La capacidad de las aves para mantener la cabeza estable durante el vuelo es bien conocida. El en el caso de cisnes y gansos, se han realizado numerosos estudios sobre esta habilidad mientras están en tierra, pero se ha analizado poco mientras vuelan. La investigadora Ashley Pete y su equipo, de la Universidad de Stanford, han utilizado imágenes en alta velocidad del vuelo de cisnes cantores (Cygnus cygnus) para elaborar un modelo de suspensión pasiva que podría dar grandes resultados en las cámaras de vehículos autónomos como los drones.
El cisne usa unas 20 vértebras y 200 músculos para estabilizar la cabeza.
El estudio, publicado en la revista Journal of the Royal Society Interface presenta un sistema lineal de muelles que emula la forma en que los cisnes estabilizan su cuello cuando están aleteando en el aire. La clave está en la capacidad para contrarrestar de manera pasiva las oscilaciones mediante el reajuste del cuello. En las pruebas el mecanismo permite mantener una imagen estable a pesar de introducir grandes vibraciones u oscilaciones en el sistema:
En el caso de los cisnes, el análisis anatómico y de la imagen indica que las vértebras y músculos responden con la flexibilidad o rigidez necesarias en cada momento a los movimientos de las alas e incluso a las rachas de viento. Utilizando todos estos datos, Pete ha elaborado un modelo computacional que sigue los mismos principios. "Encontrar este simple mecanismo es un hallazgo destacable, teniendo en cuenta la abrumadora complejidad de la morfología del cuello del ave, con unas 20 vértebras y 200 músculos en cada lado", asegura David Lentink, autor senior del trabajo.
Referencia: The role of passive avian head stabilization in flapping flight (Journal of the Royal Society Interface) DOI: 10.1098/rsif.2015.0508 | Imagen: JKholer (Flickr, CC)