Ocho años después de su última actuación común y quince tras la grabación de su primer disco conjunto, Martirio y Chano Domínguez se reunirán de nuevo este viernes en un escenario para homenajear en clave de jazz un género "tan femenino" como el de la copla, en el Día Internacional de la Mujer. María Isabel Quiñones Gutiérrez cumplirá en esa jornada 29 años de trayectoria como Martirio, a sabiendas de que "como mujer que no utiliza sus armas de ídem", no lo ha tenido fácil, siempre haciendo gala de un carácter "independiente", muy conocida por "vestir su voz" con aquellas extravagantes peinetas y sus inseparables gafas de sol que algún día querría exponer.
"He sido una artista y mujer que no se vende", insiste esta versátil y emblemática cantante onubense que se define como una "buscadora" decidida a no repetirse, "ni siquiera en los aciertos". Dos de ellos fueron Coplas de la madrugá (1996) y Acoplados (2004) junto al pianista Chano Domínguez, dos discos "importantísimos" en su carrera "que marcaron un antes y un después" y le permitieron imbuirse en el mundo del jazz.
Acaba de reeditar esos dos trabajos bajo un único álbum que por primera vez llegará a Latinoamérica y que permitirá a gran parte del público recuperar canciones descatalogadas de su repertorio como Ojos verdes, el tema que más veces ha interpretado en su vida. También está Torre de arena, la más especial y emocionante para ella, además de la canción que le inspiró la idea de unir copla y jazz. "Durante una visita de Chano -a la que le une una vieja amistad desde sus colaboraciones con la banda Veneno-, se me ocurrió que 'Torre de arena' podría ser un grandísimo blues que podría haber cantado Billie Holiday", asegura.
Juntos empezaron entonces a trabajar en la unión de ambos estilos, misión más fluida de lo que pudiera parecer en principio porque, según dice, copla y jazz se revelaron como "dos amantes que hubiesen pasado mucho tiempo separados por dos ideologías que no tenían nada que ver y que se hubiesen vuelto a reencontrar". Haciendo balance, afirma ahora que de aquel loco proyecto surgió un "matrimonio fructífero que ha influido a otros compañeros y que ha sido aceptado después de que la gente se llevara las manos a la cabeza".
Martirio se aleja de la imagen conservadora que sobrevuela el mundo de la copla
Martirio, que se aleja de la imagen conservadora que sobrevuela el mundo de la copla, defiende abrazar sin prejuicios este género, del que destacada su riqueza poética, dramática y musical, tan vinculado a su infancia y a la educación emocional femenina, un tema del que ha ofrecido incluso conferencias."La copla era la forma de hablar de amantes, prostíbulos y emociones desbordadas en un tiempo muy reprimido", explica sobre aquellas canciones que en su opinión pasarían el filtro del tiempo y que podrían cantar cualquier cantante de jazz de hoy en día como Cassandra Wilson.
De hecho, lista tiene la que podría ser la tercera pata de su enlace con Domínguez, echando mano de las mismas coplas pero en inglés, un proyecto que atesora desde largo tiempo ya y para el que tiene hasta las letras, a la espera solo de alguien que apueste por él. Más cercano queda el concierto que ambos celebrarán el próximo viernes en la sala Galileo Galilei de Madrid, "con el alma en los labios" y dos músicos: Horario Fumero en el contrabajo y David Xirgu en la batería.
Después podrían llevar ese espectáculo fuera de la capital, poco antes del lanzamiento de su próximo disco, ya en verano, un trabajo a guitarra y voz con su hijo Raúl y con un repertorio que servirá -dice- como tributo a una persona que muy "amada" por los dos.