Una vez que las primeras vacunas empiecen a estar disponibles para la población general, habrá que estar pendientes de la evolución del SARS-CoV-2 por si, como sucede en otras enfermedades y en la ‘batalla’ entre bacterias y antibióticos, la selección natural produce algunas variantes del coronavirus que se hacen resistentes. “Como hemos visto en otras enfermedades, la reacción de resistencia puede hacer que las vacunas pierdan su eficacia rápidamente”, asegura David Kennedy, investigador de la Universidad de Pennsylvania State. “Aprendiendo de estos desafíos previos e incorporando este conocimiento durante el desarrollo de las vacunas, podríamos maximizar su impacto a largo plazo”.
David Kennedy y Andrew Read publican este lunes un artículo en la revista PLoS Biology en el que plantean esta cuestión y proponen algunas estrategias para utilizar las muestras de sangre y mucosas que se recogen de manera habitual de los pacientes en la vigilancia de las mutaciones del virus y su posible resistencia a las vacunas. Midiendo la cantidad de anticuerpos y células-T que están presentes en estas muestras, aseguran, se podrá ver cómo de fuerte es la respuesta inmunitaria. Al mismo tiempo, examinando las diferencias genéticas entre los virus recogidos en personas vacunadas y sin vacunar, también se podrá comprobar si el virus ha sufrido cambios por la selección inducida por las vacunas. Pero, ¿cómo de probable es este escenario?
Poco probable, pero peligroso
“El que surjan variantes del SARS-CoV-2 en la población es una posibilidad siempre contemplada pues se trata de un virus ARN”, explica a Vozpópuli el investigador español Mariano Esteban, que trabaja en uno de los proyectos de vacuna desde el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC). “La potencial resistencia a las vacunas actuales más avanzadas puede deberse a que alguna de las mutaciones en el virus afecten al dominio de entrada del virus en la célula o al de fusión con la membrana celular, lo que podría provocar el escape del virus mutante a la acción de los anticuerpos producidos por la vacuna”. Sin embargo, debido a la naturaleza del propio coronavirus, la probabilidad es pequeña.
Los coronavirus mutan menos, pero hay que vigilar por si acaso, dice Margarita del Val
La viróloga e inmunóloga Margarita del Val, investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO), cree que es poco probable que este virus se haga resistente a las vacunas, pero que “aun así hay que mirarlo, por si acaso”. A diferencia de los virus de la gripe, apunta, los coronavirus catarrales y los que están presentes animales nunca han sido capaces de recombinarse y experimentar mutaciones que los hagan escapar de los anticuerpos. “Todos ellos llevan probablemente siglos replicándose en su hospedador respectivo, sea ser humano o animal, y esto no ha pasado”, explica. “También mutan, aunque diez veces menos que la gripe A. Así que los coronavirus conocidos no se escapan de la respuesta inmunitaria de anticuerpos y es lo que yo esperaría también de este SARS2”.
A pesar de todo esto, Del Val cree que hay que estar muy pendientes de los cambios, en particular a la capacidad que la proteína S de este SARS-Cov-2, que “tiene algo que no todos los coronavirus catarrales tienen, que es poder activarse por furina y permitir así entrar por fusión al virus en células de muchos tejidos”. “De momento, la tasa mutacional es muy baja, pero ya se están aislando variantes con mutaciones en distintas zonas de la proteína S (espiga), pendientes de confirmar si estas mutaciones confieren mayor virulencia”, añade Mariano Esteban. “Por todo ello hace falta ampliar el rango de acción de las vacunas de segunda generación para evitar resistencias, que incluya un mayor repertorio antigénico”.
“Hace falta ampliar el rango de acción de las vacunas de segunda generación para evitar resistencias”, dice Mariano Esteban
Eso es también lo que proponen los autores del nuevo trabajo, quienes creen que la posibilidad de aparición de una resistencia debe ser tenida en cuenta desde la propia fase de desarrollo de las vacunas. “De manera muy parecida a cómo la terapia de combinación de antibióticos retrasa la evolución de la resistencia antibiótica, las vacunas diseñadas para inducir una respuesta inmunitaria redundante en la superficie del virus- en la que el sistema es estimulado para apuntar a diferentes objetivos, llamados epítopos - pueden retrasar la aparición de una resistencia a la vacuna”, asegura Andrew Read. “Eso es porque el virus tendría que adquirir muchas mutaciones, en lugar de solo una, para sobrevivir al ataque del sistema inmunitario del hospedador”. Todo esto, recuerda Mariano Esteban, se está contemplando con toda seguridad en los ensayos clínicos fase III de las primeras vacunas, donde se podrá comparar la secuencia del virus después de que una persona vacunada haya sido infectada por el coronavirus con la secuencia del virus en el grupo que ha recibido placebo.
La amenaza de los visones
La otra posibilidad de que el virus mute y se escabulla de las vacunas que diseñemos viene del mundo animal, y en particular de las granjas de visones donde se han detectado variantes del virus que saltan desde esta especie a los humanos. “Cuando un virus se enfrenta a una situación muy distinta, esta hace de potente selección”, explica Margarita del Val. “Y con una selección suficientemente potente se pueden forzar variantes del virus que nunca saldrían”. “Lo mismo que ocurrió en una granja en España”, recuerda Mariano Esteban, “ahora los daneses van a sacrificar a 17 millones de visones por estar infectados con el coronavirus. El que el virus pase de humano a visón y viceversa puede provocar cambios genéticos en el virus y ser más virulento. Habrá que esperar a los resultados”, señala.
La selección en las granjas de visones podría forzar variantes de variantes del virus que nunca saldrían
A juicio de los dos investigadores españoles este riesgo existe aunque la manera de cortarlo de manera radical es hacer lo que han hecho los daneses: sacrificar a los animales antes de que estas granjas se conviertan en una reserva del coronavirus o lo pasen a la naturaleza. “El riesgo real e inmediato es que el virus pase a los mustélidos silvestres de Europa y se conviertan en un reservorio que nos lo contagie regularmente”, afirma Del Val. “Sin duda, lo mejor es actuar de manera drástica ahora”.
Referencia: Monitor for COVID-19 vaccine resistance evolution during clinical trials (PLoS Biology) PLoS Biol 18(11): e3001000