Sobre la llegada de los primeros humanos al continente americano se han escrito centenares de trabajos y se han elaborado numerosas hipótesis. La más aceptada es que los primeros habitantes llegaron a través del Estrecho de Bering hace unos 15.000 años y desde allí se fueron extendiendo hacia el sur. Pero el descubrimiento que acaba de anunciar Thomas Deméré y su equipo puede dar la vuelta completamente a todas estas teorías.
En un trabajo publicado en la revista Nature, Demeré detalla el análisis de una serie de herramientas e indicios encontrados junto a los restos de un mastodonte (Mammut americanum) encontrados por los paleontólogos a principios de la década de 1990. En su momento se hallaron una serie de aparentes hachas de piedra y yunques junto a restos óseos del animal, pero las técnicas de la época no permitieron datarlos con exactitud. La novedad es que los autores del trabajo han podido emplear la datación por isótopos de uranio y torio para analizar los restos (no había restos de colágeno para practicar pruebas de carbono) y han determinado una antigüedad de alrededor de 130.000 años.
La otra aportación importante es el análisis de los restos de hueso que aparecen en torno al mastodonte, con fracturas en forma de espiral que indican que fueron fragmentadas mientras el cuerpo estaba fresco, así como esquirlas y dientes con claros signos de haber sido arrancados a golpes. A esto se le une el hallazgo de cinco hachas de mano y yunques con señales de impacto que no han podido ser causadas por procesos geológicos, según los investigadores. La manera en que herramientas y restos están distribuidas les dice, además, que los huesos y dientes fueron golpeados en el lugar del yacimiento.
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Con todos estos elementos, el equipo de Demeré saca su revolucionaria conclusión: los hallazgos indican que hubo humanos con destreza manual y experiencia en el manejo de herramientas suficiente como para arrancar la carne de un mastodonte con ellas en una fecha sorprendentemente temprana, muy anterior a lo que se pensaba hasta ahora. Pero como toda afirmación extraordinaria, se necesitarán pruebas extra para conocer su verdadero alcance.
Referencia: A 130,000-year-old archaeological site in southern California, USA (Nature) DOI 10.1038/nature22065