En agosto de 2016 el primer gran crucero atravesó el Paso del Noroeste que conecta el Atlántico y el Pacífico el norte de Canadá y hace solo un año, el primer barco atravesó el Ártico ruso sin ayuda de un rompehielos. Hasta ahora, esas rutas resultaban impracticables en invierno dado que el mar helado impedía el paso de cualquier barco comercial, pero el calentamiento progresivo del planeta ha cambiado la situación y se espera que el tráfico marítimo se dispare en los próximos años. ¿Qué consecuencias tendría la presencia de barcos en las especies que habitan estas aguas?
“Los narvales tienen todos los rasgos que los hacen vulnerables a las perturbaciones que introducen los barcos”
El equipo de Donna Hauser ha estudiado la vulnerabilidad de 80 poblaciones de siete especies de mamíferos árticos y publica los resultados en la revista PNAS. Según este trabajo, la especie que se llevará la peor parte es la de los narvales, los esquivos cetáceos que han dado lugar a tantas leyendas por el “cuerno” (en realidad es un diente) que adorna sus cabezas. Estos animales migran a través de algunas zonas del Paso del Noroeste para llegar a las regiones donde pasan el invierno y el verano. “Los narvales tienen todos los rasgos que los hacen vulnerables a las perturbaciones que introducen los barcos - se quedan en zonas muy específicas, son muy poco flexibles sobre dónde pasan el verano, viven solo en una cuarta parte del Ártico y están justo en medio de las rutas marítimas”, asegura Kristin Laidre, coautora del trabajo. “También dependen mucho del sonido, y son notablemente asustadizos y sensibles a cualquier cambio”.
El estudio apunta asimismo que las belugas y las ballenas boreales serán afectadas, aunque en menor medida que los narvales. El paso de navíos afectaría también a las morsas, especialmente a los grupos relativamente pequeños respecto a las focas, que tendrán menos problemas. Sorprendentemente, serán los osos polares la población de mamíferos menos afectados por la apertura de rutas en el Ártico debido a que se mueven más tiempo por tierra y no dependen del sonido subacuático para comunicarse, como sucede con los cetáceos. La vulnerabilidad resulto mayor, además, en algunos puntos muy concretos, como los estrechos de Bering y Lancaster.
“En cuestión de décadas será imposible incluso navegar hasta el Polo Norte”
El tráfico marítimo solo está empezando en este momento, pero ya se producen decenas de viajes cada año. En la ruta del Mar del Norte, por ejemplo, pasaron más de 200 barcos entre 2011 y 2016 mientras que alrededor de un centenar lo han hecho en los últimos años por el Paso del Noroeste. “Sabemos por otras zonas más templadas que los barcos y las ballenas no se llevan bien”, explica Hauser, “y ahora los navíos tenderán a expandirse a esta región tan sensible. En cuestión de décadas será imposible incluso navegar hasta el Polo Norte. Eso plantea cuestiones sobre cómo permitir el desarrollo económico a la vez que protegemos a las especies marinas árticas”. La Organización Marítima Internacional (OMI) estableció en mayo la primera guía internacional para los barcos que pasan por estas regiones, aunque su aplicación de momento es voluntaria. Este estudio puede ayudar a establecer nuevos protocolos que provoquen menos daños en estas especies que hasta ahora se habían mantenido alejadas del trasiego de seres humanos.
Referencia: Vulnerability of Arctic marine mammals to vessel traffic in the increasingly ice-free Northwest Passage and Northern Sea Route (PNAS)