Muchos de los más grandes escritores y renovadores de la literatura universal –entre ellos James Joyce, Marcel Proust o Jorge Luis Borges- han permanecido invisibles para la academia sueca. Son, por así decirlo, los Nobel sentimentales o los No-Nobel; autores a los que más de un lector quisiera desagraviar. Una larga y oprobiosa enumeración cuyas causas no siempre fueron literarias.
Una combinación de factores políticos y personales fue, al parecer, la causa que marginó a Jorge Luis Borges del premio Nobel de Literatura. Cuenta el ensayista uruguayo Emir Rodríguez Monegal en Borges, una biografía literaria, que en 1976 el escritor argentino "ya había sido elegido a medias con Vicente Aleixandre, el poeta surrealista español, para el premio". Entonces pasó lo que pasó. El 21 de septiembre de 1976, Borges, invitado por Pinochet, viajó a Chile. Allí recibió de manos del dictador el doctorado honoris causa en la Universidad de Chile y pronunció un discurso con palabras elogiosas.
Sin embargo no fue esa la única foto de grupo que alejó a un escritor de los criterios políticos de la academia sueca. Ese mismo año, pero el 19 de mayo, se celebró un almuerzo en el que participaron el dictador argentino Jorge Videla, el general y secretario de la Presidencia, José Villarreal con un grupo de escritores –entre los que Borges repitió- y en el que se encontraba Ernesto Sábato.
Incluso algunos Nobel, como fue el caso de Camilo José Cela, criticaron las ausencias de autores fundamentales como Franz Kafka, apartado de las listas suecas de la gloria literaria. Pero no termina ahí la lista. Muchos se preguntan por qué Vladimir Nabokov no obtuvo el galardón. Según las hemerotecas, su nominación ocurrió en 1974, y de hecho, se dice que compartió sitio en las quinielas junto a Graham Greene, pero la estrecha amistad de los escritores suecos Eyvind Johnson y Harry Martinson con el comité seleccionador del premio –incluso se dice que formaban parte del mismo- frustró las esperanzas de quienes querían ver laureado al autor de Lolita.
"Existen otras ausencias que creo que responden a una valoración ideológica surgida después de la II Guerra Mundial y que afectó a Ionesco o a Isak Dinesen, aunque antes de la guerra se había premiado a Pirandello, que podría haber sido objeto de la misma valoración. Las ausencias más visibles son las de Tolstoi, Proust o Rilke", aseguró a la prensa en su momento el escritor Francisco Umbral, quien nunca se cortó ni un pelo en decir las cosas que pensaba. A la lista de ausencias señalada por Umbral se suman por ejemplo Robert Musil, James Joyce, e incluso algunos de los dramaturgos escandinavos más importantes, entre ellos Henrik Ibsen y Strindberg, junto a otros autores como Henry James y Joseph Conrad.