La nave estadounidense Voyager 1 ha superado los 18.000 millones de kilómetros de distancia de la Tierra y se prepara ya para salir del sistema solar y alcanzar el infinito. Este logro de la sonda coincide con el 35º aniversario de su lanzamiento, en septiembre de 1977. Según ha informado la NASA, los expertos no pueden calcular cuándo se producirá el momento exacto en que Voyager 1 abandonará el Sistema Solar, cruce la heliopausa --límite teórico que señala el fin de la influencia del Sol-- y entre en la inmensidad del espacio interestelar. "Cuando eso suceda, Voyager 1 se convertirá en la primera nave espacial lanzada desde la Tierra a salir de la burbuja", ha destacado el exdirector del proyecto JPL de la NASA, Edward Stone.
La misión original de esta nave, junto a su gemela Voyager 2, era visitar Júpiter y Saturno. De hecho, fue la primera sonda en proporcionar imágenes detalladas de las lunas de esos planetas. Además, gracias a Voyager 1 se pudo determinar que la Gran Mancha Roja de Júpiter es un gran remolino de viento, que alcanza los 400 kilómetros por hora y que existe en el planeta desde hace unos 300 años.
Tras estos logros, los científicos se dieron cuenta de que la nave podía seguir su trayectoria más allá de esos planetas y, a partir de 1981 empezó el viaje de la nave en busca de los límites del Sistema Solar. Según los datos de la NASA, actualmente la nave ya está a más de 18.000 millones de kilómetros de distancia de la Tierra y se necesitan 17 horas para que la señal que envía alcance los controles de la agencia espacial estadounidense.
Nuevos datos más allá de Neptuno
A través de las señales de Voyager 1 por las que los científicos han podido obtener nuevos datos sobre los límites del Sistema Solar. Según ha explicado Stone, el Sistema Solar existe está 'envuelto' en una burbuja de viento solar conocida como heliosfera. A medida que uno se va a alejando del sol, las partículas cargadas que forman el recorrido del viento solar pierden fuerza. El límite donde el viento solar disminuye, a velocidades subsónicas, se llama el 'choque de terminación' y la línea donde se detiene por completo y comienzan los gases que rodean del espacio interestelar se llama heliopausa.
Gracias a que Voyager 1 se abre paso a través de la heliopausa, la NASA ha podido ir recogiendo importantes datos "que cuestionan algunas de las teorías existentes sobre el límite lejano". Así, los científicos pensaban que el viento solar en la heliopausa se desaceleraba y luego cambiaba de dirección hacia el exterior en un flujo ascendente. En cambio, la nave determinó que el viento solar en dicha zona es lento y luego se detiene por completo.
Por otra parte, en febrero de 1990, a seis millones de kilómetros de la Tierra, la Voyager 1 giró sus cámaras para tomar una foto de familia del sistema solar. Parte de esa imagen era la famosa "Pale Blue Dot" fotografía, que mostraba la Tierra como un pequeño destello en el cielo. "Una y otra vez, la Voyager nos enseñó el sistema solar era más diversa de lo que podríamos haber imaginado", ha destacado Stone.
Voyager 2
Por su parte, Voyager 2, a pesar de que fue lanzada un mes antes que su gemela, ha tenido una trayectoria más lenta y voló pasado Urano en 1986, mientras que a Neptuno se acercó en 1989. Esta nave sorprendió a los astrónomos al descubrir que los polos magnéticos de Urano se encontraba cerca de su ecuador. Al viajar muy distantes del Sol, las naves reciben su energía a través de tres generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG), que convierten el calor de la desintegración radiactiva del plutonio en electricidad, en lugar de los paneles solares utilizados en otras muchas sondas para viajes interplanetarios.