Están en forma. Más viejos, más pellejos, pero con la misma actitud que hace cuatro décadas, cuando actuaron en el estadio Vicente Calderón . Los Rolling Stones salieron al escenario del madrileño Wanda Metropolitano y demostraron que no solo son una empresa millonaria, sino que son unos músicos entregados a la causa y convencidos de ofrecer el mejor concierto posible pese a que ya casi son octogenarios. Sesenta años no es nada.
El ambiente alrededor del estadio horas antes del show era de las grandes citas. Varias generaciones ataviadas con la indumentaria del legendario grupo inglés hidratándose con cerveza y con el ánimo por las nubes. Antes del inicio del concierto solo quedaban a la venta unas pocas butacas de las 45.000, según pudo comprobar Vozpópuli. En todo caso, lucía a rebosar el recinto del Atlético de Madrid, lejos del centro de la capital, y cuya organización ofreció unos accesos ágiles y sin incidentes, algo más inusual de lo que debería en este tipo de eventos, con entidad de macrofestival.
Pasaban las diez de la noche y el escenario con forma del icónico logotipo de la banda apagó las luces. El público rugió y comenzó a sonar una estruendosa batería mientras las pantallas ofrecían imágenes del fallecido Charlie Watts, miembro de la banda desde sus inicios, y que perdió la vida hace casi un año por enfermedad.
Tras el homenaje, diez músicos comandados por Mick Jagger (voz), Keith Richards (guitarra), Ronnie Wood (guitarra) y Steve Jordan, a la postre sustituto de Watts y viejo colaborador del grupo, salieron el escenario. Chillaron los acordes de Street Fighting Man.
Jagger contoneó el culo, agitó los brazos y jaleó al público volviéndolo loco. Sin respiro siguieron con 19th nervous breakdown, otro clásico de la banda publicado en 1965. La canción se convirtió en un amasijo sónico que se diluyó entre los gritos del público. No arrancaron finos. Especialmente Richards, que parecía que se acaba de levantar de la siesta. Ubicado en un segundo plano, el guitarrista de 78 años, observaba el mástil de su Telecaster entre ensimismado y concentrado. De vez en cuando levantaba la mirada para observar al pudiente público que se pudo costear las entradas del infame Golden Circle (Círculo dorado), al que un reducido cupo de espectadores pudo ver el escenario en primera fila separados de la masa por la obscena cifra de más de 300 euros.
Richards, que parecía señor mayor perdido en la sección de congelados de un supermercado, dejaba bajar y subir la mano izquierda por el mástil como si estuviera oteando los acordes que tiene que poner; con la derecha rasgaba tímidamente, siempre a la altura del puente y con su particular inclinación. Steve Jordan, implacable, eficiente y un superclase en la batería, cruzaba sonrisa con su viejo amigo cada vez que se acercaba.
“Hola, Madrid”. Jagger saludó al público solícito y rendido. “Este es nuestro primer tour por Europa sin Charlie. Le echamos de menos”. Sonó Sad, sad, sad, Jagger se quitó la chupa roja de lentejuelas y la azotó detrás del escenario. Ya era una esas noches de verano y los Stones comenzaron a carburar con su clásico Tumbling Dice, pese a que las guitarras resonaron chillonas, estridentes y sin finura. Wood no le sacaba brillo y Richards seguía enredado entre los trastes. Una cosa ya estaba clara: la maquinaria y el timón los mueve Jagger. El día que falte, se acabó.
Rolling Stones, de menos a más
Tras Out of time, inédita en directo, tocaron Beast of Burden, escogida por el público en una encuesta que lanzaron por Internet y con la que bajaron las revoluciones y el volumen. El público se relajó por un momento y aprovechó para rellenar los vasos, a pesar de los 12 euros que cobraban por un litro de cerveza. El primer escopetazo del concierto llegó pronto. “Quieres cantar conmigo”, preguntó en un acentuado español Jagger, que con casi 78 años se sigue moviendo por el escenario con la energía de un gimnasta. Arrancó con la guitarra acústica You can't always get what you want y y se produjo la primera gran comunión con el público, que se desgañitó coreando el clásico de la banda.
El grupo mostró imágenes de la devastación de Ucrania durante la interpretación del clásico 'Gimme Shelter'
Con Honky Tonk Women por fin reventaron las guitarras, que erupcionaron como fuego sobre el Wanda. Jagger se contoneó por la pista con la sensual Miss You y el grupo ya agarró velocidad de crucero con un Richards que empezaba a despertarse del letargo. Tras corear el Cumpleaños feliz a Ronnie Wood, que cumplía 75 años, Richards cantó dos temas (Happy y Sleeping Away) con las que le dio un relevo a Jagger a los mandos de la nave.
La apoteosis llegó en la última parte del concierto, cuando los Stones comenzaron a empalmar los clásicos más conocidos de la banda. Richards disparó los acordes de Start me up y ya se estaba paseando por el escenario como en su casa. El público bailó y saltó con fuerza. Le sucedió Paint it black. Y aquí la banda ya sonaba como una apisonadora que avanzaba sobre el psicoldélico riff publicado hace 56 años.
Un Richards desatado comandó los últimos compases del concierto donde dispararon Sympathy for the devil, Jumpin' Jack Flash, Gimme Shelter. Para entonces Richards ya tenía la mirada de los 100 metros y los riffs sonaban como si estuviera a punto de tronar el cielo. El cierre, como no, lo pusieron con (I Can’t Get No) Satisfaction, con la que cerraron el primer concierto de su gira europea y con el que demostraron que todavía tienen músculo y que mantiene el tipo dignamente a pesar de que llevan 60 años entre carreteras y aeropuertos.
Reliable1
Just for the record: "Quienes vieron el concierto desde el gallinero del fondo se dejaron 100 euros, la entrada más barata. De ahí, el precio se disparaba hasta los 300 euros por verlos en la zona más próxima al escenario"
Reliable1
Pelayo, please! "....si no que son unos..." (sic) better "sino que". No te apures, muchos lo hacemos mal. Saludos.
Reliable1
Del " a rolling stone gathers no moss" han devenido a "hunter gatherers" del "musgo" de los incautos asistentes...pero sarna con gusto no pica.
Reliable1
En el primer párrafo y en negritas: "no solo son una empresa millonaria, si no que son unos músicos entregados a la causa"... de la pasta gansa de los Rolling Stones, los cantos rodados, es decir, los veletas* de la vida. Y "on top of it" la empresa organizadora para calmar la sed a 12 € la botella de cerveza de a litro. Los ojos me hacen chiribitas. * DRAE 4. m. y f. Persona inconstante y mudable.