Más allá de Lisboa, Oporto o el famosísimo Algarve, Portugal tiene tesoros escondidos que siguen conservando su pureza y parecen retrotraernos en el tiempo. Comporta es un paraíso natural en el que parece que el reloj se ha parado. Y aún es una época perfecta para ir.
Comporta: mar y montaña
Enclavado en pleno Alentejo- la zona más despoblada del país-, es lo más ‘trendy’ del momento pero aún conserva plenamente su identidad, lejos del turismo de masas. Situado a una hora de Lisboa, en el estuario del río Sado, sus aguas transparentes frente a inmensas playas de arena blanca se combinan con el Parque Natural Serra da Arrábida en la distancia, que se puede visitar.
Todo comenzó cuando el banquero Ricardo Salgado, de la poderosa familia Espírito Santo, dueño de estas tierras de 12.000 hectáreas decidió convertirlo en un destino turístico de alto standing. Ahora es la zona más chic del litoral.
Aunque los precios han subido desde que Comporta se ha puesto de moda, sigue conservando este estilo boho- chic que recuerda a las primeras épocas de Ibiza
Pueblecitos blancos, playas vírgenes, pequeños restaurantes … y también distintos hoteles estilo resort o boutique que fusionan a la perfección el respeto por la naturaleza y el lujo al haber respetado la tradición. Aunque los precios han subido desde que Comporta se ha puesto de moda, sigue conservando este estilo boho- chic que recuerda a las primeras épocas de Ibiza.
Arte y naturaleza
El municipio Alcácer do Sal, el concejo de Comporta, es una bonita puerta de entrada a la zona; posee restos arqueológicos del Neolítico. Fue una de las ciudades con puerto interior más importantes de la época romana y conocida por su producción de sal.
Un pueblo de destacada belleza que en su alto permite observar magníficas vistas sobre el río y los campos. Otras localidades destacadas cercanas serían Aldea de Santa Susana, Porto de Rey y del Torrao o la Barraje del Valle del Gaio.
Imprescindible visitar el puerto palafítico de Carrasqueira que, situado entre marismas, arrozales y salinas, ofrece unas inolvidables puestas de sol. Aún sigue sirviendo de muelle para los barcos pesqueros.
Cocina atlántica
Gastronómicamente los pescados son la estrella, aunque también la sepia frita, sazonada con ajo y cilantro; y si se toman en algún restaurantito a pie de playa, aún mejor. No faltan los arroces (en el Museo del Arroz los sirven muy buenos), tampoco la feijoada con pulpo y gambas.
Y, por supuesto, los productos frescos o en chacinas del porco (cerdo) alentejano es un básico. También el borrego o cordero y mariscos como el bogavante. Son famosos los quesos alentejanos y las bolas de Berlim, un dulce frito relleno de crema.