Cuida el vino en casa y disfrutarás de él más y mejor, porque saborear un vino y conocer todos sus matices es un placer al alcance de todos. A pesar de su leyenda, almacenar bien el vino en casa y servirlo en la mesa correctamente no es demasiado complicado.Disposición, tomar ciertas precauciones y tener sentido común son los requisitos que nos permitirán exprimir todas sus posibilidades. Bastará con pequeños y sencillos rituales que se pueden llevar a cabo sin demasiado esfuerzo. Ahora que se acercan los banquetes navideños, el vino tomará mayor protagonismo. Toma nota.
1) Un lugar en casa
No hace falta tener una bodega climatizada, pero no es recomendable almacenar los vinos en la cocina ni en ningún otro lugar donde existan olores extraños o fuertes (garaje, leñera, etc.) ya que el corcho transpira y puede absorber aromas nocivos. En una casa media habría que elegir la habitación con menos ruido y más oscura y desechar el trastero si está en el ático por las oscilaciones de temperatura. Los sótanos si pueden servir siempre que no tengan una excesiva humedad.
2) Colocar las botellas
Siempre en horizontal y con la etiqueta hacia arriba para que se vea. Si es posible, separadas por características del vino, que puede ser por tipos (blanco, tinto y rosado) y, entre los tintos, ordenados si se puede por zonas o por añadas. Hay que recordar que los vinos jóvenes no tienen una vida más allá de los dos años y lo mismo ocurre en el caso de blancos, rosados y cavas sin ninguna crianza.
3) Temperaturas
Es importante que el vino esté a una temperatura de degustación idónea para disfrutar de la copa en toda su extensión. Las temperaturas más adecuadas son 7º para espumosos y blancos dulces y 8º para blancos secos, rosados y generosos de Jerez. Tintos jóvenes a unos 13º, tintos con crianza entre 17 y 18º. No nos equivocaremos.
4) Descorchar
Utilizar un cortacápsulas es práctico y hay en el mercado muchos modelos muy baratos, pero en el caso del sacacorchos mejor que sea bueno porque hará la operación mucho más fácil y segura. Para champagnes, unas tenazas específicas sirven para aflojar el tapón si está muy fuerte. Evitar que se desborde la espuma en la apertura será fácil si tumbamos la botella la mitad de un ángulo recto. En vinos tranquilos se puede poner un anillo anti- goteo para no manchar al servir.
5) ¿Decantamos?
Cuestión peliaguda. Por norma general, los vinos muy jóvenes (potentes y agresivos) junto a los muy viejos (con matices de claustro o cerrado e incluso de oxidación) deben decantarse. Pero cuidado porque los vinos con muchos años pueden deteriorarse en cuestión de minutos. Para evitarlo se decanta cuidadosamente (dejándolo resbalar suavemente por el decanter) y se sirve enseguida. Los vinos jóvenes pueden necesitar una hora hasta oxigenarse debidamente y perder su agresividad (exceso de alcohol, etc.).
6) Las copas
Es importante que permitan ver el color del vino. Son más recomendables las de cristal fino, aunque sean talladas. Entre la de balón (para los tintos) y la tipo burdeos está el juego; ésta última es perfecto comodín para todo tipo de vinos. Para el champagne parece que ha pasado la moda de la copa flauta y se exige una copa con más fondo: hay gustos y cualquiera de las dos serviría.
7) El vino en la mesa
Los cestillos están desapareciendo pero son vistosos y aptos para reservas o gran reserva. En el caso de un crianza, un platito y la botella dignamente colocada sobre él servirá. Es mejor no situarlos sobre la mesa, sino en carrito auxiliar. En el caso de blancos, generosos o espumosos, es imprescindible una cubitera de hielo con agua, que permita introducir la botella hasta el cuello. Si hay prisas, un buen puñado de sal en el cubo de hielos provocará un enfriamiento más rápido.
8) Servirlo
No a las cursiladas ni a la pedantería. Es divertido dar algún dato del vino además de la añada como la zona, el tipo de uva o la crianza a la que ha sido sometido, pero siempre de manera informal y rápida. Si se va a escanciar directamente desde la botella, hay unos adminículos de aluminio que colocados fácilmente en la boca de la botella permiten servir más precisamente. Los espumosos se sirven en dos golpes y los vinos tranquilos en uno.
9) Los tiempos del vino
Atrás quedaron los menús-maridaje, aunque si se trata de un divertimento especialmente planeado puede ser estimulante. Si no, con un vino blanco o espumoso y otro tinto el asunto estará solucionado. Para los postres, desde luego un dulce (sobre los 15º) para ofrecer a nuestros invitados será un detalle. Y, el champagne, siempre en el aperitivo, aunque se puede continuar con él durante el primer plato o ¿por qué no?, a lo largo de toda a comida.