Se han cumplido dos años ya del fallecimiento de Amy Winehouse, cuando ella aún no había cumplido los 28. Pocos años pero vividos a tumba abierta, sin cortapisas, evidentemente sin control. Y un legado muy superior a lo que podría parecer a tenor de su producción discográfica. Solo dos discos, su debut, Frank, 2003 y su confirmación Back to black, 2006. Pero en ellos, Winehouse establece algunas de las pautas de lo que supuso el advenimiento del llamado neo-soul.
Un advenimiento que no fue tal en sí mismo. Los circuitos de la música soul siempre han sido activos, siempre han dado nombres nuevos que bebían de la raíz de la música del alma al mismo tiempo que rendían pasión por tantas voces clásicas que cantaron alguna de las canciones más bellas jamás escritas. Pero Amy Winehouse, con ese vozarrón lleno de sentimiento, con esos fraseos entre el jazz y el rhythm and blues, con esos ritmos entre el pop y el ska, consiguió un éxito, en parte inesperado, que dio visibilidad a toda una escena.
Dando guerra desde los trece
Desde que a los trece años comenzara a componer con su primera guitarra para formar posteriormente su primera banda de jazz femenina, ya se intuía que tras esa voz había una personalidad compleja pero hipnótica, que deambulaba entre una imagen provocativa e ingenuamente retro a la vez, de forma que sus vestidos, peinados y abalorios quedaban unidos de manera indeleble a su propia personalidad. Su primer disco recibió buenas críticas, y fue comparada a grandes como Sarah Vaughan y sobre todo Macy Gray, cuya estela siempre le persiguió.
Pero fue el indiscutible éxito tanto en su país como internacionalmente de su disco Back to black el que la encumbró, y precipitó su caída. Ya en el título residía su propio legado, cuando aún era parte de sus principios. La vuelta a lo básico, a lo negro, a una música, el blues, el jazz, el soul, el rock, que tiene su origen en los esclavos sacados de África. Y ese color negro se fundió con su propia vida, una vida adicta a toda clase de sustancias, bebibles, fumables, propicias para ser ingeridas…
Pero lo importante es que también fue una vida y una obra adicta a la música entendida como pasión.