Tener a Tom Hanks como protagonista en una película sigue siendo sinónimo de éxito, por mucho que él se empeñe en lo contrario, tal y como él mismo señaló a la prensa española durante la promoción de su reciente película, El peor vecino del mundo (A man called Otto, en su título original), dirigida por Marc Forster. Si bien es cierto que los tiempos han cambiado, y que la edad de oro de las comedias de los años 80 y 90 perdió desde entonces fuelle ante la avalancha de superhéroes y criaturas verdes, también es justo reivindicar que aquellas estrellas aún no se han apagado.
Tom Hanks ha sido náufrago, un exiliado atrapado en un aeropuerto, ha encarnado a Geppetto, se ha convertido en un asesino a sueldo, en funcionario de prisiones, soldado estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, mánager musical -al menos en dos ocasiones- y astronauta. De todos estos papeles, lo más importante y lo que todos tienen en común es bien sencillo y contradice en cierto modo sus aseveraciones sobre el star system: mantiene intacta su capacidad para emocionar, esa cualidad que le ha servido durante tantos años para triunfar en la taquilla. ¿Quién puede presumir de mantener el gancho casi sin esfuerzo, pasados los años, con arrugas, canas y entradas?
Esta comedia tierna se encuentra en la actualidad entre las cinco películas más vistas en España y, atención, solo tiene por delante cuatro taquillazos
Su reciente película, El peor vecino del mundo, se ha beneficiado de esa fuerza que destila en sus interpretaciones, sea cual sea el carácter del personaje, y tres semanas después de su estreno en los cines, el pasado 28 de diciembre, la sorpresa es considerable, según esta redactora de Vozpópuli.
Según los datos que publica a diario ComScore, esta comedia tierna se encuentra en la actualidad entre las cinco películas más vistas en España y, atención, solo tiene por delante cuatro taquillazos: Operación fortune: el gran engaño, de Guy Ritchie; la película de terror M3gan; la nueva entrega de la cinta de animación El gato con botas; y la secuela de Avatar, de James Cameron, la película más taquillera de la historia que, además, acapara un gran número de pantallas desde su estreno el pasado 16 de diciembre.
"El contrato social que el público mantiene ahora con el cine ha cambiado de forma radical. La personalidad de la estrella ya no importa", manifestó el actor recientemente en declaraciones al periódico El Mundo durante su visita a España. Si eso es cierto, si esta afirmación puede aplicarse en todos los casos de forma radical y ya no quedan estrellas en Hollywood, cuesta entender entonces por qué de manera unánime quienes entran en la sala de cine para ver El peor vecino del mundo coinciden en destacar lo difícil que resulta evitar emocionarse, lo cerca que han estado de la lágrima.
Tom Hanks y la colonización yanqui
¿Estamos ante una obra maestra? Rotundamente no. Se trata más bien del enésimo ejercicio colonizador yanqui por el que se toma una película perfectamente confeccionada y rotundamente universal a pesar de los localismos para adaptarla a un lenguaje con el que, subido a un paquete de palomitas y una Coca Cola, en teoría viaja mejor y más rápido. En este caso, esta película es un remake del título sueco A man called Ove, adaptación al mismo tiempo de la novela homónima de Hannes Holm.
La fórmula es la misma: un protagonista huraño, gruñón, cascarrabias, enfadado con la vida y con cualquier ser que se mueva en ella
En cualquier caso, ni siquiera aquella película de 2015 aportaba nada que no hayan ofrecido antes otras películas de éxito como Mejor imposible, de James L. Brooks, Gran Torino (2008), de Clint Eastwood, o la cinta de animación de Pixar Up. La fórmula es la misma: un protagonista huraño, gruñón, cascarrabias, enfadado con la vida y con cualquier ser que se mueva en ella y alérgico a las sonrisas, la amabilidad y a cualquier signo de ternura o complicidad. Un encuentro con alguien más acostumbrado al roce se convierte en revulsivo para dotar de humanidad al personaje.
¿Por qué la gente va a ver una película que conoce de sobra, con unos personajes arquetípicos sobre los que ya ha leído y ha visto todo? ¿Qué es lo que mantiene la complicidad por parte del público, que ha decidido de forma unánime que este título merece mantenerse en los cines, compitiendo con los gigantes? ¿Acaso ha regresado por fin el espectador, al completo, desde el adolescente al jubilado? Por último: ¿es posible que las estrellas de Hollywood no estén aún en declive?
Tom Hanks es ese vecino al que todos ya conocen y esta historia, a medio camino entre la comedia y el drama, es tan agradable como predecible, evidente, eficaz, sentimental, tan mala como para no contarlo pero tan emotiva que no defrauda, como esa canción en la que uno se conoce la letra de pe a pa y no por eso va a pararla antes de que termine. Muy al contrario, se quedará pegado a la butaca y, es más, probablemente la recomendará, con una sencilla razón: Tom Hanks nunca defrauda.
Aquiles
..." Se trata más bien del enésimo ejercicio colonizador yanqui "... ??? Me gustaría que alguien me explicara el porqué de esta expresión sobre una pelicula ...algun complejo de Edipo pasado o presente ???