'Élite', la serie de Netflix y Zeta Producciones, se convirtió en una de las ficciones españolas más destacadas de 2018. Su primera temporada contó la historia de un asesinato y culminó con un final retorcido de difícil continuación.
En esta temporada 2, que llegará el 6 de septiembre, los guionistas se enfrentaban al reto de seguir alimentando un culebrón que ha triunfado a nivel mundial y ha convertido a sus protagonistas en auténticas estrellas. El objetivo está más que cumplido en los nuevos episodios. 'Élite' ha sabido conservar su esencia, que agrada sobremanera al público joven, pero que peca de insustancial para cualquier espectador que busque algo más que mero entretenimiento durante sus sesiones de visionado.
Tres nuevos personajes llegan tras la muerte de Marina
La primera temporada culminó con la muerte de Marina (María Pedraza) y el misterio de su asesinato por resolver. Para no convertir 'Élite' en una tediosa serie de crímenes, en esta temporada 2 llegan tres nuevos fichajes dispuestos a aderezar las tramas con un toque de diversión y picardía. Son Cayetana (Georgina Amorós), Rebeca (Claudia Salas) y Valerio (Jorge López).
Cayetana es una joven y pavisosa estudiante que llega como nueva alumna al instituto 'Las Encinas'. En la trama, ocupa el puesto de amiga de Lucrecia (Danna Paola) y su misión es labrarse una falsa identidad en el mundo de vanidad y postureo en el que coexisten el resto de personajes.
Por otro lado, Rebeca aterriza en las vidas de los protagonistas proveniente de un barrio humilde en un intento de incorporar a la trama una especie de lucha de clases representada de forma absolutamente banal. Con su estética al estilo Rosalía, sus aros tamaño hula hoop y una personalidad conflictiva, es uno de los personajes que más agradable resultará a los espectadores. Se pondrá del lado de Samuel (Itzan Escamilla) y Nadia (Mina El Hammani) para enfrentarse a los abusones habituales encabezados por Guzmán (Miguel Bernardeu).
En último lugar, Jorge López encarna a Valerio, hermanastro de Lucrecia. Un auténtico galán latino que revolucionará las hormonas del resto de estudiantes. Su personalidad, infantiloide e inmadura, se mezcla con sus problemas de adicciones y su capacidad de seducción para crear una auténtica bomba de relojería.
El resto de los personajes continuarán en sus registros habituales. Polo (Álvaro Rico) y Carla (Ester Expósito) tendrán que lidiar con la presión que supone ser investigados mientras Samuel acecha a cualquier sospechoso del asesinato de Marina. Omar (Omar Ayuso) y Ander (Aron Piper) seguirán viviendo su amor prohibido y volverán a ser el shippeo favorito de gran parte de la audiencia.
La esencia de 'Élite' sigue intacta
'Élite' no es una serie de gran carga dramática, de personajes con conflictos imposibles ni que genere ningún tipo de reflexión al respecto. No tiene otro objetivo más allá de entretener y es algo que hace de maravilla. La disposición de los cliffhangers a lo largo de la narración y el toque de misterio hacen que cualquier espectador quede completamente atrapado por una trama que ni innova ni revoluciona, pero que funciona de nuevo en esta segunda tanda de episodios.
Los personajes siguen siendo los mismos jóvenes atractivos y de físico escultural de la temporada anterior que alternan sus obligaciones académicas, bastante escasas, con el disfrute de los placeres carnales, el alcohol y las drogas. Sin llegar a ser 'Euphoria' de HBO, muchas escenas se nutren de un fuerte componente sicalíptico en aras de mostrar la explosión sexual inherente al ser humano adolescente.
Si hablamos del casting, las interpretaciones de los actores tienen la misma profundidad emocional que una canción de Taburete. Este hecho, sumado a la atmósfera de lujo y frivolidad que envuelve muchas de las tramas, crea una extraña sensación de artificialidad que puede ayudar a sumergirse en la historia pero que, al mismo tiempo, genera momentos de inverosimilitud.
El perfecto ejemplo de la ficción como producto
'Élite' es una de esas series nacidas en pleno boom de la ficción y el mundo de las plataformas. Carlos Montero y Darío Madrona, lejos de configurar una obra artística, han conseguido alargar la estela de un producto audiovisual nacido para el éxito. Una historia sencilla, bien construida y con un elenco actoral donde la imperfección física no tiene cabida.
En esta continuación del relato original, los más exigentes tampoco hallarán ningún atisbo de crítica o catarsis. Cualquier elemento que azuce la mente del espectador queda descartado ante el fuerte carisma de 'Élite', que suple sus carencias con grandes dosis de hedonismo, frivolidad y hormonas.