Uno de los conflictos más delicados de la cultura actual es de los músicos callejeros. La casuística es tan amplia que resulta imposible dar con reglas generales que satisfagan a todas las partes. En las calles de las grandes ciudades hay todo tipo de gente tocando, desde individuos sin ninguna habilidad que hacen karaoke sobre altavoces portátiles hasta jóvenes cantantes de ópera o guitarristas pop en temporada baja, que buscan redondear los ingresos mensuales. En Madrid, por ejemplo, superventas como Javier Álvarez comenzaron tocando en El Retiro. Artistas de culto como Malcom Scarpa tuvieron etapas donde tocar a la intemperie les permitía sobrevivir. Formaciones que hicieron su prestigio al fresco, como Million Dollar Mercedes Band -con integrantes de Italia, Hungría y España- han conseguido firmar un contrato discográfico y ganarse al público de las salas gracias a la alegría de sus fanfarrias balcánicas. En el mundo anglosajón, artistas tan admirados como Tracy Chapman, Joe Strummer y Violent Femmes fueron músicos callejeros en sus inicios.
Entre los vecinos existe diversidad de opiniones, que abarca desde quienes no soportan el ruido a quienes aprecian un poco de color y cultura accesible en sus barrios. En todo caso, las asociaciones del distrito Centro han pedido “medidas drásticas” y atajar el cansancio de ciertos puntos que sufren “músicos tocando lo mismo hasta cinco horas seguidas”. El ayuntamiento de Ahora Madrid publicó el año pasado unas nuevas reglas para limitar la actividad. Se abolía el casting por el que apostó Ana Botella y se delimitaban las zonas y los horarios donde sí estaba permitido tocar.
"Ha aumentado la seguridad jurídica. Eso invita a que músicos de mayor nivel se animen a tocar en la calle, sin temor a que les multe la policía"
Errukine Olaziregi, integrante de Madrid Hot Jazz Band, habituales de El Rastro, se cuenta entre quienes reciben con agrado estos cambios: “Es una normativa más que aceptable, por varias razones. La primera es que la anterior regulación era mucho más ambigua, señalizaba dónde no se podía tocar. Esta nueva, en cambio, la información es más clara. En segundo lugar, el espíritu de la norma en el que se pretende desvincular la música del gran volumen de ruidos que sufren los vecinos de centro. Y por último, su carácter revisable. La idea es reivindicar la música callejera como patrimonio inmaterial de la ciudad y que los vecinos lo vean como tal. Desde 2011, el centro de la capital es Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE), una medida que tampoco convence a todos, pero con la que hay que convivir hasta que se cambie. La única pega sería que todavía no tenemos las autorizaciones definitivas, pero se está trabajando en ellas y pronto estarán”, señala.
Bajada de quejas vecinales
Jorge García Castaño, concejal de la Junta del Distrito Centro, también se muestra satisfecho. “El mayor avance ha sido aumentar la seguridad jurídica. Eso invita a que músicos de mayor nivel se animen a tocar en la calle, sin temor a que les interrumpa o les multe la policía. La legislación anterior protegía mucho menos las zonas residenciales y fomentaba la música asociada a la mendicidad. En este año, hemos tenido infractores, pero en muy pocos puntos y muy localizados. Las quejas de vecinos han bajado mucho”, explica. ¿Se están planteando la medida de requisar instrumentos a los infractores? “No, esa solución la rechazó la policía y el secretario de Junta. Nuestro problema con esos infractores frecuentes es que suelen ser insolventes y por tanto es complicada cualquier sanción”, señala. El siguiente paso es profundizar en el seguimiento de los casos conflictivos, buscando mediaciones entre asociaciones de vecinos y quienes vulneran la ley de forma reiterada.
"Ahora los músicos podemos acudir en cualquier momento a Línea Madrid -Atocha, 70- a solicitar nuestra autorización semestral”
¿Cuáles son los avances concretos la ley actual? “La situación precedente no tenía ningún sentido, puesto que solamente tenían autorización para tocar en el Distrito Centro aquellos que hicieron el la prueba en 2013, que tuvo lugar una sola vez. Todos aquellos que no pudieron o no quisieron participar en esa prueba no tenían permiso para tocar y si lo hacían se exponían a ser sancionados. Insisto en que ese ‘casting’ se hizo una sola vez”, explica Olaziregi refiriéndose a una iniciativa de la anterior alcaldesa, Ana Botella. Con las nuevas normas, los trámites son más fluidos: “Ahora los músicos podemos acudir en cualquier momento a Línea Madrid (Atocha, 70) a solicitar nuestra autorización semestral, y si lo solicitamos nos facilitan la normativa y el mapa de las calles donde puede tocar, con los horarios y condiciones de cada zona. En nuestra página de Facebook La Calle Suena también se puede acceder a toda esta información, pinchando en ‘Más información’. Todavía quedan cosas por mejorar, pero se ha trabajado muchísimo en reuniones con todas las asociaciones de vecinos del distrito. La normativa prevé que haya revisiones periódicas para mejorala”, celebra.
"Cada San Juan, el Círculo de Bellas Artes de Madrid celebra la fiesta de Las Noches Bárbaras, donde acoge a decenas de músicos callejeros"
Patrimonio cultural de la ciudad
La importancia de la música callejera es innegable. Ciudades como Nueva Orlenas consiguieron fama internacional por la vitalidad sonora de sus “buskers”, que es como se llama en el mundo anglosajón a los músicos callejeros. Millones de espectadores de todo el mundo descubrieron este tejido con la serie ‘Treme’, de David Simon. Jamaica fundó la cultura del ‘sound system’ gracias a fiestas al aire libre, que son el precedente histórico de escenas como el hip-hop, los sonideros o la cultura rave. En la propia Madrid, la música callejera ha recibido reconocimiento de instituciones como el Círculo de Bellas Artes, que produce una programa de radio dedicado a los músicos callejeros y celebra una fiesta donde les acoge cada noche de San Juan, ambos bajo el título de ‘Las Noches Bárbaras’. Comenzó en 2005, lleva ya catorce ediciones y tiene apoyo de organismos como el INAEM (Instituto Nacional de Artes Escénicas y Música). No reconocer la importancia de la música callejera en la vida de una gran ciudad supone limitar seriamente su vida cultural.