Hace 14.400 años los humanos que vivían en el desierto negro, al noreste de Jordania, comían pan. Era un pan ácimo (sin levadura), realizado a partir de harina molida, colada y aventada, todo un avance gastronómico si tenemos en cuenta que aún faltaban otros 4.000 años para que naciera la agricultura y el cultivo sistematizado del cereal. El revolucionario descubrimiento es obra del equipo de Amaia Arranz Otaegui, quienes han obtenido toda esta información a partir del análisis de los restos carbonizados que aparecen en el yacimiento de Shubayqa 1 de la cultura natufiense, un pequeño asentamiento en el que vivía un pequeño grupo de cazadores-recolectores que empezaban a construir las primeras casas de piedra.
“Hemos encontrado lo que de momento se considera la evidencia más antigua de producción de pan que existe en el mundo”, explica Arranz a Next desde otro yacimiento neolítico en Irán, donde se encuentra excavando. “Esto nos indica que el pan se consumía 4.000 años antes de los que se pensaba. Porque siempre se ha asociado al neolítico, el periodo en que se empieza a cultivar plantas, pero nosotros hemos descubierto pan consumido por cazadores-recolectores”. El hallazgo, que hoy se publica en la revista PNAS, es una de esas sorpresas que no se esperaban ni los propios arqueólogos. Arranz estaba excavando en una estructura de piedra, en un hogar central donde preparaban sus alimentos y que tiene un metro de diámetro. Y entonces reparó en que algunos de los restos más pequeños eran diferentes.
“¡Que esto tiene 14.000 años, Lara!”
“Estaba cribando y me estaba dando cuenta de que me estaba encontrando restos que no eran de carbón, ni semillas ni tubérculos, ni nada parecido a lo que estaba acostumbrada a ver”, recuerda. Temporalmente los clasificó como restos de plantas procesadas, pero no fue hasta que la investigadora de la Universidad de Copenhague regresó a Europa y examinarlos al microscopio electrónico cuando comprendió el alcance de lo que estaba viendo. “Estaba mirando al microscopio cuando entró mi colega Lara González Carretero, que trabaja en el yacimiento de Catal Hüyük y está especializada en analizar restos de pan, se acercó y dijo: ‘uy, ¿esos restos de quién son? Porque aquí hay pan, eso lo veo todos los días’. Y yo le dije: ‘¿pero qué me estás diciendo? ¡Que esto tiene 14.000 años, Lara!’. Y la verdad es que fue una sorpresa para las dos, casi nos caímos al suelo de la emoción”.
Como las migas de una tostadora
El estudio ha consistido en el análisis de 24 pequeños fragmentos de material carbonizado y aspecto esponjoso en cuyo interior se encuentran restos de cereales salvajes y de aspecto similar al pan sin levadura que se han encontrado en asentamientos del Neolítico muy posteriores. ¿Y qué aspecto tienen estos restos? “Estoy segura de que en casa tienes una tostadora y que en la bandeja encuentras esos restos de pan calcinados y porosos”, explica Arranz. “Pues esto es algo muy parecido, fragmentos de unos 2 o 3 centímetros que son muy porosos y en cuyo interior, una vez que aplicas microscopio electrónica de barrido, sí que ves partículas de plantas, de cereales, el salvado… Pero en general todo tiene el aspecto de lo que conocemos como miga”.
En opinión de los autores, uno de las puertas más interesantes que abre este hallazgo es la posibilidad de ahondar mejor en los motivos por los que estas primeras poblaciones sedentarias terminaron desarrollando posteriormente la agricultura. “El siguiente paso es valorar si la producción y consumo de pan influyó en el desarrollo del cultivo de plantas y en la domesticación”, sugiere Arranz. “Es una interpretación muy difícil de probar, pero hay muchos autores que hablan de que comida como el pan o la cerveza pudieron ser impulsores del desarrollo del cultivo del cereal y por tanto de la agricultura”.
“Los cazadores recolectores natufienses son de un interés especial para nosotros debido a que vivieron en un periodo transacional en el que los humanos se hicieron más sedentarios y su dieta empeño a cambiar”, añade Tobias Richter, coautor del estudio y director de las excavaciones. “Las hoces de sílex y herramientas para labrar la tierra que encontramos en los yacimientos nos han llevado desde hace tiempo a los arqueólogos a sospechar que los humanos empezaron a explotar las plantas de una manera diferente y quizá más efectiva”. Por eso el pan hallado en Shubayqa 1 puede ser la primera prueba de que el consumo de estos cereales salvajes pudo ser “el motor que llevo más tarde a la revolución agrícola en la que estas especies silvestres se cultivaron para proveerse de una fuente de comida mejor”.
Para Amaia y su equipo hay algunos indicios de que aquel pan pudo ser un alimento especial, dada su escasez en los restos que aparecen. “Sabemos que no estaban comiendo cereales todo el día, porque sus restos son muy escasos en comparación con los tubérculos”, asegura. “Dado que este pan no lo podían hacer todos los días, entonces podemos suponer que lo comían en un momento especial, en alguna fiesta o algún evento especial, pero no nos podemos mojar porque no sabemos muy bien qué función tenían los cereales para ellos”. Lo que parece claro es que aquellos hombres y mujeres estaban empezando a cambiar de hábitos y a dejar las costumbres nómadas que hasta entonces habían caracterizado a los grupos humanos.
"Este pan no lo podían hacer todos los días, podemos suponer que lo comían en un momento especial"
“Sabemos que son grupos pequeños, de unos 10 o 20 personas, y que vivían como cazadores-recolectores, pero lo interesante es que en este periodo empiezan a asentarse y empiezan a construir casas de piedra”, concluye Arranz. “El lugar donde hemos encontrado los restos es una cabaña de unos 8 metros de diámetro y un suelo muy trabajado, como un puzzle de piedras grandes y planas. Incluso los hogares están muy bien hechos, así que creemos que aquellos humanos debían haber pasado mucho tiempo en el asentamiento”. Y en aquellas pequeñas casas, construidas con tanto mimo, es muy probable que se fraguaran los cambios que vinieron después y que alteraron el curso de la humanidad para siempre.
Referencia: Archaeobotanical evidence reveals the origins of bread 14,400 years ago in northeastern Jordan (PNAS)