Sus editores hablan de este libro como una roman à clef, en castellano, una novela en clave. Es decir: de manera más o menos explícita, en sus páginas el autor retrata a personas o situaciones reales bajo la máscara de la ficción. Eso es lo que la periodista, escritora y finalista del Premio Planeta 2014 Pilar Eyre ha hecho en Un amor de Oriente (Planeta), un volumen con vocación de superventas que narra la vida de Muriel Krosby Segura, una joven filipina que se abre camino en la España franquista y a la que no le queda otro remedio que casarse con un aspirante a cantante, un hombre sin atributos: ni talento, ni dinero, ni físico. En dos platos, el libro ficciona la vida de Isabel Preysler durante su primer matrimonio con Julio Iglesias.
“Vargas Llosa está escribiendo sobre Isabel, siempre escribe de sus mujeres. Sólo espero que no le haga competencia a mi libro en las librerías”, dice la autora.
El asunto tiene miga, por donde se mire. Desde hace cuarenta años, Isabel Preysler preside los titulares del papel couché. En ese tiempo, se ha consolidado como su mejor y más exitoso producto. Ella es su marca, su mejor ficción. Una mujer de sociedad; portento del embalsamamiento; taxidermia de un cierto canon del saber estar; la perpetua elegancia de la aristocracia que trajo la democracia: un jet set, de poliespán, pero jet set al fin y al cabo. El interés alrededor de la figura de Isabel Preysler está siempre al alza, todavía más desde que pasea del brazo del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, con quien vive una empalagoso romance. Sobre ese tema, PIlar Eyre no lo duda: “Vargas Llosa está escribiendo sobre Isabel, siempre escribe de sus mujeres –asegura-. Sólo espero que no le haga competencia a mi libro en las librerías”, dice la autora.
Cómo llegó Pilar Eyre a este libro. Porqué llevarlo a la clave ficción si tenía material de sobra. “La editorial me encargó una biografía de Isabel Preysler. Me puse a investigar sobre su vida con todo el rigor que yo suelo hacerlo con mis personajes históricos. Hice una novela biográfica o una biografía novelada, como se quiera llamar. El tema es que tenía demasiados episodios íntimos", explica Pilar Eyre sentada sobre un mullido sillón que apenas se hunde cuando ella se sienta. La escritora no es nueva en estos asuntos, tiene decenas de libros de este tipo. Por eso, honestidad por delante: Muriel Krosby es Isabel Preysler.
En Un amor de Oriente desfilan desde la burguesía franquista y la farándula de la época hasta la mismísima Carmen Martínez- Bordiú, nieta del Generalísimo
Así habla Eyre, con naturalidad. Una mujer esbelta, discreta y educada, con esos modales que usan quienes saben moverse en las hogueras vanidosas. Sus ojos parecen canicas hundidas en una masilla, bolas de vidrio que reflejan la luz del apretado sol de otoño. Sus rasgos tienen algo blando, casi derretido. Una sonrisa que se pierde en un paredón de maquillaje. Así habla Eyre de una escritura que, al menos según ella, no se tambalea en el amaño. Lo dicho en esas páginas es verdad, insiste. En Un amor de Oriente desfilan desde la burguesía franquista y la farándula de la época hasta la mismísima Carmen Martínez- Bordiú, nieta del Generalísimo y amiga de aquella joven que vino de una familia bien de Manila “venida a menos”.
Pilar Eyre se ha posicionado como toda una soprano de la crónica rosa; un periodismo en el que ella acumula años y galones, y con el que ha incursionado en los temas más variados: desde la vida de Eugenia de Montijo o de la –entonces- reina Sofía; los entresijos de la abuela del rey Felipe VI y hasta un perfil biográfico de la vida sexual de Franco. ¿Cómo no iba a atreverse con la señora Isabel Preysley? Sobre ese tema habla Pilar Eyre en esta conversación.
-Isabel Preysler o su trasunto, en este caso Muriel, le permite describir una sociedad franquista, católica, pacata, hipócrita. ¿A quién deseaba realmente retratar usted?
-Isabel Preysler y yo tenemos la misma edad. Esta historia no dura siete años, sino siete generaciones. Porque los años del franquismo duraron generaciones. Del año 1970 hasta 1977, que fue cuando Isabel se separó Julio Iglesias, sirve como un símbolo de la transformación de las mujeres en ese tiempo.
Isabel Preysler es un símbolo de las que pasamos de criarnos en un colegio de monjas a no llevar sujetador. Su vida, porque esta es su vida y yo aquí digo a verdad, se puede convertir en un icono
-Tampoco me dirá que es una transformación del todo ejemplar.
-Isabel Preysler es un símbolo de las que pasamos de criarnos en un colegio de monjas a no llevar sujetador. Su vida, porque esta es su vida y yo aquí digo a verdad, se puede convertir en un icono de la mujer en esa España pacata, hipócrita, llena de secretos y a la que ella llegó desde una cultura distinta a la que enviaron sus padres diciéndole ‘pórtate bien’. Ella no les hizo ni caso, porque salió embarazada, tuvo que casarse con un auténtico desconocido y vivió una vida que no era la que ella había soñado.
-Hay fracaso en esta historia. Ella, que venía a abrirse mundo en España, se casa con un artista mediocre, un hombre sin muchos atributos.
-Bueno, no tanto. Julio Iglesias, con tan pocos mimbres, llega a construirse un mito. A él no le interesaba otra cosa distinta de su carrera. Él tenía una mentalidad de caverna: llevo la comida a la cueva para mi mujer y mis crías y ella debe mantener la casa limpia y darme placer. Isabel Preysler se casó con esta mentalidad: sumisa. Él era simple, ella era compleja y evolucionó. Como el país, después de estar de rodillas, se levantó y evolucionó.
me dijeron que había demasiados episodios íntimos y que tenía que cambiar los nombres. No me pareció tan grave y lo hice, pero al defender mi libro yo no tengo la caradura de decir que esto no tiene nada que ver con Isabel Preysler y Julio Iglesias
-Es curioso. Usted no me dice Muriel, me dice Isabel.
-Porque yo ya admito que esta es la vida de Isabel y de Julio. Piensa que yo estaba escribiendo otra novela cuando me encargaron una biografía de Isabel Preysler. Me puse a investigar su vida con todo el rigor que yo suelo hacerlo con mis personajes históricos. Hice una buena biografía novelada, pero biografía. Así fue a la editorial, como una biografía. Pero me dijeron que había demasiados episodios íntimos y que tenía que cambiar los nombres. No me pareció tan grave y lo hice, pero al defender mi libro yo no tengo la caradura de decir que esto no tiene nada que ver con Isabel Preysler y Julio Iglesias, que son dos personajes que no tienen nada que ver con lo que nos han contado hasta ahora.
-Es usted demasiado generosa con Isabel Preysler.
-Retrato una idea de ellos que desconocemos. Yo tengo 40 años como periodista y conozco a Julio e Isabe, pero cuando investigué sobre un periodo tan poco documentado como esa etapa de sus vidas, porque entonces Isabel no era un personaje público, me he encontrado con la enorme sorpresa de que Julio Iglesias fuese el típico macho criado en una familia de derechas y que ella no era una niña tan inocente. Ella venía de una buena familia, pero se casó con Julio Iglesias pensando que era un cantante importante, cosa que no era verdad. A duras penas llegaban a fin de mes y no tenía dinero para pagar los músicos. Se casó con un hombre que dijo ser cojo por un accidente de coche, que era mentira; que dejaría la carrera de músico para dedicarse a ser abogado, cosa que también era mentira, y que iba a ser un gran padre y un gran marido, y que no fue ni una cosa ni otra. Le fue infiel desde el viaje de novios. Ella comienza aceptándolo, pero los tiempos y la modernidad la iban arrollando y al final ella decide salir de esta sumisión y aquel matrimonio, que fue un infierno.
Pero también en este libro hay ironía y humor, porque hay cosas tan grotescas que despiertan cierta risa.
-¿Qué es esto? ¿Una tragedia? ¿Una comedia? ¿Un melodrama?
-Es una tragedia, porque tener 19 años y vivir en un país, sin ningún apoyo, y meterte en esta historia con una persona que no tiene ninguna intención de serte fiel, es un drama. Pero también en este libro hay ironía y humor, porque hay cosas tan grotescas que despiertan cierta risa. Piensa que todo ocurre en un mundo en demolición, el franquismo está acabando. Cuando Isabel se casó con Julio Iglesias no existía el divorcio. Eso también fue un escándalo y sin embargo ella se separó. No me gusta hablar de mensaje, ni mucho menos, pero en el libro está la idea de que todos tenemos recursos para salir adelante. Ella se fue con un hombre mucho más pobre, que fue el marqués de Griñón. Es ahora esto de que todo cuanto toca Isabel se vuelve oro, pero entonces no era así.
-En el caso de ella, el matrimonio no es un destino: es un mecanismo de, cómo decirlo, ascenso social.
-Ella no quería casarse con Julio Iglesias, no era un buen partido. Lo hizo porque salió embarazada. Incluso, quiso tener su hijo sola, pero Julio Iglesias insistió. Además como si fuera un premio. Por eso el cura dice: ella era la novia más triste del mundo. Aquella boda fue horrible. Los invitados estaban contratados, y los fans. ¡Hasta el traje era falso! El representante la obligó a decir que el vestido era de Pedro Rodríguez y no de su modista! Esa vida comenzó de manera grotesca y fuera de la realidad. A eso se suma una suegra que la odiaba, que aseguraba que ella había conquistado a su Julito con sus artes amatorias.
-Por cierto, queda algo mal parado Julio Iglesias como amante.
-Pero luego va aprendiendo. Los dos en verdad. Aunque ella, claro, es una mujer muy refinada, con un sentido de la sensualidad muy refinado como todas las orientales. Debajo de su aparente frialdad es un volcán de pasión. Esa frase es verdad, es literal, la dijo Julio Iglesias.
En las primeras elecciones democráticas del año 77 ella iba a votar por Fuerza Nueva. Cuando murió Franco fue a verlo. Fue el marqués de Griñón el que la convenció para que, al menos, votara por Alianza Popular.
-De la misma forma, con cierto exotismo, se adentra en la burguesía franquista. Hay una contradicción entre lo que ella es y la sociedad conservadora en la que se abre paso
-Una de las mayores dificultades que he tenido al escribir este libro ha sido tener que desechar son todas las leyendas urbanas que hay alrededor de Isabel. Se dice que ella viene de una familia muy humilde de Filipinas, con un pasado oscuro. Veamos: sí, había tenido un amor con un hombre que no le convenía, pero tampoco es que viniese de una familia pobre. Ella vino a casa de sus tíos, que vivía amancebados, por eso su tío no pudo ser su padrino de bodas. Entró en cambio en una familia muy conservadora de la que asumió hasta la ideología. En las primeras elecciones democráticas del año 77 ella iba a votar por Fuerza Nueva. Cuando murió Franco fue a verlo. Fue el marqués de Griñón el que la convenció para que, al menos, votara por Alianza Popular.
-La España que usted retrata, contra la de hoy, resulta un universo casi de ficción, y ella la heroína de manual.
- Lo realmente fantástico o inverosímil es que haya podido adaptarse. Isabel ha sido la gran empresaria de una única empresa: ella misma. Tiene algo de adaptación de las especies. Ella ha sabido adaptarse y sobrevivir. La pareja icónica, Isabel y Julio, tenía una fuerza icónica que no se da frecuentemente. Y que ella no tuvo ni tendrá con nadie.
-¿Ni siquiera un Premio Nobel?
-Ni siquiera. Piensa que ambos estaban en la flor de la vida. Ocupaban las páginas de los diarios. Eran guapos. Esa colisión no se ha vuelto a repetir.
Cuando ella se casó con Julio Iglesias era Isabel, cuando se divorció se convirtió en la Preysler. Ella ha ido perfeccionando y afilando su instrumento que es ella misma.
-¿Realmente no le parece que está dulcificando su figura?
-No. Yo cuento la verdad. Los defectos de Isabel Preysler están en el libro también. Yo no creo que ella esté nada contenta en esta biografía. Hay demasiada intimidad, demasiados sentimientos y contradicciones. Se dejó llevar por muchas personas, se terminó convirtiendo en un muñeco de trapo. Todo el mundo la vigilaba, la espiaba. La Isabel de ahora se forjó en esos años. Cuando ella se casó con Julio Iglesias era Isabel, cuando se divorció se convirtió en la Preysler. Ella ha ido perfeccionando y afilando su instrumento que es ella misma.
-A usted le gusta elegir personajes frívolos o al menos su lado más frívolo, para hacer retratos amargos. Lo hizo en Franco Confidencial, ¿usted se la pasa pipa?
-(Ríe) Me hace ilusión que lo mencione, porque creo que es mi mejor libro y estoy muy orgullosa. Pero, la verdad es que disfruto mucho escribiendo y quizá sí he conseguido un recurso en este tipo de historias. Pero a mí me gusta leer el alma de las personas y no condeno a nadie.
-Bueno, se condenan ellos solitos.
-Todo tiene una motivación, hasta los crímenes más horrendos. Lo que intento con mis libros es encontrar un resquicio de humanidad, una mirada de empatía y ternura con la gente. Que los lectores también se diviertan, y sufran, y se involucren. En una época en que salen 30 días diarios, es lo menos que se puede intentar, ¿no?
Un día conversaba esto con Pérez-Reverte, él decía que cierta crítica miraba con aprehensión a los escritores que venían del periodismo. Lo mío es doble, porque yo encima vengo de la prensa del corazón.
-Venga: usted y sus editores saben que esto va a vender.
-Se publican muchos libros y yo me tomo muy en serio mi trabajo. Hasta ahora tengo suerte de tener lectores, y ojalá sigan. Fíjate, lo curioso, es que los periodistas que escribimos libros recibimos críticas no de los lectores sino de los compañeros. Un día conversaba esto con Arturo Pérez-Reverte, él decía que cierta crítica miraba con aprehensión a los escritores que venían del periodismo. Recuerdo que le dije: lo mío es doble, Arturo, porque yo encima vengo de la prensa del corazón. Y él me decía: ¿y qué coño nos importa? Queremos tener lectores y la opinión de cuatro críticos amargados nos importa un pito. Y yo dije, pues sí, esta tendría ser la opinión. Pero…
-¿Por qué?
-Pues que lo quieres todo: lectores y gente que entienda tus libros. Pero si te tomas tu trabajo en serio, al final es tan digna la prensa del corazón como la prensa política. Lo vemos hoy en los periódicos en Internet: lo que más tráfico de información genera son las noticias no sólo de corazón, sino las noticias humanas. EL periódico en Internet vive de esas historias.
-Si pudiésemos hacer un correlato literario de Isabel Preysler con otro personaje de ficción o incluso histórico, ¿a quién elegiría?
-Creo que tiene un enorme parecido con Eugenia de Montijo. Era una mujer en ese sentido honesta: nunca engañó a nadie y siempre tuvo esa ambición de ser alguien. Isabel es una mujer ambiciosa, ha conseguido muchas cosas y seguirá dándonos sorpresas.
Mario Vargas Llosa va a escribir de Isabel, espero que lo retrase un poco, no vaya a hacerme competencia en las librerías.
-A Isabel Preysler la asociamos con la frivolidad e incluso dudamos que tenga solvencia intelectualidad. Ella siempre ha salido, es cierto, con parejas de prestigio y con un perfil alto. ¿Qué es la relación con Mario Vargas Llosa en su repertorio?
-Ella está muy enamorada. Yo lo creo. La primera periodista con la que Isabel habló de esta relación fui yo. Lo publiqué en El Mundo, en La otra crónica. Estamos apasionadamente enamorados, me dijo ella. Ella de Mario Vargas Llosa y él de ella. Mario Vargas Llosa va a escribir de Isabel, espero que lo retrase un poco, no vaya a hacerme competencia en las librerías.
-¿Cómo dice?
-Sí, claro. Él siempre ha escrito de las mujeres de su vida y ahora está escribiendo, estoy convencidísima, de ella. Isabel va a ser la protagonista de su próximo libro.
-Usted me toma el pelo.
-Es una hipótesis. No me extrañaría nada, la verdad –risas-. Pero hablando en serio, un día le pregunté a Isabel Presley por qué se enamoraba siempre de gente conocida y no, por ejemplo, de un camionero. Ella me dijo: porque no conozco ninguno. Esa respuesta tan simple me pareció significativa. Su mundo en ese.