"Dejad de hacer películas tan largas, por favor". Lo que algunos perciben desde hace un tiempo empieza a ser un clamor popular en las redes sociales y en general entre los comentarios de quienes acuden a las salas: el cine comercial ha alcanzado algún tipo de consenso por el cual tanto las películas con mayor presupuesto y destinadas a un público amplio como las cintas de autor se exceden de las dos horas y llegan a duraciones récord. ¿Quién detendrá esta tendencia?
Algunos ejemplos recientes son Avatar: el sentido del agua, la segunda parte de la exitosa película de James Cameron estrenada recientemente, que alcanza los 190 minutos de duración, media hora más que su predecesora; Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, la película más personal de Alejandro González Iñárritu, quien decidió acortar media hora el metraje hasta los 160 minutos definitivos; o The Batman, de Matt Reeves, estrenada en marzo de 2022, con casi tres horas para contar las nuevas andanzas de Bruce Wayne en Gotham City.
Según analiza en un artículo reciente El Orden Mundial, las 25 películas más populares del año ya duran de media 134 minutos, y de las últimas diez películas estrenadas por Marvel, ninguna baja de las dos horas de duración y cuatro superan los 150 minutos. De esta forma, se revierte la tendencia, de manera que las películas más largas no son necesariamente las historias autorales más minuciosas y con cosmos más complejos que necesitan más minutos para desarrollar sus tramas y personajes, sino que las franquicias y cualquier otro blockbuster alcanzan por sistema una duración prolongada, así como las películas que, aunque pueden tener un estreno simbólico en las salas, están pensadas para las plataformas.
Uno de los argumentos habituales entre los directores responsables de algunos de estos maratones cinematográficos es que ese mismo público al que se dirigen es capaz de ver durante horas y horas varios capítulos seguidos de sus series favoritas
Uno de los argumentos habituales entre los directores responsables de algunos de estos maratones cinematográficos es que ese mismo público al que se dirigen es capaz de ver durante horas y horas varios capítulos seguidos de sus series favoritas y, por lo tanto, no debería haber diferencia entre una sucesión de varios episodios de 45 minutos y una película. Esa es la justificación que encuentran algunos cineastas como el propio James Cameron, y también es el caso de otros directores de un cine más autoral, como es el caso del español José Luis Carrasco.
Durante una entrevista a Vozpópuli con motivo del estreno de su sobresaliente documental El año del descubrimiento, y en referencia a las posibles reticencias por su duración -tres horas y media-, el cineasta alegó que "Masterchef dura más" y que "la gente se pega atracones de series", por lo que entiende que el público ya está habituado a estas sesiones. Sin duda, no le falta razón y tiene cierta lógica, pero no deja de ser algo extraño en el presente.
En un momento en el que la atención es interrumpida constantemente por cualquier interacción a través de las redes sociales, en el que incluso los mejores lectores admiten haber perdido fuelle a la hora de enfrentarse a un libro, y las escenas del cine más comercial en muchos casos han reducido su duración paulatinamente hasta convertirse en eternos trailers ¿Está el público de verdad preparado para permanecer tantas horas ante la pantalla sin moverse de la butaca?
Se da por hecho que si la película se ve en casa, el visionado se dividirá en varias partes, aunque nadie lo admita al día siguiente en la oficina o en el bar. No hace tanto, con motivo del estreno de El irlandés, la producción de Martin Scorsese para Netflix, de tres horas y media de duración, aparecieron guías para ver el filme en formato de miniserie, algo que horrorizó al director. Más honrado fue el español Jonás Trueba, quien introdujo descansos de cinco minutos en su documental en tres actos Quién lo impide, de 220 minutos.
Con motivo del estreno de El irlandés, la producción de Martin Scorsese para Netflix, de tres horas y media de duración, aparecieron guías para ver el filme en formato de miniserie
Otro de los factores a tener en cuenta es la posible contaminación entre la narrativa de los contenidos de las plataformas y de las películas. Tal y como señaló a Vozpópuli Luis Martínez, periodista cultural de El Mundo experto en cine, las producciones de las plataformas, y más en concreto las series, son eminentemente narrativas, por lo que necesitan varias horas para contar todo y hacerlo varias veces, al tiempo que se dejan de lado "las elipsis" y "la construcción del tiempo a través del montaje", algo propio del lenguaje cinematográfico tradicional.
Titanic (195 minutos), El lobo de Wall Street (180 minutos), Cleopatra (192 minutos), La milla verde (189 minutos), Ben-Hub (212 minutos) o La dolce vita (174 minutos) son solo algunos ejemplos de películas comerciales que excedieron los 150 minutos, una frontera a partir de la cual el espectador puede empezar a removerse en su butaca incluso a pesar de disfrutar con la película.
En el extremo opuesto se sitúan cineastas como la francesa Céline Sciamma, capaz de recurrir a la duración precisa y necesaria para no alargar de manera gratuita lo que se dispone a contar y, por tanto, salir victoriosa, como ocurre en su película Petite Maman, un cinta de poco más de una hora que, como si se tratara de una chistera, contiene más elementos emotivos, fantásticos, nostálgicos y dramáticos de los que uno pueda imaginar y, desde luego, de los que uno encuentra en algunas de las películas inexplicablemente largas que solo parecen buscar la rentabilidad. En ocasiones, menos es más.
Yomismo
Si lo dices por esta pelicula he de contestarte que esta además de larga es mala de solemnidad.
AxlMan
Por fin! Es horroroso que las películas duren tanto. Hace años que lo digo. Acabo sin disfrutar; perder casi 3 horas por ver una película no compensa. Hace tiempo que si duran mucho no voy. Prefiero verlo en casa a trozos, cuando quiero lo paro, contesto al movil, me hago la cena, en fin. El que diga lo contrario miente. Y en las tardes de series, lo paro yo cuando quiera. No estoy anclado a la silla 3 horas.
Mazarino
La has piciado LENORO mal referenciando a Meloni para congraciarte con la banda cutre casposa y sucia que nutre a esa izquierda piojosa en la que buscas cobijo. ¿A cuento de qué sale Meloni en tu artículo que me iba resultando medio simpático? Un buen psicólogo te espera Don vito