Robe Iniesta (Plasencia, 1962) es lo más parecido a un artista del renacimiento: compone música y letra, toca varios instrumentos, escribe novela y poesía y acumula más de 15 discos editados -con Extremoduro, en solitario y con el experimento llamado Extrechinato y tú- a lo largo de una vida dedicada al arte.
En su último disco con su banda 'Los Robe', con quienes acumula una década de trabajo al margen de Extremoduro, Robe ha compuesto su LP más largo (58 minutos): 'Se nos lleva el aire', nueve canciones compuestas durante la pandemia y que vieron la luz el diciembre pasado.
Con esta banda, que el artista asegura que es "más banda" que la de Extremoduro -que varió considerablemente a lo largo de su historia-, se consagra como uno de los grandes músicos de la escena actual. De hecho, para su gira de este verano se vendieron 100.000 entradas el primer día y varias fechas ya cuelgan el cartel de 'sold out'.
A pesar de que Extremoduro lanzara su último álbum en 2013 y la banda contara con un amargo final, una gira de despedida que nunca se celebró ni celebrará y una querella con la promotora 'Live Nation', a Robe no se lo ha llevado -de momento- el aire, aunque sí el arte, del que parece ser esclavo y al que dedica las mejores palabras en 'El poder del arte', una canción de nueve minutos que reza las siguientes líneas:
"Tal vez si pudiera hablarte,
de si fuera cierto
que el poder del arte
bien nos pudiera salvar de una vida inerte,
de una vida triste,
de una mala muerte".
Rock transgresivo y arte clásico
Es precisamente esta canción la que ha elegido el Museo del Prado para poner música a algunos de sus cuadros como 'La fragua de Vulcano' de Velázquez o 'David vencedor de Goliat' de Caravaggio.
Robe explica que "la palabra inerte (sin vida) procede del latín iners inertis, que está formada por el prefijo in (sin) y la raíz ars artis (arte)". "¿Es casualidad o es que en algún momento nos dimos cuenta de que sin arte es lo mismo que sin vida?", reflexiona.
Esta "colaboración inesperada", según el Prado, entre el arte clásico y el rock sinfónico transgresivo "como una manera de reivindicar el poder evocador de las imágenes y las posibilidades de combinación de las diferentes expresiones artísticas".
Robe asegura que "la pintura no necesita música, ya tiene. Y la música no necesita imágenes, ya tiene", y reflexiona que "somos nosotros los que necesitamos que alguien nos salve de una vida inerte".