domeñarlo o no.
P: Se refiere a la corrida como «arte del instante».R: La expresión no es mía, pero, cuando la escuché, me encantó. La dinámica del toreo es distinta a la de la pintura, la escultura, la literatura, la arquitectura: es una experiencia inmediata, como el baile, pero más imprevisible. Es un arte en movimiento. Conozco a muchos toreos a los que les hace daño ver vídeos de sus faenas o de sus lances con el capote.
P: ¿Por qué?R: Porque el toreo va acompañado de una ubicación concreta en la plaza, de un clima concreto, de un estado emocional determinado, de muchísimas cosas que son, por naturaleza, irrepetibles. Por otra parte, a medida que se va interpretando, va desapareciendo… He ahí el arte del instante.
En la plaza se juntan el analfabeto y el doctor, el votante de derechas y el de izquierdas, el futbolero y el antifutboleroPregunta: Lo define también como espectáculo transversal.
Respuesta: En la plaza se juntan el analfabeto y el doctor, el votante de derechas y el de izquierdas, el futbolero y el antifutbolero. Los toros han atraído, atraen y atraerán a personas muy distintas.
P: Es estrictamente democrático.R: Sí. Aunque siempre haya presidentes que se arrogan una potestad que no les corresponde, es el público el que concede los premios. Debe prevalecer su voluntad. Él, juzgando el valor de una faena, es quien determina si hay éxito o en cambio fracaso. Y sin hooliganismos. El mismo público que ayer machacó a un torero por una faena desprovista de valor y de arte, hoy puede encumbrarlo por una faena sublime.
P: Recuerda en el libro que la tauromaquia revela grandes verdades sobre el hombre y sobre su relación con la realidad natural.R: Es un espectáculo con muchos matices, quizá con más matices que ningún otro. Es tragedia y al tiempo oropel, es vida y muerte, sangre y belleza. Si lo analizas detenidamente, puedes concluir que es un espectáculo bárbaro. Yo no diría tanto: simplemente rezuma verdad. Nacemos y morimos después de haber gozado y de haber sufrido. El común de los mortales tiende soslayar la muerte; el torero vive de cara a ella. Cada vez que sale al ruedo, se enfrenta a la posibilidad de una cornada fatal.
P: La tauromaquia es, en este sentido, una fiesta seria.R: ¡Eso es! Y luego, por otra parte, el torero representa siempre al héroe, es decir, a alguien a quien emular. Todos querríamos ser como él. Es el espejo en el que nos miramos. A menudo nos preguntamos por qué los jóvenes siguen yendo a los toros a pesar de la hostilidad de los poderes públicos. Yo señalaría la necesidad de encontrar referentes auténticos: durante mucho tiempo, sus referentes han sido actores, cantantes o futbolistas. No tengo ningún problema con ellos, pero el torero se la juega de verdad. Está dispuesto al sacrificio por el bien de la comunidad, por la alegría del público.
P: Verdaderos héroes.R: Me decía Diego Urdiales el otro día: «Imagínate lo que es. Torear y sentir que la gente es feliz por un rato. Saber que, arriesgándote, consigues que olviden su enfermedad, su dolor».
P: Hay quienes se oponen a esta fiesta cargada de sentido. La acusan, por ejemplo, de antiecológica. Usted se subleva contra esa crítica.R: El ganadero, por ejemplo, tiene un vínculo especial con sus animales. Muchas veces son un legado familiar y, en consecuencia, los respeta y los cuida. Eso sí, también es consciente de su condición animal. Someten a los toros a pruebas de bravura y retiran a los que no sirven.
P: Algunos podrían acusarles de crueldad.R: Nada más lejos. Sólo cuida un legado. Lo mantiene y lo mejora.
P: ¿También cabría concebir al torero como animalista?R: ¿Cómo no iba a serlo? Su vida se resuelve delante de un animal, el toro. Pero es que, además, el torero tiene una relación muy singular con los animales silvestres. La mayor parte de su vida transcurre en el campo. Generalmente, su sueño es convertirse en criador de toros, en ganadero.
P: Menciona en el libro algo relevante: los toros de lidia tienen nombre propio.R: Tienen nombre propio los animales que conviven con el ser humano de una manera estrecha: perros, gatos, caballos… Al toro se le bautiza antes de ir a la plaza. Puede pasar a la historia por su bravura, por su dificultad, por su peligro, por el triunfo del torero. Está llamado a la gloria.
Angel Rojo
Ver morir un animal tan lleno de vida y de forma tan manipulada tramposa me resulta enormemente frustrante. Lo anterior sin entrar en que ello se haya convertido en un espectáculo para entretenimiento de terceras personas que incluso pagan por ello. El torero, conocedor de la naturaleza del toro bravo, le tiende a lo largo de la faena una serie de trampas que gradualmente debilitan al animal, a sabiendas de que el toro jamás se rendirá (no está en su naturaleza hacerlo). No es cierto que la lidia sea una pelea de igual a igual puesto que el hombre tiene inteligencia y herramientas y recursos adaptados desde la salida al ruedo hasta la puntilla final. Entre estos recursos, los que más llaman la atención son el capote, las pullas, las banderillas, el estoque y, sin embargo, el supuesto arte en el toreo reside en lo más sutil: el lenguaje corporal del torero, en función del lenguaje corporal y la expresión del animal y de la posición de uno y otro en el ruedo (el torero conoce muy bien los ángulos de visión del toro y sabe de antemano cómo reaccionará el negro ante un movimiento). Sólo con mucho cinismo puedo reconocer que la lidia nos sirve para que las dehesas estén cuidadas (y no convertidas en interminables filas de chalets adosados o simplemente, abandonadas). Por último, no puedo dejar de valorar el trabajo de los ganaderos en la selección del toro de lidia. Algún comentario que he leido se refiere a este magnífico animal despectivamente como "una creación del siglo XVIII". Sí, claro; no todo iba a ser la máquina de vapor y la revolución industrial y por suerte también existen ganaderías de ganado bravo y manso de distintas razas y cruces, lo que es de aplicación directa a la industria alimenticia, pongamos por caso,, pero que no se queda ahí.
X_X_X
A ver, señor Miguel, ¿verdad que hacéis espectáculo de provocar sufrimiento a un animal que no ha decidido estar ahí por voluntad propia? Pues entonces déjate de metafísica. Lo que sois es una banda de psicópatas, y yo, me lo vas a permitir, voy con el toro.
kunst
En realidad si ya es horrible el espectáculo de la crueldad estúpida en sí misma, lo que ya es insufrible es la metafísica casera de los defensores de tal aberración. Se resume en darle la vuelta a lo evidente y ver lo que quieres ver. Así, no se trata de desangrar hasta la muerte a un animal mientras un tipo que se dice artista se afana en marearlo enfrentándose a la muerte, dice. ¿A la muerte? Sobre todo la del toro ¿no?¿Cuántos millones de toros han muerto desde que el "invento" se instauró en relación a los toreros? Pero el entrevistado -menuda entrevista más incisiva-, nos toma por idiotas. Es el mismo tipo que te dice que quién bien te quiere te hará llorar, y que en el fondo te está pegando en tu beneficio. Así que el toro está deseando que lo masacren lentamente y el matador le complace porque es un ecologista sensible, además de artista por si le faltaba algo. La historia del ser humano está llena de horrores aceptados y defendidos por sus contemporaneos para escándalo de sus sucesores. La corrida es uno de ellos. Y así, en España es inútil argumentar nada frente a la no pequeña masa de salvajes que se creen más sensibles que el resto del mundo tan miope el pobre, no sabe ver lo que ellos sí ven. Lo que se está perdiendo los ingleses, italianos o argentinos, por prohibir esta catedral de belleza móvil. El país no tiene remedio.
Mari loli
Cuidado con los socialistas humanitarios con los toros que practican el aborto sin control y la eutanasia sin piedad, que cuidaron con dedicación a los perros para que no alteraran su psiquis y no los confinaron cruelmente como hicieron a las personas destruyendo sus medios de vida, al igual que los niños y adolescentes que no se recuperan: los enceraron ilegalmente y ahora en el Congreso se habla de un 60 % de jóvenes con afectaciones severas producidas por aquel severo confinamiento., agregando la avitaminosis quea algunos todavia padecen por no poder tomar el sol durante tanto tiempo. Además, si no hay toreo dejan de criar esos toros y entonces sí que desaparecen. A los cubanos les entra terror cerval cuando habla cualquiera de los demócratas socialistas.Cuando abren la boca es para destruir el medio de vida de alguien; ahora los enanos no pueden trabajar segun el ministerio de cultura porque la gente se puede reir de ellos, la profesión de payaso la eliminan en cualquier momento con todo el personal de los circos..Por la noche se acuestan con la mente puesta en quien van a jo...r para no se vaya a enriquecer..
MaxRusell
En fín la énesima justificaciòn de la barbarie. Todo lo que dice este buen hombre está muy bien aplicado a actividades como el boxeo o el futbol. El problema es que en este tema de los toros el animal no participa voluntariamente, sino a la fuerza. Y es así. a la fuerza, como se defiende cuando los compinches del matarife le clavan lanzas desde el caballo, otros le clavan pinchos, y cientos o miles de salvajes aplauden desde las gradas, aplauden y se regodean. En esa tesitura el toro ataca al petimetre con ropas ridículas que tiene delante. Todo muy artístico y edificante. Por cierto, el toro llamado de lidia o bravo es un bovino ordinario que sólo se empezo a seleccionar en el s. XVIII. Lo de la bravura del toro tiene que ver sencillamente con la selección humana y su instinto de defensa en la plaza. Todo lo demás son chorradas de pseudointelectuales como el que escribe el libro. Yo le propondría a él y todos los aficcionados que ocuparan el lugar del toro para deleite propio y de los espectadores. Si todo el bárbaro espectáculo es tan lo más, que menos que participar directamente ofreciéndose como protagonistas principales. Que guai eso de morir en la plaza.