El cine español suma durante a estas alturas del año varios triunfos que dan cuenta del buen estado de salud de las creaciones audiovisuales en el panorama nacional. Carla Simón ganó en febrero el Oso de Oro en la Berlinale con Alcarràs y rompió así un vacío de casi cuatro décadas desde que Mario Camus se hizo con él por La colmena. Recientemente, Jonás Trueba obtuvo con su película Tenéis que venir a verla el Premio Especial del jurado en Sección Principal del festival de cine de Karlovy Vary, certamen en el que Eduardo Casanova ganó con La piedad otro de los galardones del jurado.
Si a esto sumamos la presencia española en Cannes -entre otros, Albert Serra con Pacifiction y Rodrigo Sorogoyen con As bestas- la primera mitad del año para el cine español es sobresaliente. Salvo por un detalle. A veces se olvida que el cine se hace para el público, y que ese público es heterogéneo y gracias a él sobrevive la industria, las salas.
Ese público acude a los cines para ver la película que gana en Berlín -Alcarràs es de hecho la más vista en la primera mitad del año- y es aún más numeroso en las salas en las que se exhibe cine comercial, ese que Santiago Segura hace "a mucha honra", tal y como ha señalado hace pocos días en declaraciones a la Cadena Ser con motivo del estreno este viernes de la nueva entrega de Padre no hay más que uno. Es decir, un cine hecho con una intención y un cine que consigue su objetivo.
El actor y director regresa un verano más como un superhéroe al rescate de la taquilla con la tercera parte de su saga familiar. Su papel como salvador de los cines no es nuevo: ya lo ostentó en 2020, cuando los grandes estrenos caían del calendario uno tras otro ante la situación de pandemia. No solo mantuvo su película en aquel verano fatal, sino que adelantó la fecha prevista. Y triunfó: según datos del Ministerio de Cultura y Deporte, Padre no hay más que uno 2 fue la más vista en el año del confinamiento, mientras que A todo tren. Destino Asturias -misma fórmula familiar- encabeza las más vistas de 2021.
Ahora, cuando los cines empiezan a lograr algo de oxígeno gracias a propuestas como la nueva de Marvel, Thor: Love and Thunder, o Minions: el origen de Gru, Santiago Segura promete engordar las cifras del cine español, una asignatura pendiente para una industria que no puede contentarse solo con triunfar en los certámenes más selectos.
Santiago Segura y su cuento navideño
Padre no hay mas que uno 3 se presenta como un cuento navideño en plena ola de calor y de nuevo se dirige a un público de todas las edades. La fórmula es sencilla y de nuevo acierta: los más pequeños de la familia rompen una figura del niño Jesús del nacimiento con un gran valor sentimental para el padre (Santiago Segura), por lo que se las ingenian para conseguir la suma de dinero suficiente para adquirir una nueva de idéntico aspecto. Alrededor de este hecho giran otras tramas que componen una historia coral compuesta a base de momentos tiernos y cómicos.
Más allá de las aventuras infantiles de unos niños en apuros, si hay que destacar algo en esta nueva entrega es la historia que surge entre el personaje que interpreta Loles León (abuela paterna) y del de Carlos Iglesias (abuelo materno). Se agradece que por momentos la acción vaya más allá de los enredos de los más pequeños de la familia, en una solución de capas que no disgusta y que engancha a un público más adulto.
Precisamente, también hay que destacar el trabajo de Carlos Iglesias, quien se incorporó al elenco tras el ingreso hospitalario de Antonio Resines por covid e hizo suyo este personaje. Junto a él, más allá del reparto infantil, aparecen también Toni Acosta, Leo Harlem, Silvia Abril o El Cejas. En un juego de coincidencias, este cuento navideño llega dispuesto a repetir el milagro de las dos secuelas anteriores: convencer al gran público para que regrese a las salas.