En uno de los capítulos de la famosa serie de animación para adultos norteamericana Padre de familia, el hijo mediano de la familia, Chris Griffin, se teletransporta al videoclip de la famosa canción Take on me, de la banda noruega a-ha, en el que el cantante y su acompañante se convierten en dibujos en blanco y negro que cobran vida, bailan y huyen. Este es uno de los guiños musicales de la conocida serie, que también rinde homenaje a otras célebres bandas y artistas como Journey, Bryan Adams, The Proclaimers, Daft Punk, MC Hammer, Peter Frampton o los Beatles.
El grupo hizo historia se convirtió en el primero en conseguir éxito más allá de las fronteras de su país y su trayectoria, como la de muchas otras bandas, esconde una trama de lucha de egos y envidias que, sin ser nada del otro mundo, por sí sola despierta la curiosidad de cualquier aficionado a la música de los 80 y, por supuesto, de quienes en aquellos años admiraron a aquel trío llegado de los países escandinavos, de cuya cultura popular se conocía tan poco.
Ese es el aliciente de a-ha: la película, un documental que hace un repaso a toda la carrera de la banda noruega y pone el foco en las dinámicas de poder entre los miembros del grupo, sus obsesiones y sus terrores, como ya lo han hecho otros largometrajes y recientemente hemos visto en la serie documental de Movistar+ sobre Locomía o desde hace unas semanas en los cines con Elvis, el biopic de Bay Luhrmann.
¿Qué tiene de especial ahora esta pieza? Sin duda, logra algo inaudito, que es dedicar algo más de hora y media a hablar de la vida de estos tres chicos en la música y meterse en sus sentimientos sin pararse a indagar en sus vidas privadas, algo que no hace falta para presentar a a-ha: una boyband, muy a su pesar, que desde que empezó a componer canciones, a principios de los 80, trató de mantener el equilibrio entre la calidad y la fama.
a-ha y Take on me, su maldición
El año 1985 marco un antes y un después en la banda. Tras varios años buscando una discográfica en Londres, viviendo en pisos destartalados y comiendo avena para no gastar sus ahorros, la canción Take on me llevó al grupo a otra dimensión y les abrió las puertas del mercado internacional. Aquel riff que Morten compuso cuando apenas tenía 14 o 15 años, según él mismo cuenta en este documental, se convirtió no solo en un éxito, sino también en una especie de condena, por la que muchos consideraron a la banda un "one-hit wonder".
Sin buscarlo, y con referentes alejados de aquello en lo que ellos se habían convertido, como Echo & the Bunnymen o Soft Cell, a-ha acabó convirtiéndose en un "producto". Ser famosos no les ayudó a llevar la carrera por el camino que querían o a dejar un "legado con el que sentirse orgullosos".
Lo cierto es que la película quizás se queda un poco larga en cuanto a su duración, y por momentos da la impresión de que uno está viendo simplemente las quejas de unos artistas que, tras cuatro décadas juntos, apenas pueden aguantar juntos. O, peor aún, una terapia de un matrimonio que trata de encontrar una solución a sus problemas al tiempo que sigue compartiendo casa, coche y otras obligaciones. Esta película llega apenas unos días después de su actuación en el Festival Jardins de Pedralbes de Barcelona y, a pesar de los testimonios y de lo imposible que resultará verlos en el estudio de nuevo -a juzgar por sus comentarios-, da la impresión de que hay a-ha para rato.