Debuta en el largometraje y con su ópera prima compite por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, pero esta fotógrafa y poeta estadounidense es una veterana en el certamen donostiarra. Raven Jackson formó parte en 2018 de la competición de cortometrajes dirigidos por estudiantes de cine con su cortometraje Nettles, y dos años más tarde su proyecto All Dirt Roads Taste of Salt fue seleccionado para su desarrollo en el programa Ikusmira Berriak. Con el título de este último proyecto y en formato largometraje aspira ahora al máximo galardón del Zinemaldia y su propuesta no pasará inadvertida.
Tal y como han señalado quienes ya la han visto, All Dirt Roads Taste of Salt es heredera de la poética de cineastas como Terrence Malick y comparte también el gusto de una generación de cineastas que en los últimos años han dedicado espacio a contemplar el cuerpo, el contacto físico o los abrazos. Así, Raven Jackson se presenta con este debut como una artesana del afecto carnal y activista del momento presente en el que se acumulan los recuerdos, el amor familiar y la memoria de quienes nos preceden.
Su película, que compite en San Sebastián tras tener su primera proyección en el Festival de Sundance, es experimental y su investigación consiste en no ser explícita con el relato sino profundizar en las conexiones a través del montaje, con el que ordena y desordena los momentos vitales de una familia para capturar la emoción. Lo que se ve en pantalla no es más que momentos de la vida de una mujer en distintas etapas: como una bebé a la que acunan en los brazos, una niña a la que enseñan a pescar y cortar el pescado, que ve bailar a sus padres y que asiste a un funeral; o una mujer que se enamora y que ve crecer a su sobrina.
Lo que se ve en la pantalla no es más que los momentos de la vida de una mujer en distintas etapas: como una bebé a la que acunan en los brazos, una niña a la que enseñan a pescar y cortar el pescado, que ve bailar a sus padres y que asiste a un funeral; o una mujer que se enamora
El rodaje de esta película tuvo lugar en lo más profundo del estado de Misisipi, al sur de Estados Unidos, un "desafío" que tuvo lugar durante la pandemia por covid. Aunque lo que se ve en pantalla es "ficción", Raven Jackson recurrió a detalles de sus familiares, de sus seres queridos, y, de hecho, el título llega por una conversación que tuvo con su abuela.
"Hay fotos de miembros de mi familia en la pared y uno de los personajes tiene el nombre de una abuela que falleció. Hay detalles para sentirme cercana a la película a un nivel más profundo", ha revelado sobre una película que en todo momento parece un ejercicio introspectivo, que desborda intimidad y que habla con delicadeza y buen pulso del paso entre generaciones, de la herencia o de la maternidad.
Según ha explicado la directora en la rueda de prensa posterior a la proyección del filme, en la que ha estado Vozpópuli, no le interesa el pasado ni el futuro, sino que su objetivo era que todo se viviese en el presente. "El montaje tenía que tener una fluidez que se asemejara al agua y estar en el momento. Hay escenas, como los abrazos, que se decidían en el plató, no sabía cuánto iba a durar la toma, y había que dar el tiempo que se necesitara, también en el montaje", ha señalado Raven Jackson sobre una de las escenas más destacadas de las película.
Del mismo modo, la película de Raven Jackson da espacio a las mujeres afroamericanas y sirve también para ella como una suerte de homenaje. "Me interesó mucho crear una historia que hacía un tributo a las personas que quiero y conozco y tenía que ver con la vida. Era importante para mí también hacer una película con personajes de mujeres negras y dar espacio e invitar a gente a la interioridad e estos personajes", ha indicado.
Raven Jackson: la apuesta de Barry Jenkins
"Mis películas son para gente atrevida que quiere pensar fuera de la caja", ha señalado la cineasta, que ha celebrado la apuesta de la empresa productora, Pastel, por el proyecto que dirige ella y que cuenta con la producción ejecutiva de María Altamirano, una amiga de la escuela de cine que se embarcó en este proyecto hace varios años. "Uno de los desafíos era hacer algo no tradicional. Queríamos rodar en 35 mm con una visión muy distinta, por ello buscamos los socios adecuados para mantener el enfoque y la integridad de algo no convencional y atrevido", ha señalado Altamirano.
Directora y productora hablan de una empresa, Pastel, que está capitaneada por el director Barry Jenkins (director de la oscarizada Moonlight) y que se encuentra detrás de películas como la reciente y celebrada Aftersun, a lo que se suma la distribución de A24, estudio que consiguió ganar todas las categorías de la pasada edición de los Oscar con Todo a la vez en todas partes. A pesar de su carácter experimental y su espíritu poético, esta es una apuesta fuerte por una película que no pretende dejar indiferente al espectador. "Si te enredas a la película es también una experiencia épica", ha destacado en esta rueda de prensa Adele Romanski, de Pastel.
Sin_Perdon
No me cabe duda de que esta chica llegará lejos. Reúne todas las cualidades para ello: mujer, afro, feminista, activista negra, preocupada en trasladar dinámicas femeninas,... Ya, no he dicho nada sobre supuestas cualidades artísitas para ello (como planear tan bien una toma que "Hay escenas, como los abrazos, que se decidían en el plató, no sabía cuánto iba a durar la toma, y había que dar el tiempo que se necesitara, también en el montaje". O sea, una directora que no dirige, simplemente se dedica a observar. Y por lo que nos cuenta Miriam este film promete ser un truño de los que hacen época, de esos que aburren soberanamente (recuerdo como intenté ver "El espejo" o "Nostalgia" de Tarkovski atraído por "La infancia de Ivan", y me resultó del todo imposible poder terminarlas, no me extraña cuando un colaborador relataba en los "extras" del DVD como el guión de una de ellas la hicieron en 15 días encerrados en un hotel estando hasta arriba de vodka, es lo que tienen los "genios", que cualquier porquería alcanza el hito de obra maestra). Me sorprende (bueno, realmente no) que todos estos activistas "black" estén muy preocupados en dar visibilidad a su raza, cuando a las otras las ignoran totalmente. Eso sí, no le pidas eso a un profesional blanco, latino o asiático porque será tildado de "racista". Por cierto, los activistas "black" niegan que un negro pueda cometer actos de racismo aunque discrimine a otra raza, según ellos los negros solo pueden sufrirlo, nunca causarlo ¿A que mola?. Yo de mayor quiero ser negro, debe molar eso de ser mezquino y que no te puedan acusar de serlo.