Cultura

Paula Ortiz recrea en 'La virgen roja' la tragedia de Hildegart: "Lo dogmático deja de tener sentido"

Llega a los cines el caso real de Hildegart Rodríguez, la "mujer del futuro" que fue asesinada por su propia madre, tras su paso por el Festival de San Sebastián

A los 2 años, la pequeña Hildegart Rodríguez sabía leer, a los 13 hablaba varios idiomas y se matriculó en Derecho. A los 18 años ya había publicado varios tratados sobre sexualidad que llamaron la atención de varios intelectuales europeos, firmaba columnas en uno de los principales periódicos del momento y pronunció varios discursos en las reuniones del PSOE.

Fue concebida para convertirse en la "mujer del futuro", pero el fanatismo de su madre, Aurora, impidió que llegara siquiera a conocer el mundo exterior más allá de las normas y los dogmas que imponía su madre, Aurora, tan preocupada por impedir que su experimento se contaminara con lo que ocurría más allá de los muros de su casa. Varios disparos acabaron con su vida.

Paula Rodríguez debutó en el largometraje en 2015 con La novia, que compitió en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián aquel año, y ahora regresa al Zinemaldia para presentar fuera de concurso La virgen roja, película en la que recrea el fanatismo de una madre que trató de convertir a su hija en un resultado inmaculado de un experimento. La directora ha hablado con Vozpópuli en el marco del certamen donostiarra con motivo de su puesta de largo, pocos días antes de llegar a los cines, donde se podrá ver a partir de este viernes.

Pregunta: En esta película haces referencia a esa existencia fantasmagórica, relegada al olvido. ¿Por qué pensaste que era interesante recuperarla ahora?

Respuesta: La figura de Hildegart Rodríguez es brutalmente relevante por muchas razones. Una primera y directa es que a veces se han borrado de nuestra historia grandes pensadoras, grandes figuras sociopolíticas, filosóficas e intelectuales elevadísimas y sofisticadísimnas que hubo durante la época de la república. Hemos estudiado todos en el instituto o en la universidad a Lorca, Buñuel o Dalí, por ejemplo, como fruto de la vanguardia cultural, pero no otras vanguardias, como es el caso de Hildegart Rodríguez y la obra ingente que dejó. Pero más allá de eso, me parece fundamental la historia de Aurora e Hidegart, cómo en su semilla, en la propia contradicción, alberga una de las mayores tragedias y violencias del siglo XX, cómo en nombre de las ideas y de la construcción de un mundo mejor, en esa mujer del futuro que diseñaba Aurora, cuando las ideas superan la libertad personal, el ser humano y la imperfección del mundo acaban en gestos de violencia terrible. Es algo poderoso que alberga esta historia y nos está hablando, 

P: Es una historia del pasado que encaja muy bien en un tiempo presente en el que reina la polarización, en el que no hay lugar para los matices, pero sí para los dogmas. ¿Tuviste esto en cuenta a la hora de rescatare esta historia?

R: Cuando se decide llevar una historia a la pantalla, consciente o inconscientemente, la chispa iniciar es qué nos está diciendo hoy. Investigar y aprender sobre el mundo de Autora, Hildegart y su momento me convierte en una persona más consciente de mi presente, y creo que ellas sí están hablando de todo eso: cómo unas mujeres, en medio de una efervescencia cultural muy bestia en un momento muy brillante, artísticamente y culturalmente hablando, que parecía iluminador, había tantas tensiones por debajo que desembocaron todas en discursos más blancos y negros, menos críticos, menos sutiles y menos dialogantes y, por tanto, la violencia. Cuando algo se vuelve dogmático, represor o rígido, -como se volvió el plan de Aurora, unas ideas que quizás en el abstracto podrían haber funcionado- dejan de tener algún sentido, dejaron de tenerlo cuando superaron a la propia persona de Hildegart. 

P: ¿Qué simboliza Hildegart?

R: Los títulos de sus libros la representan mucho. Cuando habla de la libertad sexual de la juventud, hay un ansia de libre pensamiento, de estar en el centro de la ciencia, la sociedad, la política, de tomar su voz, su cuerpo y su sexo en libertad, y eso la define mucho, define su obra. Curiosamente, su madre, que la educó para que ella fuera ese símbolo de la libertad, en el primer momento que hizo un gesto, la mató. 

P: Fernando Fernán Gómez estrenó en 1977 Mi hija Hildegart, que cuenta esta historia a través de los recuerdos de la madre durante su estancia en la cárcel. ¿En qué momento cierras el orden cronológico, cuándo y por qué decides contar esta parte de la historia?

R: Sin ser una decisión muy consciente, es curioso como ha habido muchas obras que trataban la historia de la Virgen roja desde el punto de vista de Aurora, porque es el centro del conflicto inexplicable, es el monstruo. Es el caso fanático y psicológico que no podemos explicar aun hoy. Inconscientemente hubo una necesidad de entender la historia desde Hildegart, desde la juventud, desde la mujer que podría haber sido. 

P. ¿Te gustan los personajes que se mueven en los márgenes, que son excepcionales y se escapan a la clasificación o a la norma?

R: Es algo que no puedo evitar. Lo que les define probablemente a todos son los que albergan una contradicción irresoluble. Para mí, ese es el gran abismo de Santa Teresa, de las tragedias de Lorca, de ese Hemingway final. En este caso, una madre y una hija, una maternidad y un fanatismo que me parece contradictorio y fascinante. Me parece que son la cima de la civilización y de la barbarie. Son personajes extremos en sus contradicciones, pero al mismo tiempo son extraordinarios, no representan a la gente normal. El hecho de que sean tan extremos y extraordinarios hace que su historia sea tan iluminadora. 

P. A pesar de la educación que recibió Hildegart, uno intuye que esta joven iba a brillar de todas maneras, que se trataba de una mujer con una capacidad intelectual superior a la media.

R. Hay algo muy inquietante en el asunto, porque su madre, que también educó a su sobrino para ser prodigios, salía así. El ser humano está preparado para brillar, más de lo que creemos, pero es cierto que era una superdotada, una mujer extraordinaria. Es apabullante lo que llegó a hacer entre los 14 y los 18 años. Hoy es incomprensible, es alguien que hubiera sido brillante. La gran pregunta es qué hubiera sido de ella. 

P. Destaca la presencia y la mirada gélida de Najwa Nimri, por un lado, y la inocencia y curiosidad de Alba Planas, en el papel de la Hildegart

R. Por encima de este conflicto, hay otro muy atávico entre madre e hija, que no es fácil, y que no puede convertirse en un cliché. Najwa Nimri es una actriz que sabe y le gusta navegar las aguas oscuras, sabe manejar cierta hipnosis y no le asustan los abismos oscuros de los personajes. Era importante que no fuera simplemente una Aurora autoritaria sin más, sino que navegara aguas que, cuando la ves, encuentras algo inquietante difícil de definir en ella. Es algo que ella construye y transita muy bien. Y Alba hizo un casting muy duro, porque tenía que interpretar a un prodigio, a alguien superdotado con un discurso político abrumador, con una intelectualidad abrumadora y un poder de la palabra brillante, con solo 16 años de edad. Tenía que transmitir la fragilidad y esa parte de criatura que nunca ha salido al mundo, que tiene una gran formación intelectual, pero que no conoce ni a las personas ni lo que hay fuera, pero al mismo tiempo se le traduce una inteligencia muy fuerte. 

P. El personaje de Hildegart hace muchas referencias políticas, y en un momento dice que los socialistas prometen algo en el programa que luego no cumplen. ¿Beben estas palabras de la hemeroteca?

R. Todo es hemeroteca. La última reescritura que se hizo del guion antes de rodar se intentó recuperar lo máximo posible la palabra real tanto de Hildegart como de Aurora, que no hay tanta, pero se recoge mucho en los juicios, como hace Fernán Gómez en su película. Y aunque no hay ninguna grabación de Hildegart, hay muchos escritos, así que podemos hacerlas hablar con las ideas que ellas tenían. Lo que es bastante sorprendente, y escalofriante incluso, es el paralelismo y el reflejo casi idéntico con nuestra realidad política, lo poco que hemos cambiado en cuanto a las dinámicas del discurso político. Quizás ellas eran bastante más finas en el lenguaje, y sofisticadas, pero los guiños políticos que se hacen, todos los comentarios, los titulares y los mítines son reales. 

P. Llama la atención de la recreación del funeral, los detalles y la ambientación. ¿Qué grado de verosimilitud hay en esta parte de la película?

R. Hubo mucho esfuerzo por parte del equipo de la película en recrear la foto que apareció en los periódicos del funeral, masivo, con miles de personas llevando sus libros en la mano y lirios rojos, que era una flor con una simbología en la república. Murió siendo una estrella de rock, muy relevante y significativa.

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