El Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) y la Universidad Complutense de Madrid han presentado el primer Catálogo Global de Megatsunamis Históricos (GHMCat), en el que se recogen los 40 eventos documentados desde el desencadenado por la erupción explosiva masiva en la isla de Thera (Santorini) en Grecia, alrededor de 1600 a.C. hasta la actualidad. Este inventario, publicado recientemente en la revista científica 'GeoHazards', incluye las descripciones de las alturas máximas de olas, las causas y las fuentes, de acuerdo con los datos disponibles y con las principales referencias bibliográficas que sustentan los datos recopilados. En él, se propone una definición de megatsunami como un evento extremo que impacta contra los costas de acantilados en cualquier región y en el que las olas alcanzan una altura de 35 metros (m) o más. Están causados por deslizamientos masivos o avalanchas rocosas de gran magnitud, en ocasiones inducidos por grandes terremotos.
Para elaborar la investigación, los científicos utilizaron como fuentes de información principal las dos bases de datos mundiales de tsunamis históricos existentes, que completaron con numerosas publicaciones. En total, en ellas hay unos 2.800 eventos registrados, 700 de ellos con olas de más de un metro de altura. Para el nuevo catálogo, se revisó e investigó meticulosamente cada evento histórico, con referencias a fuentes originales siempre que fuera posible. En el proceso, se consultaron más de 300 publicaciones desde 1888 hasta 2024.
De acuerdo con el IGME, el 1,5% de los 40 megatsunamis tuvieron alturas superiores a los 40 m y algunos incluso superaron los 100 m. En Lituya (Alaska) tuvo lugar el más grande registrado jamás. Fue causado por una avalancha de rocas provocada por un terremoto de magnitud 7,8 que impactó las aguas en la cabecera de la bahía. La caída de entre 35 y 40 millones de metros cúbicos de rocas y hielo al mar, desde una altura de 600 metros, generó una ola de 524 metros que devastó diez kilómetros cuadrados (km/2) de bosque. El siguiente registrado tuvo lugar pocos años después, en 1963, en el embalse de Vaiont en los Alpes italianos. Allí, un deslizamiento ocurrido mientras se llenaba la infraestructura causó una ola de unos 250 metros, lo que destruyó pueblos enteros. El último de dimensiones similares se produjo en 1980 en Spirit Lake (EEUU), que se produjo por un deslizamiento asociado a la erupción del volcán Santa Helena y alcanzó los 260 m.
En la investigación, los autores han concluido con que, actualmente, los efectos combinados de pendientes pronunciadas, masas rocosas fracturadas y el retroceso del hielo en zonas glaciares desempeñan un papel crucial para que ocurran grandes deslizamientos y avalanchas. Por lo que han señalado, "es probable que el calentamiento global impulse un aumento en la frecuencia de grandes deslizamientos rocosos" dado que conduce al aumento de las temperaturas, impacta en las latitudes altas y frías de ambos hemisferios, sobre todo en las regiones heladas, lo que causa ese retroceso glaciar que genera la inestabilidad de las pendientes.