A Legna Rodríguez Iglesias le gustan los ríos y las chinas pelonas, que es como se llama en Cuba al empedrado de las calles. Como una cosa y la otra, ella arrasa y pega. Pule la piedra antes de arrojarla. Es directa, bruta de esa forma sabrosa de las respuestas a bocajarro. Porque ella no contesta, ella descerraja. Esta escritora cubana, a quienes sus editores se refieren como una fuerza de la naturaleza, asoma y bate puertas en cada página de sus ilbros. El tsunami Legna. Así le dicen. Así escribe. Así contesta. Así anda ella... llevándoselo todo por delante.
Nacida en 1984, Legna Rodríguez Iglesias ha publicado relato y poesía. Ahora, desembarca con Mi novia preferida fue un Bulldog francés (Alfaguara), un libro de relatos en el que explora las contradicciones y fisuras de la vieja y la nueva Cuba: política, cultura, familia, amor, sexo y burocracia se entremezclan para formar un universo complejo."Los relatos y textos narrativos que escribo, cuando lo hago, son consecuencia de una intención muy precisa. Tengo confianza y seguridad aunque no por eso logro una certeza del resultado. Soy muy fuerte y musculosa escribiendo sobre lo que me incomoda, sea cual sea el género", dice Legna Rodríguez. Es de suponer, claro. Si pudieran hacerlo, así hablarían los tsunamis.
"Soy muy fuerte y musculosa escribiendo sobre lo que me incomoda, sea cual sea el género"
Comenzó a publicar muy joven, uno de sus libros más tempranos es el poemario Arroz con Mango (2002), al que siguieron, entre otros Zapatos para no Volver (2004) o Ciudad de Pobres Corazones (2008). Sus versos y sus cuentos se prestan cosas, trasiegan el mecanismo sonoro de quien disparan las balas precisas. "Préstamos es lo más común en este mundo extraño de hoy. Deudas y préstamos. Yo estoy endeudada. Le debo a todos mis poemas y a todos mis relatos un gran por ciento de generosidad. He tomado de unos y de otros como una capitalista arrogante, y creo que seguiré haciéndolo. Sé que eso ofrece puntos a mi crédito. Aspiro a declararme en bancarrota, de tanta deuda”.
"El tema de la identidad me supera, me chupa, estoy adentro de la campana. Me preguntas y yo respondo tolón tolón".
¿De qué manera influye Cuba en su prosa? La respuesta de la escritora es jabonosa, huidiza. Un sí pero no. Tiene algo de coletazo y ciclón. Pasa y sigue. Puro ventarrón. "De una manera tan incluyente como excluyente. Eres absorbida y expulsada a la vez por una condición que ni siquiera entiendes. Que repeles pero asumes. Que incluso, a veces, te enorgullece. El tema de la identidad me supera, me chupa, estoy adentro de la campana. Me preguntas y yo respondo tolón tolón". Algo en sus textos retrata una isla crepuscular, al menos en el discurso barbudo fundacional y pone de manifiesto un nuevo mapa emocional.
Legna Rodríguez asegura que este libro es una "construcción precisa y bastante neurótica". Angustia, ironía, incomodidad, sexualidad. Sin duda, mucho de esos sentimientos jalonan las páginas de este libro lleno, a su manera, de chinas pelonas que llueven sobre el lector. "Me duermo. Me ahogo. Trago agua. En el fondo del océano hay un Samsung Galaxy vibrando", escribe en Mi novia preferida fue un Bulldog francés (Alfaguara).
"En este libro precioso de Alfaguara no evité nada. Casi nunca evito nada. Experimenté una libertad deliciosa al decir aquello que quería decir. El primer capítulo, llamado Política, abre un discurso expreso que no me interesa contener", dice sobre el gesto individual, siempre político de la propia escritura. Ya lo ha dicho el Tsunami Legna. "Me gustan los ríos, y las chinas pelonas". Sin duda, la chica tiene afición por aquello que arrasa. Que pega. Que deja huella.