Cultura

'The Royal Hotel': dos amigas, muchos borrachos y esas bromas sin gracia

Kitty Green compite por la Concha de Oro con un thriller desatado en el escenario previo a la violencia machista

La directora Kitty Green debutó en el largometraje en 2021 con The Assistant, una película con la que imaginó todo lo que pudo ocurrir durante años en las oficinas de Miramax, la productora de Harvey Weinstein. Su propuesta entonces fue acompañar durante una jornada laboral a su asistente, a quien dio vida Julia Gardner. Así, invitaba al espectador a comprobar a través de sus conversaciones, su rostro y todo lo que oía desde su despacho en qué consistía trabajar en la boca del lobo, en las fauces del depredador sexual que provocó el inicio del movimiento Me Too, y que ahora está en la cárcel.

En esta ocasión, la cineasta australiana vuelve de nuevo a abordar la violencia machista con The Royal Hotel, una historia que amplía la tensión de su predecesora hasta acariciar el género de terror, y con la que compite por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Si en su primera película prefirió omitir la violencia sexual en las imágenes, en esta ocasión refleja qué es lo que ocurre en los momentos previos, en las actitudes tóxicas y en los llamados micromachismos que se manifiestan antes de la desgracia. Ambas, en cualquier caso, hablan de cómo vivir en un entorno machista: la primera, en un ámbito laboral, y la segunda, en la cultura del alcohol en Australia. 

Kitty Green vuelve a contar como protagonista con Julia Gardner, quien interpreta a una joven estadounidense de vacaciones con su amiga (Jessica Henwick) en Australia. Cuando se les acaba el dinero, se ven obligadas a buscar un trabajo rápido para llenar los bolsillos y lo encuentran en un bar de mala muerte en algún lugar perdido del interior del país. Allí acuden a diario trabajadores mineros dispuestos a gastarse todo el jornal en alcohol y divertirse todo lo que las camareras les permitan, o incluso más. 

"La violencia está en esas bromas malas que son amenazadoras a la vez. Lo que estamos haciendo es explorar lo desagradable que supone ser mujer en espacios como este, muy volátiles"Kitty Green, cineasta

"Ese comportamiento, que es el punto de acceso a la violencia sexual y machista, queremos impedir que llegue demasiado lejos. Si la atajamos en un principio no escalará. Exploramos esos comportamientos en sus inicios, dónde está la línea y cómo la cruzamos", ha explicado esta directora este miércoles en la rueda de prensa de presentación a la que ha asistido Vozpópuli

The Royal Hotel: mucho desbarre y terror

The Royal Hotel podría considerarse un Thelma & Louise con más desbarre y algo de terror y, ante todo, una película que aborda algo tan delicado y serio como el acoso sexual desde el puro entretenimiento y con un artefacto que reta al espectador. "Históricamente, cuando vemos imágenes de mujeres jóvenes pensamos que van a morir, o que les va a pasar algo. Queríamos usar esa imagen de manera diferente, transmitir la fuerza, mostrar cómo las mujeres se encuentran a sí mismas, estar en defensa de las heroínas", ha dicho. 

Australia, país natal de directores como Peter Weir o George Miller, es el escenario de esta historia, pero más allá de convertirse en mero decorado es también el lugar en el que la directora quiere explorar "los microcosmos de comportamientos oscuros" en la cultura del alcohol de su país. "La violencia está en esas bromas malas que son amenazadoras a la vez. Lo que estamos haciendo es explorar lo desagradable que supone ser mujer en espacios como este, muy volátiles. En esta película elucubramos si puede ir mal, exploramos la incomodidad de la violencia sistémica", ha explicado. 

El tono de la película es un suspense que encoge el estómago del espectador en demasiados momentos, por lo que para muchos esta película habría encajado mejor en un contexto de Sitges. Sin embargo, Kitty Green prefiere hablar de una película en la que los personajes femeninos se tratan como heroínas y con la que, no obstante, se siente alejada del cine de género, algo secundario que no quiere explorar. "He querido mostrar cómo esas microagresiones pueden afectar la confianza de una persona y hacer que se sienta aterrorizada. Quiero cambiar las cosas desde los detalles", ha enfatizado.

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