Enterrado bajo el pergamino de un antiguo códice del monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, en Egipto, un equipo de investigadores ha hallado fragmentos de lo que se puede considerar un tesoro de la historia de la astronomía. Se trata de algunas de las coordenadas estelares anotadas por el griego Hiparco de Nicea en el siglo II a. C. en el primer gran esfuerzo por cartografiar el cielo nocturno completo, unas tablas sobre las que hasta ahora solo se tenían referencias indirectas e incluso se dudaba de su existencia.
“Corona Borealis, situada en el hemisferio norte, se extiende en longitud 9° desde el primer grado de Escorpio hasta 10° en la misma constelación”, dice una parte del texto en griego descifrado por Victor Gysembergh, Peter Williams y Emanuel Zingg y hallado mediante técnicas de imagen multiespectral bajo el manuscrito. Tal y como revelan en un trabajo publicado en la revista Journal for the History of Astronomy, estas anotaciones son parte de los datos de la cúpula celeste meticulosamente obtenidos por el astrónomo griego alrededor del año 129 a. C. que muchos consideran la piedra angular de la astronomía.
“En el texto hay estrellas claramente identificadas mediante una serie de coordenadas que coinciden con el cielo en el tiempo de Hiparco y con ningún otro”, explica Gysembergh, investigador del CNRS, a Vozpópuli. “Esta fue la pistola humeante”. Pero para establecer la relación directa hubo que reunir muchas más pruebas y recomponer un complicado puzzle que daba acceso a un trabajo que ha permanecido oculto durante más de 2.000 años.
Una escalera hacia el pasado
Para entender cómo se llegó hasta este catálogo de Hiparco enterrado en el tiempo hay que reconstruir la historia del manuscrito en el que se ha encontrado. El conocido como Codex Climaci Rescriptus es un texto de 146 páginas escrito en siríaco y hallado en el citado monasterio ortodoxo de la península del Sinaí en 1895. En la capa más reciente, el texto visible es de Juan Clímaco, quien fue abad del monasterio durante el siglo VI, un documento religioso conocido como “La escalera del divino ascenso” en el que detalla a los monjes cuáles son los treinta escalones de la conducta adecuada para llegar al Paraíso.
Pero para su escritura los monjes utilizaron pergaminos que fueron raspados para su reciclado y que en su momento contenían otros textos, una práctica común en un tiempo donde el material para la escritura era muy escaso.
¿Qué había debajo del palimpsesto? Gracias al reanálisis realizado en 2017 por los técnicos de la biblioteca de Rolling Hills, en California, y de la Universidad de Rochester, en Nueva York, se obtuvieron 42 fotografías de los textos mediante diferentes longitudes de onda que revelaban las palabras ocultas bajo la tinta más reciente de los pergaminos y permitió descender en una escalera, esta vez hacia el pasado.
Con solo tres letras: μ̊ ν̅ε̅
La mayoría de los textos revelados bajo el códice eran parte de un extenso documento bíblico que Peter Williams, investigador de la Universidad de Cambridge y del instituto de estudios bíblicos Tyndale House, empezó a estudiar hace más de una década. La primera pista de que había algo diferente la obtuvo en 2012 uno de sus estudiantes, Jamie Klair, cuando en un análisis preliminar se percató de que una parte de los pergaminos contenían también un manuscrito astronómico.
“Las páginas borradas vienen en su mayoría de una biblia reciclada”, explica Gysembergh, “pero unas cuantas páginas proceden de un manuscrito astronómico, cuyo texto principal es una composición conocida como el Phaenomena de Arato, un antiguo poema astronómico que describe las constelaciones”.
Comprender el significado de estos símbolos que apenas asomaban detrás del texto principal era una tarea que requería tiempo y paciencia, y fue en la primavera de 2021, durante uno de los muchos confinamientos por la pandemia de coronavirus, cuando Williams decidió escrutar con más detalle el manuscrito. “La clave fueron tres letras en griego que aparecían seguidas en una parte del texto y que no entendía: la letra mu, un espacio, luego nu y después epsilon”, recuerda Williams en conversación con Next. “Era una combinación muy poco frecuente, pero poco a poco me di cuenta de que había una línea sobre la parte de arriba sobre epsilon, lo que significaba que era un número”.
Entonces Williams advirtió que mu era la abreviatura para “grados” y lo que había encima era un círculo. De repente estaba claro que aquella secuencia (μ̊ ν̅ε̅) estaba dando unas coordenadas. “Estaba describiendo la posición de las estrellas y había más referencias a lo largo del fragmento”, asegura.
“Fue en ese momento cuando Williams me contactó”, recuerda Gysembergh, “y en cuanto lo vi estuvo claro inmediatamente que eran coordenadas astronómicas”. “Lo primero que hicimos fue intentar encontrar coincidencias entre aquellas posiciones de las estrellas y determinados periodos de tiempo, algo que es posible gracias a la precesión de los equinoccios", detalla. “Es la forma en que las estrellas cambian de posición en el curso de siglos, de manera que puedes estimar de qué siglo son esas posiciones. Y todo apuntaba hacia Hiparco".
Hiparco, una nota a pie de página
Después de aquellas primeras pistas y gracias a la capacidad para descifrar mensajes de Emanuel Zingg, el tercer autor del artículo, los investigadores afrontaron la titánica tarea de recomponer el significado de aquellos enigmáticos fragmentos en los que parecía estar la huella del astrónomo griego. “En algunos momentos no teníamos ciertas estrellas, otras veces no estábamos seguro de qué número era”, recuerda Gysembergh. “Nos llevó meses y decenas de reuniones”.
El texto astronómico revelado era una especie de compendio del saber astronómico escrito entre los siglos V y VI
Finalmente comprendieron que el texto que aparecía en dos de las páginas del palimpsesto era una especie de compendio del saber astronómico escrito entre los siglos V y VI en el que aparecían las observaciones originales de Hiparco como un dato técnico añadido. “Parecía un resumen de todo lo que se sabía sobre las estrellas”, observa Williams. “Como una enciclopedia en la que primero está el popular poema de Arato sobre las constelaciones, luego un texto de Eratóstenes sobre la historia mítica de cómo se formaron y finalmente las observaciones específicas de Hiparco, en una bonita combinación de astronomía y astrología, que no estaban separadas por entonces”.
“De modo que las coordenadas de Hiparco estaban en el texto como una especie de nota al pie de página, aunque el término técnico es paratexto”, indica Gysembergh. Esto significa que el texto del gran astrónomo griego se ha salvado de la desaparición gracias a una nota añadida dentro de una obra mucho más popular, como si en un futuro lejano se recuperaran partes de los trabajos de Stephen Hawking en una de las muchas reproducciones de los libros de Harry Potter.
Justicia para Ptolomeo
Antes de este nuevo descubrimiento, como destaca el historiador James Evans en un artículo en Nature, las tablas de Claudio Ptolomeo eran el catálogo estelar más antiguo que se conservaba, con observaciones de las posiciones más de 1.000 estrellas y diversas fuentes apuntaban a que había usado los datos obtenidos por Hiparco tres siglos antes. Uno de los aspectos más relevantes del nuevo trabajo es que deja claro que Ptolomeo no se limitó a copiar los datos que ya había obtenido Hiparco y darles un pequeño giro.
“¿Plagió Ptolomeo a Hiparco? Definitivamente no”, responde Gysembergh
“¿Plagió Ptolomeo a Hiparco? Definitivamente no”, responde Gysembergh. “Ahora podemos descartarlo porque cuando comparamos las coordenadas de Hiparco y las de Ptolomeo vemos que algunas veces la correspondencia es casi perfecta, pero otras veces las coordenadas son absolutamente diferentes, por lo que también está claro que usó otras fuentes de información así como observaciones propias”.
Sobre la precisión de las observaciones, añade, en las coordenadas de Hiparco recién descubiertas no hay errores de más de un grado, a diferencia de lo que sucede con Ptolomeo. “En este sentido Hiparco es más preciso”, asegura el autor principal del trabajo, “pero solo tenemos referencias de quince o dieciséis estrellas con las que juzgar, contra las más de mil de Ptolomeo, y bien podría ser que cuando entráramos otro fragmento hubiera un gran error y las cosas cambiaran”.
En cualquier caso, el catálogo del griego también se inspiró en observaciones anteriores de babilonios y egipcios. “Hiparco no habría conseguido sus logros sin sus predecesores”, subraya Gysembergh. "También trabajó en Alejandría y hay razones para creer que usó datos astronómicos de los egipcios. Su mayor logro [además de estimar la distancia de la Tierra a la Luna, dividir la Tierra en meridianos y paralelos e inventar la trigonometría] fue descubrir la precesión de los equinoccios. Y la manera de descubrirlo es medir la posición de todas las estrellas y compararlo con observaciones anteriores, y no podía ver estas enormes diferencias en el periodo de una vida”.
Las estrellas de Hiparco permanecieron brillando en la oscuridad de un palimpsesto durante siglos, a la espera de ser descubiertas
En ese sentido, recalca, el descubrimiento de la precesión de los equinoccios fue un enorme paso adelante, porque la gente asumía que el mundo terrestre estaba sometido a cambios, pero las estrellas estaban fijas. "De pronto Hiparco les decía que incluso las estrellas se movían", asegura el investigador. "Esto fue un caso de método científico, en el que necesitas una observación paciente, elaborar una hipótesis y ponerla a prueba”.
Por este motivo, encontrar aunque sea un fragmento del trabajo que le llevó a establecer aquella base sólida, y descubrir que las estrellas de Hiparco permanecieron brillando en la oscuridad de un palimpsesto durante siglos, a la espera de ser descubiertas, es tan relevante para la propia historia de la ciencia y de la astronomía.
Otros tesoros por descubrir
Para el especialista en historia de la astronomía Paco Bellido, lo más interesante de este descubrimiento, además de demostrar que Ptolomeo no se limitó a tomar las posiciones de Hiparco para su Almagesto, es que despeja las dudas sobre la forma en que Hiparco registró las posiciones estelares. “En lugar de un catálogo se podría pensar en un globo celeste como soporte documental, por ejemplo”, argumenta.
Laura Fernández Fernández, profesora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad Complutense experta en las Tablas Alfonsíes, considera que este descubrimiento reafirma que Hiparco fue “una figura excepcional para el avance del conocimiento astronómico” y recuerda que "el uso de la tecnología aplicada a los manuscritos es una oportunidad excepcional para seguir estudiando estos materiales”.
Para el astrónomo David Barrado, investigador del Centro de Astrobiología (CAB), CSIC-INTA, el resultado resalta la importancia de analizar con detalle los manuscritos antiguos. “Desde una perspectiva cultural”, asegura, “es vergonzoso que diversos manuscritos hayan sido expoliados y que estén divididos en diferentes museos, como es este caso, que está al menos en tres”.
En este trabajo participaron los mismos técnicos que encontraron el palimpsesto de Arquímedes
El último gran hallazgo de este tipo fue el famoso palimpsesto de Arquímedes, en cuyo descifrado participaron los mismos técnicos que han revelado las imágenes sobre Hiparco, pero quedan miles de documentos de este tipo por estudiar y analizar. Solo en el monasterio de Santa Catalina de donde procede el manuscrito de este estudio, por ejemplo, hay otros 160 palimpsestos. Y, según datos de la tesis de Barrado sobre este tema, se estima que existen más de 10.000 manuscritos astronómicos dispersos, que podrían contener revelaciones fantásticas sobre la astronomía del pasado.
“El trabajo en archivos y bibliotecas es fundamental para avanzar en el conocimiento de la Antigüedad y la Edad Media”, añade Laura Fernández. “Hallazgos de estas características nos mantienen alerta y nos motivan para seguir buscando otros materiales que a día de hoy consideramos perdidos”
“Hay páginas de este mismo manuscrito que aún no hemos podido leer y que pensamos que podrían contener más registros de Hiparco, por lo que estamos buscando la tecnología que nos permita leerlas en el futuro”, concluye Victor Gysembergh. “Toda estas técnicas se han aplicado a una mínima porción de los textos, pero hay miles de palimpsestos, un número incontable de otros manuscritos dañados que podrían contener increíbles textos de literatura, filosofía, ciencia o historia. Es muy emocionante”.
Referencia: New evidence for Hipparchus’ Star Catalogue revealed by multispectral imaging (Journal for the History of Astronomy)