Usted está dentro de la cabina donde un equipo de investigadores le va a someter a un escáner cerebral. A través de una pantalla puede observar el cuerpo de otra persona, en una situación similar, al otro lado de la habitación. Pero cuando un voluntario se acerca y comienza a tocar las piernas de la otra persona el que lo nota es usted. En un instante, su cerebro interpreta que su cuerpo es el otro, el que recibe los estímulos simultáneamente, hasta el punto de que cuando el voluntario simula agredir con un cuchillo al otro cuerpo, su sobresalto será idéntico al que experimentaría si le atacaran a usted.
La ilusión genera una serie de patrones en los lóbulos temporal y parietal.
Este pequeño truco está basado en una experiencia llamada la "ilusión de la mano de goma" que permitió a los científicos comprobar la facilidad con que nuestro cerebro es capaz de alterar la percepción espacial y de su propia situación. Mediante experimentos con realidad virtual, los investigadores han visto que nuestra capacidad para 'cambiar de cuerpo' con una pequeña alteración de los estímulos es brutal, hasta el punto de que somos capaces de interiorizar que tenemos un cuerpo invisible.
El equipo de Arvid Guterstam, del Instituto Karolinska, ha querido medir mejor este efecto realizando la prueba de "cambio de cuerpo" con quince voluntarios sanos cuya actividad cerebral escaneaba en tiempo real. "En cuestión de segundos", explica, "el cerebro mezcla la sensación del tacto con el estímulo visual y genera la ilusión de que estamos en otro cuerpo y que éste está en otro lado de la habitación", explica Guterstam.
El resultado, publicado es semana en la revista Current Biology, muestra por primera vez las áreas del cerebro que se activan durante este proceso, una serie de patrones en los lóbulos temporal y parietal que podrían estar relacionados con la sensación de estar dentro de uno mismo. También se detectó actividad en el hipocampo, el núcleo en el que se encuentran las llamadas células de GPS que facilitan la orientación espacial y cuyo descubrimiento valió a sus autores el último premio Nobel.
En el proceso están implicadas las células GPS o de lugar.
"Este descubrimiento es especialmente interesante", asegura Henrik Ehrsson, coautor del estudio, "porque indica que las células de lugar no solo están implicadas en la navegación y la codificación de los recuerdos, sino que también son importantes para generar la experiencia consciente de dónde está nuestro cuerpo en el espacio". Entender este misterioso proceso puede abrir la puerta a muchas aplicaciones terapéuticas e incluso al diseño de dispositivos para experiencias virtuales más intensas.
Referencia: Posterior Cingulate Cortex Integrates the Senses of Self-location and Body Ownership (Current Biology)
En Next: La mujer que sale de su cuerpo tres veces al día