Sant Jordi está a la vuelta de la esquina y los libreros y editores hacen sus cuentas. La cita catalana es el reclamo editorial por excelencia y acaso el más visible en una ciudad que se vuelca en el libro, pero en abril hay muchas más fechas señaladas que rodean la literatura y convierten este en mes en el más libresco del almanaque. La conmemoración de la muerte de Miguel Cervantes -es el día 22, aunque persista el 23 como oficial- y la de Shakespeare, por ejemplo, hacen que sea justo en esta semana cuando cobre todavía más sentido el acto de leer, una acción individual –probablemente la que más – y que, paradójicamente, se celebra más con reclamos grupales que con una invitación a su práctica enjundiosa y solitaria. Planteada fuera del libro y no en el libro, las actividades en torno a su día olvidan lo más importante: leer.
Esta no es cualquier fecha. Está marcada en el calendario con un grueso círculo rojo. Es la fecha que esperan editores, autores, libreros y lectores. Años tras año, el sector dibuja una hoja de ruta de cómo avanzará el mundo del libro en el resto de las citas a partir de cómo vaya Sant Jordi, que este año cae martes, día laborable, lo que indica que existen cuatro días más de ventas -los que se consumen desde el viernes hasta la víspera-. Hay mayor oportunidad de vender.
Sin embargo... ¿Cómo llega este año el sector libro a Sant Jordi? La respuesta tiene sus bemoles económicos y políticos. De llegar, pues lo hace reforzado. Tras una caída del 30% en sus cifras de ventas desde la crisis, la industria editorial española registró un crecimiento sostenido, aunque pequeño, de 2,7%. Lo hizo en condiciones específicas: la alta concentración de los grupos editoriales que se reparten el mercado: por un lado Planeta y del otro Penguin Random House y por el otro lado, un tejido de librerías que intenta mantenerse a salvo de la larga sombra de Amazon, un gigante que amenaza a casi todas las partes de la cadena industrial libro.
El día de Sant Jordi de 2017 se facturaron 21,8 millones (un 4% más). EL libro más vendido fue Patria, de Fernando Aramburu, y el espacio público -digamos- estaba menos denso en Barcelona y el resto de Cataluña de lo que se encuentra a día de hoy. El grupo Planeta, la empresa editorial más importante de Cataluña celebra ya su segundo Sant Jordi con su sede en Madrid, una decisión con la que el grupo marcó posición ante la celebración del referéndum ilegal del primero de octubre. Planeta es al libro, lo que la Caixa a la banca. Y eso, como dato, importa.
La edición literaria es una de las industrias culturales más significativas e importantes de Cataluña, concretamente de Barcelona. Forma parte de su esencia y su identidad. No se entiende la edición literaria sin el influjo barcelonés, no sólo por el peso de figuras históricas como Carmen Ballcells, Jorge Herralde o el propio Carlos Barral, sino por su presente. Los principales agentes literarios despachan desde ahí. El 49,5% de los datos de facturación del mercado editorial español los aportó Cataluña, según el Informe sobre el sector editorial español, de la Federación del Gremio de Editores de España.
La distribución de la oferta editorial concentra en Barcelona el 24,5 % de todo lo que se produce. Cataluña en su conjunto aporta un 35%, un poco por encima de Madrid (33%).Uno de los rubros más sensibles es el libro de texto. Cataluña produce una cuarta parte del libro de texto que se lee y se consume en toda España (Madrid la supera con 41%), mientras que aporta un 20% de la producción literaria. No hay que olvidar tampoco que Cataluña concentra buena parte del empleo cultural, justamente por el peso y la importancia no sólo de la edición y publicación de libro, sino por toda la cadena de distribución asociada.
En un momento electoral, apenas a cinco días de las elecciones generales, la celebración de Sant Jordi dispone los elementos para hacer una foto extrapolable al resto de la primavera, en lo que a libros respecta. ¿Volverá a pagar el sector del libro la inestabilidad política que caracteriza la vida política en España al menos en los últimos dos años? ¿los hábitos de compra por Internet podrían afectar las ganancias de libreros y editores? Todo dependerá del flujo de compra de libros en los próximos días.