Patrici Tixis es un nombre clave en el mundo del libro. Conoce de cerca la industria editorial. Es presidente del Gremio de Editores de Cataluña y de la cámara del libro de esa comunidad autónoma, también director de comunicación del Grupo Planeta, primer conglomerado editorial en lengua española y que con la multinacional Penguin Random House capitaliza el mercado editorial español.
Con España entera confinada, libreros, lectores y autores se plantan ante un Día del Libro y un Sant Jordi inéditos, porque no se celebrarán. Al menos no de la forma tradicional. Las medidas implantadas por el estado de alarma, el cierre de las librerías y la prohibición de circular ante la crisis sanitaria desatada por el coronavirus marcan un 23 de abril nunca antes visto.
El Día Internacional del Libro se celebra el 23 de abril ya que se atribuye a esa fecha de 1616 la muerte de Miguel de Cervantes. La fecha coincide con el Sant Jordi catalán, que pasará excepcionalmente al 23 de julio. Quedó también aplazada sin fecha la entrega del Premio Cervantes, que en esta edición recae en el poeta catalán Joan Margarit. Es la primera vez, desde la creación del Premio, en 1976, que no se celebrará la ceremonia de entrega.
Libreros, lectores y autores se plantan ante un Día del Libro y un Sant Jordi inéditos, porque no se celebrarán. Al menos no de la forma tradicional
Sant Jordi es un momento clave para la colocación de libros y novedades. Es una fecha que marca resultados globales. Cataluña concentra casi la mitad del mercado editorial español: un 49%. Entre esta comunidad autónoma y Madrid se concentra el 92,9% de la facturación global. Este año no habrá firmas ni rosas rojas en las calles de Cataluña. Al menos no hoy.
Este es el panorama al que se enfrenta la industria editorial y que suscita muchas preguntas, a algunas de ellas contesta Patrici Tixis a Vozpopuli. Otras dudan surgen. ¿Por qué en países como Italia las librerías sí han conseguido abrir dos veces a la semana? ¿Por qué el libro no ha sido considerado un bien esencial como sí ha ocurrido en Bélgica? ¿Qué tienen los editores que decir al respecto?
Se aplazan la Feria del Libro de Madrid y Sant Jordi, las librerías no pueden abrir sus puertas y los editores ven cómo la actividad económica del sector se paraliza. La ampliación de las medidas de confinamiento y la extensión del estado de alarma oscurecen aún las perspectivas del sistema editorial. ¿Cuál es la fotografía de conjunto? Aquí algunas pistas.
¿Recuerda usted un Día del Libro y un Sant Jordi así? ¿Existe alguna circunstancia homologable?
No. Yo no recuerdo un día de Sant Jordi así. Es una situación totalmente excepcional. El día de Sant Jordi es sinónimo de contacto directo de los lectores con sus autores preferidos, es el día en el que las librerías inundan de libros las calles de Barcelona y de las ciudades de Cataluña. En Sant Jordi se facturan aproximadamente cada año unos 22 millones de euros y se venden aproximadamente 1,5 millones de libros. Pero esta vez, desafortunadamente, nos encontramos con el Estado de Alarma provocado por el coronavirus, con medidas totalmente comprensibles, pero que nos conducen a una celebración del Sant Jordi en casa y con las librerías cerradas.
¿Cómo y de qué forma? ¿Cómo puede replantear la industria estas opciones?
Hay múltiples iniciativas para ese día para acercar los libros a sus lectores y para recordar la celebración del día del libro, pero no será con la intensidad de otros años, desde luego. El conjunto del sector ha decidido trasladar la fiesta del libro y de la rosa el 23 de julio próximo, fecha en la que esperamos poder tener ya las librerías abiertas, la gente paseando por la calle y que puedan acercarse a sus lectores.
"En Sant Jordi se facturan aproximadamente cada año unos 22 millones de euros y se venden aproximadamente 1,5 millones de libros"
¿Ve factible la opción de Sant Jordi el día 23 de julio?
Somos conscientes que todavía se estarán aplicando medidas de distanciamiento social, de protección con mascarillas, pero pese a todo, si se puede circular por las calles hemos acordado celebrar el día del libro y de la rosa el 23 de julio, siempre de acuerdo con las exigencias de las autoridades sanitarias y administrativas. Faltan todavía tres meses y creemos que será posible celebrarlo si le ponemos imaginación y somos flexibles en su organización.
¿Por qué el libro no ha sido reconocido como bien esencial? En Bélgica ocurrió. En Italia las librerías abren. ¿A quién corresponde impulsar eso? ¿A los editores acaso? ¿Qué ha faltado?
Efectivamente el libro no ha figurado entre los bienes declarados como esenciales en el Estado de Alarma. Ha habido países en los que las librerías han podido abrir antes que cualquier comercio como en Italia, pero esto ha generado una gran controversia en ese país, porque más allá de enviar una señal de la importancia que tiene el libro para el Gobierno italiano, ha habido muchas librerías que no han querido abrir porque no había gente en las calles y debían hacer frente a una serie de costes relevantes que no podían cubrir ante la dificultad de vender. Creo que es importante que las librerías sean de los primeros comercios en abrir, tan pronto como sea posible y que se acompase con el desconfinamiento.
"Creo que es importante que las librerías sean de los primeros comercios en abrir, tan pronto como sea posible"
La industria ve aplazadas y afectadas sus principales citas comerciales (Sant Jordi, Ferias del Libro en España e Iberoamérica, etc), los lanzamientos editoriales se postergan. ¿A cuánto asciende a día hoy las pérdidas económicas de la industria editorial española?
El cálculo exacto de las pérdidas económicas lo estamos todavía evaluando, pero llevamos ya un mes entero con las librerías cerradas, en un periodo realmente importante de venta, como es la primavera. En estos meses coinciden Sant Jordi y la Feria del Libro de Madrid, dos citas muy importantes para editores, libreros, distribuidores, autores… Inicialmente calculamos que podíamos perder alrededor de un tercio de la facturación, pero podría ser mayor. Si a ello le añadimos que durante los próximos meses vamos a tener que convivir con el coronavirus y que puede verse afectada también la campaña del libro educativo la situación podría empeorar.
¿En qué sentido?
Hay que tener en cuenta que pasamos de una velocidad de crucero importante en el mes de marzo antes del confinamiento, con un crecimiento robusto de las ventas, a casi cero en prácticamente 24 horas. Para recuperar ahora la velocidad de crucero vamos a tardar bastante tiempo. Además, las exportaciones hacia latinoamérica de libros producidos en España también se ven muy afectadas. La debilidad económica de los países de América Latina con la caída de sus divisas y la pandemia hacen que se resienta también la actividad exportadora.
"Calculamos que podíamos perder un tercio de la facturación, pero podría ser mayor (...) La situación puede empeorar la campaña del libro educativo"
El coronavirus ha incidido en la forma de distribuir los libros y en nuestra forma de compartirlos y promocionarlos (encuentros, ruedas de prensa, premios). ¿Cómo podría cambiar esto la forma de producir y editar libros?
Si una cosa ha quedado clara en las casi seis semanas que llevamos de confinamiento es que el ciudadano considera el libro un bien esencial y ha buscado todos los caminos para llegar a él. Pero yo no diría que tras el periodo de crisis sanitaria aguda vamos a cambiar radicalmente la forma de acceder a los libros. Todos somos muy conscientes de que estamos viviendo una situación excepcional y hemos actuado en consecuencia reduciendo novedades, porque también se ha reducido el periodo de exposición en las librerías, y se han replanteado los planes editoriales para este año. También es verdad que durante estas semanas se ha producido un crecimiento importante del comercio electrónico de libros físicos y también de libros digitales, pero creo que vamos a volver a un a cierta normalidad progresivamente después del confinamiento.
¿Cómo se puede ver en perspectiva ese cambio en un mercado como el español?
En España, ante todo, la gente prefiere comprar los libros en las librerías. Antes del confinamiento de cada 100 libros, 80 se vendían en una librería, 15 a través del comercio electrónico de libros físicos y el 5% eran libros digitales. No creo que esta proporción vaya a cambiar radicalmente. La librería es, en realidad, un auténtico agente cultural en barrios y pueblos y está ofreciendo una experiencia de compra a sus lectores muy atractiva. Creo que es un modelo con futuro si se hacen las cosas bien.
¿Hasta qué punto el confinamiento o las prácticas de uso de Internet han favorecido la piratería?
Uno de los fenómenos que ya veníamos detectando desde hacía algunos meses, mucho antes del confinamiento, era un aumento de la piratería en los grupos privados de las redes sociales, donde se intercambian archivos de libros pirateados. Este fenómeno en las redes sociales ha ido en aumento y durante estas últimas semanas se ha llegado a triplicar en determinados casos. Esperemos que puedan tomarse la medidas legislativas necesarias para evitar esta práctica nefasta para toda la cadena de valor del sector.