La cerveza es una bebida que gusta a casi todo el mundo y cuyo consumo se relaciona con la diversión y la vida social, pero todos los supuestos beneficios que muchas veces hemos leído que provoca la ingesta de esta bebida son, muchas veces, falsos. Incluso propagados por los propios fabricantes de cervezas que impulsan la elaboración de estudios e informes que, como es normal, sitúan su producto casi como si fuera un bálsamo de Fierabrás.
Para que no te engañen, te decimos los cinco mitos falsos sobre la bebida alcohólica más ingerida en España, que has de saber sobre todo ahora, ya que el consumo de cerveza está disparada en España a causa del confinamiento por coronavirus.
1) No, beber una caña al día no es bueno
Lo habrás leído y oído mil veces. Que una cañita diaria es saludable. Lamentamos quitarte la ilusión. Beber siempre es malo. Siempre. Sea mucho o poco. El alcohol no tiene ningún beneficio para la salud. De hecho, es la tercera causa de muerte en Europa. La OMS lo deja claro: es perjudicial para el sistema vascular. Y el estudio EPIC (European Prospective Investigation Cancer) concluye que el 10% de cánceres en hombres y un 3% en mujeres es atribuible al alcohol.
2) No, la cerveza no es parte fundamental de nuestra dieta
"La idea de vincular cerveza con vida sana no proviene de la evidencia científica, sino del marketing para vender más cerveza". Son palabras del dietista y nutricionista Juan Revenga. No es, ni muchísimo menos, el único que duda de los beneficios de las bebidas con menor graduación, como la cerveza.
Mike Daube, profesor de política sanitaria en la Universidad Curtin (Australia), tiene claro que estos mensajes sobre la importancia del alcohol en nuestra dieta proceden de la industria. Este médico australiano pide que los profesionales de la salud eliminen las recomendaciones según las que, incluso en cantidades moderadas, el alcohol es bueno para la salud. De hecho, exige las autoridades sanitarias sean las responsables de ofrecer los consejos sobre salud y que ese puesto no lo suplanten informes financiados en muchísimas ocasiones por la propia industria cervecera.
3) No, los médicos (al menos los serios) no recomiendan beber cerveza
Ni en pequeñas dosis ni de ninguna forma. "No se puede apelar a la 'moderación' de una sustancia adictiva", ha señalado en más de una ocasión el doctor David Rodríguez, profesor de la Universidad de Salamanca y autor del libro Alcohol y cerebro. Es totalmente contraproducente la recomendación del mal llamado “consumo responsable”.
El consumo de cerveza nunca puede ser responsable porque es una sustancia alcohólica. En todo caso, habría que recomendar tomar cantidades que ofrezcan un “riesgo bajo”. Pero claro, decir que al beber algo asumes un riesgo es menos comercial que hablar de consumo responsable.
4) No, la cerveza no es buena para hacer deporte
Hay algún estudio científico que determina que la cerveza es isotónica. Y no se debería dudar de los informes hechos por expertos. Excepto que estén financiados por aquellos a quienes supuestamente benefician. Y los que unen las supuestas bondades de tomarse una caña bien fría después de hacer deporte con los amigos vienen firmados por el Foro para la Investigación de la Cerveza que, curiosamente, está impulsado por los cerveceros.
No quitemos el valor social de tomarse una cañita con los colegas después de sudar un rato, pero tampoco perdamos nuestra inteligencia: será divertido –vaya si lo es– pero de saludable, nada de nada.
5) Y no, por supuesto que beber cerveza o cualquier otra bebida alcohólica no previene la covid-19
Con la maldita pandemia del Sars- Cov-2 se han multiplicado los bulos, las fake news y las tonterías. Cómo no, si el propio Donald Trump habló de tomar lejía o de usar rayos ultravioleta… Pero hablemos de la gente seria.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha tenido que salir como un rayo para desmentir estas afirmaciones que han corrido como la pólvora en las redes sociales. AESAN ha sacado un comunicado para dejar claro que, el marco normativo de la Unión Europea no permite afirmar ni sugerir que los alimentos previenen, tratan o curan una enfermedad humana, ya que este aspecto recae en el ámbito de los medicamentos.
Vamos, básicamente lo que ya sabemos –o deberíamos saber– que no se puede hacer declaraciones nutricionales de propiedades saludables. Que se empieza por decir que la cerveza cura y terminamos tomando bolitas de homeopatía.