El Museo del Prado y Patrimonio Nacional han firmado un acuerdo por el cual se regula de manera estable el régimen de determinados depósitos recíprocos. Según este acuerdo, definitivamente se quedan en el Prado las cuatro obras que provenientes del Real Monasterio de El Escorial se depositaron en dicho museo en 1936, lo que fue confirmado por el correspondiente decreto y acta de 1943.
Según este acuerdo, definitivamente se quedan en el Prado las cuatro obras que provenientes del Real Monasterio de El Escorial
Estas obras son El Jardín de las Delicias y La mesa de los pecados capitales del Bosco, El descendimiento de Van der Wayden, y El Lavatorio de Tintoretto. Por este mismo acuerdo, en relación con las siete obras que en compensación depositó el Prado en el Real Monasterio del Escorial en virtud del ya mencionado decreto de 1943, se garantiza igualmente su permanencia en su actual destino. El resto de los depósitos se atendrán al régimen ordinario.
Asimismo, ambas instituciones han acordado reemprender y reforzar su cooperación en el ámbito de sus respectivos fines, de acuerdo con lo dispuesto en sus legislaciones específicas, y como instituciones configuradas sobre la base del legado histórico artístico y cultural de la Corona de España. El acuerdo ha sido firmado en el Palacio Real de Madrid por el presidente de Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán, y el presidente del Real Patronato del Museo del Prado, José Pedro Pérez-Llorca, en presencia de los directivos de ambas instituciones.
Fin a las asperezas
Sobre este tema, el Museo del Prado y Patrimonio Nacional han tenido algunos desencuentros a lo largo del último año. Uno de los más significativos fue una carta dirigida a Miguel Zugaza, director de la pinacoteca madrileña, en la que el entonces presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri Palazuelo, solicitaba la devolución a de cuatro obras fundamentales: El jardín de las delicias y La mesa de los siete pecados capitales, del Bosco, así como El descendimiento de la cruz, de Van der Weyden, y El lavatorio, de Tintoretto. A ése siguió la negativa de Patrimonio de prestar al Prado dos obras de Bernini para la muestra Las ánimas de Bernini, dedicada al escultor.
En esta reclamación –que comenzó en junio del año pasado- hasta la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría dio su opinión
En aquella carta, Rodríguez-Spiteri aseguraba haber tenido “una enorme paciencia” con el Museo del Prado. La petición de devolución cursada por Patrimonio Nacional a la pinacoteca que dirige Miguel Zugaza pretendía que las cuatro obras de El Bosco, Van der Weyden y Tintoretto salieran del Prado para formar parte del museo de Colecciones Reales, cuya inauguración estaba prevista para 2016 -ahora será en 2017-. En esta reclamación –que comenzó en junio del año pasado- hasta la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría (el Consejo de Administración de Patrimonio Nacional depende de Moncloa) fijó su posición. Muy clara, por cierto: los cuadros no se mueven. Y punto.
Los antecedentes
Para hacer un recuento en firme de lo ocurrido hay que comenzar haciendo un repaso. La manzana de la discordia entre Patrimonio y el Prado está representada en cuatro obras maestras cuya salida -ahora descartada- desdibujaría de manera significativa la colección: El jardín de las delicias y La mesa de los siete pecados capitales, del Bosco, El descendimiento de la cruz, de Van der Weyden, y El lavatorio, de Tintoretto. Las obras permanecen en el museo desde 1936, después de que la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico del Gobierno de la República las trasladara hasta allí para protegerlas durante la Guerra Civil.
Siete años más tarde, un decreto de 1943 certificó la permanencia de los cuadros en el Prado mediante la figura jurídica de un depósito temporal
Siete años más tarde, un decreto de 1943 certificó la permanencia de los cuadros en el Prado mediante la figura jurídica de un depósito temporal. Así se mantuvieron hasta 1982, cuando el reglamento de la Ley reguladora de Patrimonio Nacional estableciera en los artículos 39 al 42 todo lo relativo a la a constitución de depósitos de bienes muebles del Patrimonio Nacional, así como la necesidad de una regularización. Fue a partir de allí cuando se estableció que los depósitos debían renovarse cada dos años
La regularización entre el Museo del Prado y Patrimonio ocurrió en 1998, a través de un documento en el que se citaban las cuatro obras ya mencionadas, además de otras 24 que el Prado cedía a Patrimonio para las estancias de los Reales Sitios. En ese mismo documento ambas instituciones se comprometían a renovar la regularización, prevista para finales del año pasado. Ésta, sin embargo, no se produjo. Y fue a partir de allí cuando Patrimonio comenzó a presionar. Tanto Miguel Zugaza, director del Prado, como José pedro Pérez-Llorca, presidente del patronato, fueron parcos pero contudentes. Ahora, el acuerdo da por zanjado el tema.