Cultura

El problema es el dinero: Tita Thyssen pide demasiado al Estado por su colección privada

El gobierno ha anunciado tres meses de prórroga para las negociaciones que determinarán el futuro de la Colección Carmen Thyssen.

  • El problema es el dinero: Tita Thyssen pide demasiado al Estado por su colección privada

Al Gobierno le gustaría "un acuerdo a largo plazo” con Carmen Thyssen sobre la cesión de su colección personal al Museo Thyssen Bornemisza: sustituir las renovaciones anuales por un acuerdo de entre cinco y diez años, al menos.  Así lo dijo el portavoz del gobierno y responsable de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo, al finalizar el consejo de ministros pasado, cuando anunció la prórroga de las negociaciones entre ambas partes  durante tres meses más, hasta el 31 de julio. La anterior prórroga  expiraba el 30 de abril. Hay quienes aseguran que podría llegar verano y el asunto no estar cerrado todavía.

Cada parte tiene una apreciación distinta sobre el valor de las obras y el tiempo que ese convenio debe durar

¿Qué pide Carmen Thyssen y porqué eso retrasa tanto las conversaciones? ¿Cuál es la piedra de tranca? Para comenzar, el dinero. Cada parte tiene una apreciación distinta sobre el valor de las obras y el tiempo que ese convenio debe durar. La idea de acuerdo a largo plazo que tiene Carmen Thyssen dobla la que tiene el gobierno. Mientras Méndez de Vigo pide un acuerdo por diez años, ella pide 20. Tanto el ministerio de Educación, Cultura y Deportes como el entorno del museo Thyssen se muestran parcos y cautelosos al momento de contestar a las preguntas sobre el particular. Remiten, siempre, a documentos y declaraciones públicas.Todo sea dicho: en ese registro han sido muy claros al respecto.

Carmen Thyssen valora su colección personal en 1000 millones de euros, el Estado considera que su valor es de 500

Carmen Thyssen pretende, según ella misma explicó a mediados de febrero, que el acuerdo al que llegue con el ministerio contemple movilidad para sus cuadros –dejar abierta la ventana para su préstamo a otras instituciones o la salida del país de las obras, con los gastos de transporte y seguros a cargo del Estado -, y que existe un modelo de alquiler calculado a partir de  la valoración global de su colección de  1000 millones de euros. Es justo ahí donde el tema se complica. Carmen Thyssen pide un alquiler (basado en esa tasación) que sobrepasa la capacidad económica del Estado. No hay que olvidar que hace apenas un mes, el Estado valoró la colección justo en la mitad del precio que coloca sobre la mesa la baronesa: 500 millones de euros.

Para algunos galeristas y especialistas en colecciones privadas, la valoración que hace el equipo de Carmen Thyssen está dispuesta función de precios “pre-crisis”

El desfase entre la cifra del avalúo que sirve de punto de partida es más que evidente. Para algunos galeristas y especialistas en colecciones privadas, la valoración que hace el equipo de Carmen Thyssen  está dispuesta función de precios “pre-crisis”. Exceptuando un núcleo de cerca de 20 obras, muchas otras de su conjunto ya no tienen el valor de hace unos años de cara a formar parte de la colección de la institución. Por tanto, la oferta de alquiler que se deriva de ese valor resulta demasiado elevado, considerando que la colección del barón Thyssen –adquirida por el Estado en los años noventa- es mucho más importante en número y calidad  que el capítulo personal de Carmen Thyssen, que posee alrededor de 400 obras cuyo valor de unidad es mucho menor y se encuentra segmentado.

"Los 426 cuadros son de su propiedad, y ella está prestándoselos al Estado. Otra cosa son los 800 cuadros de la Fundación Thyssen-Bornemisza, que es un museo nacional (…)"

No es en absoluto un argumento desconocido. Ya la semana pasada, en su intervención pública tras el consejo de ministros, Méndez de Vigo dijo algo que iba en la misma línea. "Esas cosas llevan su tiempo. He sido siempre muy respetuoso con los intereses de Doña Carmen, porque los cuadros, los 426 cuadros son de su propiedad, y ella está prestándoselos al Estado. Otra cosa son los 800 cuadros de la Fundación Thyssen-Bornemisza, que es un museo nacional (…) hay que buscar y encajar los intereses, pero estamos trabajando bien, de forma positiva y yo confío en que lleguemos a un acuerdo. Siempre darse más tiempo es síntoma de voluntad por ambas partes para llegar a ese acuerdo", dijo refiriéndose concretamente al tema alquiler.

La colección en sí misma 

Carmen Thyssen, a través de su gabinete de comunicación, aseguró que el objetivo de las negociaciones es "definir un marco legal estable" para la colección, en el que se "especifique" tanto el régimen jurídico de las obras, "su disposición y movilidad", y "el régimen fiscal" de su actividad de mecenazgo. El proceso de negociaciones, o el menos en lo que este capítulo específico comporta, comenzó el pasado 15 de febrero. 

La Colección Carmen Thyssen-Bornemisza surgió como una continuación de la Colección Thyssen-Bornemisza, iniciada por el padre del barón a comienzos del siglo XX y que tomó a mediados de los años ochenta, cuando el barón Hans Heinrich formalizó un acuerdo con sus hijos para evitar la dispersión de la colección de su padre, que él había ido aumentando. Las 240 obras de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza que se exhiben en el museo, unidas a la colección del barón Thyssen, que el Estado Español compró en 1993, permiten hacer un recorrido por la historia de la pintura europea desde sus inicios en el siglo XIII hasta las postrimerías del siglo XX. Sin embargo, la naturaleza de esta es complementaria a la colección del museo. 

La colección de Carmen Cervera está formada en su mayoría por obras que heredó del barón, con autores como Canaletto, Fragonard, Constable, Courbet, Monet, Sisley, Renoir, Degas, Gauguin, Rodin, Matisse o Picasso. El núcleo principal del conjunto, formado por 240 piezas, es la pintura holandesa del siglo XVII, el vedutismo del siglo XVIII, el paisajismo naturalista del XIX, tanto francés como norteamericano, el impresionismo, el postimpresionismo y las primeras vanguardias del siglo XX, con especial énfasis en el expresionismo alemán.

Renovación consecutiva

En 2011, cuando el tema de la renovación llegaba al plazo final de decisión, todo comenzó a complicarse: Carmen Thyssen quería vender al Estado las obras, pero no a cualquier precio.La ciuda del barón ya había rechazado a finales de 2010 una oferta del anterior Ministerio de Cultura, dirigido por Ángeles González-Sinde, para alquilar su colección durante dos años por una cantidad fijada en base al cálculo que se estableció para el alquiler de la colección del barón Thyssen, antes de que fuera comprada por el Estado en 1993.

Thyssen dijo entonces que a pesar de tener "muchas ofertas" de otros países para llevar acoger la colección, ha luchado durante años para que la colección de su marido se quedara en España y su deseo es que la suya también permanezca aquí. "¡Qué se le va a hacer¡", dijo al año siguiente luego de mantener su decisión de ceder un año más su colección al Estado. Además, en esa ocasión aseguró que rezaba "para que se acabara la crisis". Lo que más le preocupaba entonces era dejar las cosas "arregladas" para sus herederos.

En julio de 2013, y ante su necesidad de "conseguir liquidez", Carmen Thyssen vendió en una subasta celebrada en Londres, por 27,89 millones de euros, el cuadro La esclusa ("The lock") de John Constable, una de las joyas de su colección privada. Según los términos del acuerdo de préstamo, la baronesa tiene derecho a vender un 10 por ciento del valor total de la colección, fijado en 800 millones de euros, y la venta del Constable supuso menos del 5 por ciento. Sin embargo, la venta supuso polémica con otros miembros del patronato, entre ellos, Francesca Thyssen, archiduquesa de Habsburgo y la única hija del barón que es miembro del patronato del MuseoThyssen-Bornemisza.

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