En el centro de Madrid late un corazón flamenco. Lo hace gracias a OléOlá, el espectáculo que acoge el teatro Eslava tras sufrir un profundo lavado de cara y que repasa de manera artística toda la historia de este género. Una obra creada por Cristina Hoyos, que ha coreografiado a un elenco que posee una enorme capacidad de transmitir su energía hacia el público.
El espectáculo está pensado para que el público acompañe a los artistas desde el inicio. El espectáculo comienza con un calentamiento de los artistas que busca animar al público y hacerles sentir que forman parte del show. Sin duda lo consigue, lo que provoca que el respetable, para cuando da comienzo la obra, esté más que centrado en el espectáculo que ha ido a ver.
Mientras los artistas calientan, los camareros sirven un menú compuesto de tapas a todo aquel que lo haya pedido: tortilla, meloso de ternera, algo de embutido o gildas. Una cena que tiene un precio de 55 euros y que satisfará al público extranjero que busque platos tradicionales españoles. Si vives en España y, por tanto, conoces todos estos platos, comprobarás que los 55 euros es un precio muy superior a la calidad ofrecida. Por eso, desde Vozpópuli te recomendamos que disfrutes solo del espectáculo, cuyo precio tampoco es económico: 55 euros de entrada, a lo que si sumamos la cena, hace un total de 110 euros por barba.
Cierto es que la experiencia tiene ciertos aspectos 'vip': el teatro cuenta con un aforo muy limitado y el trato del personal es exquisito. Cuando visitamos OléOlá, el aforo estaba completo y no había más de 150 personas. Está pensado para crear un ambiente íntimo y sin las masificaciones propias de los teatros que se encuentran a dos calles del Teatro Eslava, en Gran Vía. De ahí que el precio no esté al alcance de todos los bolsillos. Con esta fórmula, OléOlá busca ganarse un espacio entre superproducciones teatrales como el Rey León o Tina.
El espectáculo, insistimos, es sublime y el mérito es increíble: salvo por las intervenciones de la conductora, no existen las palabras, solo hay espacio para que los artistas saquen su duende a relucir. A través de la música, el baile y las sensaciones, OléOlá hace que el público viaje por distintas épocas y ambientes para disfrutar del mejor flamenco.
El cambio constante de escenografía y ambientes consigue que el público no se aburra en ningún momento, ya que da la sensación de estar disfrutando de diferentes espectáculos como partes de un gran show. Desde las calles de la Nueva York que dibujó Federico García Lorca hasta el corazón de Triana, los jaleos, reyertas y rumbas resuenan por todo el teatro y lo llenan de vida y fuerza.
Mención especial para José Carlos Plaza, director del espectáculo. Traslada sobre el escenario su experiencia en el teatro y pone todo el corazón en hacer grande a OléOlá. La ambientación raya la perfección y logra que el espectáculo brille con luz propia hasta el punto que el espectador no despega los ojos del escenario hasta que se acaba la música.
Destaca el cierre de OléOlá, que consigue que el público alcance el clímax. Sin hacer spoilers, es el momento en el que el público se siente definitivamente dentro de la propia obra y consigue que los espectadores se marchen encantados. Unos fuegos artificiales finales que ponen la guinda a un espectáculo que merece la pena ver: ya no solo por su alto nivel escénico, sino también por el rico contenido cultural que ofrece.
Al fin y al cabo, OléOlá repasa la historia del flamenco, que es en definitiva parte de la historia de nuestro país en un mundo cada vez más globalizado y con menos personalidad. Además, si te quedas ganas de más, una vez acaba el espectáculo te puedes quedar sin sobrecoste a disfrutar de la fiesta nocturna del Teatro Eslava.