Cultura

Tony Soprano en el banquete de Sócrates

De repente, Tony Soprano se descubrió con aquella túnica ridícula. Una túnica blanca que olía a jazmín: -Esta mierda me hace más gordo -lamentó. Avanzó por un largo pasillo donde

  • Tony Soprano / -

De repente, Tony Soprano se descubrió con aquella túnica ridícula. Una túnica blanca que olía a jazmín:

-Esta mierda me hace más gordo -lamentó.

Avanzó por un largo pasillo donde solo se escuchaba el eco de sus sandalias. Tony pensaba que estaba en un spa donde pronto se presentaría Paulie Gaultieri presumiendo de su gran manubrio. O chinchando al palurdo de su primo, Chris Moltisanti. 

-¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Paulie? ¿Christopher? ¿Carmela?

El gangster siguió avanzando con poderosos pasos. Avanzaba entre jadeos, como la gloria pasada que es. Cada año que pasa, menos gente recuerda a Tony Soprano. Un Tony, ya mayor, que sigue yendo al psicoanalista sin saber muy bien por qué, y al que los estragos de una vida de excesos y las secuelas de su herida de bala lo han menguado hasta convertirse en la sombra de lo que fue.

Al fondo del pasillo empezó a escuchar unas voces. Varios ancianos parlamentaban en torno a una mesa redonda, sobre la que había una jarra de vino y varios recipientes parecidos a vasos. En realidad, no eran tan ancianos, pero desde luego lo parecían, aunque debían rondar los 50. 

-Por favor, Tony, siéntate, te estábamos esperando -dijo uno feo y rechoncho que luego que presentó como Sócrates.

Tony nunca había estado presente ante semejante estampa de personajes. 

-Mira que he charlado con colgados pero vosotros os lleváis la palma -se jactó Tony mientras sacaba un puro de la túnica- ¿Alguno tiene fuego?

Los presentes se le quedaron mirando, extrañados. Heráclito murmuró que "el fuego era el origen de todas las cosas".

-¿Nadie fuma aquí? Pues vaya panda de aburridos. No me extraña que parezcáis de 200 años cada uno

-Si no puedes fumar, has de aceptarlo. Es la ley de la Naturaleza -apuntó Zenón de Citio.

-Creo que tiene todo el derecho a querer fumar, Zenón. Aunque solo si realmente lo necesita -añadió Epicuro.

-En el placer nunca hallarás la virtud, pobre hombre. Sal de la caverna -matizó Platón

-Por Dios bendito, me estáis volviendo loco. Ya está, dejo el puro. Hablemos de negocios -dijo Tony lanzando el puro con furia contra la pared.

-Este hombre no puede controlar sus emociones. Pobre esclavo -señaló Zenón.

-Mira, mequetrefe, en mi vida he tenido la suerte de acabar con fanfarrones como tú y créeme, se me da de vicio. Otra soplapollez más sobre la virtud o lo que sea y te arranco los ojos, ¿capici?

Sócrates intervino:

-Por favor, no nos comportemos como animales. Dejad a Tony Soprano ser. Es él quien debe encontrar las respuestas, nosotros no podemos enseñarle más que las preguntas.

-El ser, justo ahí radica el asunto. El ser es, y el no-ser, jamás puede ser -aseveró un motivado Parménides

A Tony Soprano le iba a estallar la cabeza así que cogió bastante vino y apuró el vaso de un trago. Al menos estaba bueno, y fresco. “La única manera de soportar a esta panda de locos es emborrachándose”. Apuró dos vasos a toda velocidad sin prestar mucha atención a sus interlocutores griegos. Al rato, observó cómo una bella mujer contemplaba el exterior desde un balcón. 

Tony se levantó de la mesa, no sin provocar estruendo, y rellenando otro vaso de vino. 

-Disculpen, disculpen. 

Y se dirigió a la belleza de Mileto con pasos cortos pero decididos. Se acercó, le sonrió. Ella le devolvió la sonrisa, pero sin decir nada. Tony se concentró unos instantes para romper el hielo. Miró al horizonte y dijo: 

-Hace buen tiempo hoy, ¿verdad? 

Aspasia no dijo nada. 

-¿En qué piensas?

-Perdona, he sido muy poco cortés. Pensaba en mi marido. 

-Ah, ¿estás casada? Ya me parecía a mí que una mujer tan guapa no podía estar soltera. 

-Gracias por el cumplido. No has de preocuparte. Mi marido no es celoso, y yo tampoco. 

-Qué casualidad. Yo también soy bastante liberal. También estoy casado. Mi mujer se llama Carmela. Era muy guapa, e incluso simpática. Pero con el tiempo se ha vuelto insoportable. Muy materialista, ¿sabe? A mí me gusta disfrutar de la vida, pero no estoy obsesionado con comprar casas todo el puñetero día. Eso me saca de quicio. Como está todo el santo día sin hacer nada, lamentándose como un alma en pena, necesita comprar, comprar y comprar… Perdona, me he encendido. No quería molestarte con mis cosas, pero soy muy pasional, ¿sabe? Pero hábleme de su marido.

-¿No conoces a Pericles?

-Me suena. ¿Ese salía en Troya? La de Brad Pitt, ya sabes. Esa peli donde se dan de hostias todo el día.

-No he entendido nada de lo que dices. Pericles es el gobernador de Atenas. Lleva unos días bastante enfermo, hay una plaga de peste en la ciudad. 

-¿No jodas? Pues no me acerco ahí ni loco. Apenas estamos saliendo de la covid. Yo me contagié, ¿sabes? Creo que fue de alguna de las putas del Bada Bing. Esas zorras… Afortunadamente soy fuerte y no me pasó nada. 

-¿Bada Bing? No conozco ese prostíbulo. Pero cuando quieras puedes venir al mío, me caes simpático. 

-¿Eres proxeneta? Sabía que eras del gremio, por eso eres la única persona con la que se puede conversar en este geriátrico.

Aspasia no respondió. Solo sonrió. Su semblante era melancólico. Tony se giró para contemplar el banquete de sabios. Seguían discutiendo sobre la virtud, la ética, el buen vivir, el ser, el principio de todo (arjé) y otros temas que a él le traían al pairo. Siempre se había considerado una persona práctica. 

-A veces pienso que todo esto de la Filosofía no es más que otro intento del ser humano de trascender. Somos incapaces de reconocer lo insignificantes que somos. Por Dios, qué importa el ser o el no-ser si un día te pegan un tiro y ya no lo cuentas, o si tu hijo se suicida, o si tu tío, al que querías como un padre, pierde la puta chaveta y se convierte en un espectro de lo que fue. ¿Qué dice la filosofía de eso? O de tener una madre psicópata incapaz de mostrar la menor emoción. De niño vi esa película de Bogart, Casablanca, y creí de verdad que el ser humano podía hacer grandes cosas. Hasta que llegué al colegio al día siguiente y vi cómo daban de hostias a un pobre marginado. A donde voy es que la vida es la que es, y nunca puede resumirse en un libro, una película o un teorema de gente barbuda. La vida a veces no tiene sentido. Aunque con este vino empieza a cuadrarme todo de cojones.

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