Ciencia

Por qué la vuelta al cole en la pandemia ha salido bien

Un nuevo estudio del hospital Vall d’Hebrón confirma que la gran mayoría de los contagios de la covid se producen de adulto a niño y no al revés. Esto, unido al buen trabajo en los centros, es la clave del éxito.

  • Alumnos con mascarilla y distancia de seguridad

Cuando el Ministerio de Educación y las comunidades autónomas anunciaron la vuelta al cole en el mes de septiembre, algunos especialistas se temieron que en un contexto de transmisión comunitaria los colegios se convirtieran en un foco dispersor de la enfermedad. La experiencia de otros países, como Israel, hacía sospechar que el regreso de la actividad escolar podía ser arriesgado pero, tres meses después, ya tenemos elementos encima de la mesa para afirmar que la vuelta al colegio ha sido un éxito. Los casos de contagios entre niños, o de niños a familiares, han sido muy escasos lo que, junto a la conducta ejemplar del personal docente y de los alumnos, es la clave por la que lo podemos celebrar.

Una de las pruebas más contundentes la presenta este mismo viernes el equipo del doctor Pere Soler, jefe de la Unidad de Patología Infecciosa e Inmunodeficiencias de Pediatría de Vall d’Hebron, quienes ofrecen los resultados de la segunda parte del estudio COPEDI-CAT sobre la transmisibilidad del coronavirus a través de los menores de edad que iniciaron antes del verano. En esta nueva fase, a partir del seguimiento de 1.081 niños con una PCR positiva y 3.515 contactos familiares diagnosticados en Cataluña entre el 1 de julio y el 31 de octubre, determinan que en la inmensa mayoría de los casos los niños fueron contagiados por un adulto y no al revés y que los casos en los que los niños fueron foco de contagio fueron muy minoritarios. Los números dicen, en concreto, que solo un 8% de los niños con PCR positiva (86) fueron los transmisores de la infección por SARS-CoV-2 al resto de miembros de su núcleo familiar y que en el 72,5 de los casos (783) fue otro miembro de la familia - casi siempre un adulto - el que le había transmitido el virus al menor.

“No vemos ninguna variación significativa en los contagios con la incorporación a las clases”

“Un aspecto interesante”, recalca Soler a Vozpópuli, “es que dividimos las fases del estudio del 1 de julio hasta el 13 de septiembre, coincidiendo con el inicio de las escuelas, y desde esa fecha hasta el 31 de octubre, abarcando 7 semanas en las que los niños iban al colegio. Y no vemos ninguna variación significativa en los contagios con la incorporación a las clases”. A su juicio, estos datos - junto con los que ya recogieron al principio de la pandemia - indican que en general los niños se infectan igual que los adultos pero, por motivos que aún no tenemos claros, además de manifestar síntomas más leves contagian menos la enfermedad que los mayores. “Ahora constatamos que la libre circulación de los niños y el retorno a las escuelas no han supuesto una mayor transmisión del SARS-CoV-2 por parte de ellos”, apunta Soler. “La inmensa mayoría de los pacientes pediátricos analizados han sido casos secundarios”.

Alumnos con mascarilla y distancia de seguridad

Esto es lo mismo que ven los médicos en otros centros sanitarios, como el Hospital Niño Jesús de Madrid. “En el momento actual la mayoría de los casos que detectamos como positivos por coronavirus el niño no es el primer caso, viene porque en su entorno familiar hay un caso, y no se ha infectado en el colegio, sino en casa”, asegura el pediatra de este hospital Alberto García Salido. El resultado también es coherente con los datos que ya había ofrecido la Consellería de Salud de la Generalitat, según los cuales en un 75% de los casos detectados en los colegios no se detecta ningún otro caso secundario, y con el trabajo que habían realizado en los campamentos de verano en Cataluña, el pediatra y epidemiólogo Quique Bassat y el equipo del proyecto 'Kids Corona’. En aquel estudio temprano ya había visto que la tasa de contagio de los niños era muy inferior a la media, aunque la situación en aquellos meses era distinta y la muestra era más pequeña.

Bassat, que está trabajando ahora con 235 jóvenes de entre 12 y 21 años de las categorías deportivas del Barça para investigar esta misma cuestión, también cree que hay indicios de que la capacidad de contagiar de los niños no es la misma que la de los adultos, aunque han aparecido estudios contradictorios. “Todos los datos apuntan a que son menos infecciosos, pero hay muchas variables de confusión”, explica. “Lo que estamos viendo en los colegios apunta a esa menor eficiencia a la hora de transmitir y por otro lado deja claro que la estrategia de contención que se ha puesto en marcha en los colegios funciona”.

La segunda variable de la ecuación

Aunque las pruebas apunten a que la menor capacidad de contagio de los niños ha jugado un importante papel, hay que tener en cuenta que la eficacia de las medidas de control estrictas que se han puesto en marcha en los colegios, con el esfuerzo de docentes y alumnos. “Lo cierto es que en las urgencias nos venían más niños antes de empezar el cole que después”, explica el doctor García Salido, “porque se ha limitado muchísimo la interacción social de los niños dentro y fuera del cole. Somos los adultos los que seguimos haciendo una vida más o menos normal, seguimos usando el transporte, yendo a trabajar… Es lógico que el vehículo de transmisión seamos los mayores”. Como muestra del estado de la situación, el doctor Pere Soler recuerda los datos de positividad de esta misma semana en Cataluña: “de un 16% para los adultos y de un 8% para los menores”, apunta. “Es decir, de la mitad”. “La afectación de la COVID-19 en los menores de edad de Cataluña sigue siendo escasa después del periodo de confinamiento, con los niños con plena movilidad”, añade la doctora Magda Campins, jefa del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología de Vall d’Hebron, que ha participado en el estudio COPEDI-CAT publicado este viernes.

"En las urgencias nos venían más niños antes de empezar el cole que después”

“Con la transmisión comunitaria lo razonable era pensar era que los colegios iban a ser vasos comunicantes” reconoce García Salido, “pero los profesores, los padres y la gran mayoría de niños están haciendo un gran esfuerzo, y esto ha sido clave”. Otro factor importante, apunta, ha sido el cambio de mentalidad de los padres, quienes por responsabilidad social, y porque ha empezado a estar muy mal visto, han dejado de llevar a los niños “con mocos” al colegio, haciendo un esfuerzo y apañándose como han podido, a menudo sin respaldo de la administración. Un caso de control negativo ha sido el colegio de Vitoria, en el País Vasco, al que la fiscalía investiga porque los alumnos no llevaban mascarillas en las clases, lo que ha forzado a cerrar el centro por un foco con más de 30 positivos por covid-19. Una prueba indirecta de que las medidas de control más estrictas han tenido un importante papel.

¿Qué habría pasado si hubiéramos hecho el mismo control que en los colegios en las oficinas?, se pregunta Bassat

Esto lleva a Quique Bassat a plantear una reflexión. “¿Qué habría pasado si estas medidas de control de los colegios las hubiésemos planteado también en las oficinas?”, se pregunta. “¿Qué habría pasado si hubiésemos hecho grupos burbuja en todos los centros de trabajo de los adultos y la gente se hubiera aislado en el momento en que presentase fiebre o el más mínimo síntoma? Probablemente esto funcionaría igual de bien en otros sitios”, se responde. “Hay una suma de factores”, coincide el doctor Soler. “Por un lado las características del niño, el hecho de que en casa hayan transmitido mucho menos la enfermedad, da un peso al factor individual del niño, pero a la vez, si hay menos de un 2% de centros cerrados por brotes es porque las medidas de prevención han funcionado, posiblemente los grupos burbuja y las mascarillas”. Todas estas evidencias nos colocan también ante un espejo. Aunque los niños quizá contagien menos la enfermedad, al final, el único lugar en el que hemos tomado medidas estrictas parecidas a las que han tomado países como China o Corea, han sido los colegios y allí hemos conseguido amortiguar los contagios. ¿Por qué no nos aplicamos todos lo que los niños y profesores han demostrado tan eficientemente que puede funcionar? ¿Por qué no probamos los mayores a hacerlo igual de bien?

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