Durante los últimos dos años, la estrella KIC 8462852, más conocida como Tabby por la astrónoma Tabetha Boyajian, ha sido considerada como “estrella más misteriosa del universo” debido a sus descensos de luminosidad irregulares e inesperados. Situada a más de 1.000 años luz en la constelación del Cisne, desde su descubrimiento en 2013 la estrella presentó varios descensos consecutivos de entre el 15% y el 22% de su luz, lo que dio pie a todo tipo de teorías, desde la presencia de un planeta gigante o un grupo de asteroides troyanos e incluso la existencia de una megaestructura conocida como “esfera de Dyson” que estuviera sirviendo a una civilización alienígena para extraer su energía.
Los autores identificaron 4 caídas de brillo de entre el 1 y el 2,5% que duraron desde días a semanas
La estrella despertó tal interés que Boyajian y un equipo de más de 100 investigadores consiguieron recaudar 100.000 dólares a través de la plataforma Kickstarter para financiar las observaciones desde un telescopio en tierra y recopilar más datos de la estrella. Ahora, un año después, el equipo presenta los resultados, en colaboración con el observatorio de Las Cumbres, en The Astrophysical Journal Letters, donde ofrecen los detalles de las caídas de brillo observada desde mayo de 2017 hasta el final del año, cuando dejó de ser visible desde la Tierra. Los autores han identificado 4 caídas de brillo principales de entre el 1 y el 2,5% que duraron desde días a semanas. Su principal conclusión, a la vista de los datos, es que las ocultaciones parciales de la luz del planeta se deben a la presencia de partículas de polvo microscópico que orbital el planeta.
“El polvo es la razón más probable por la que la luz de la estrella parece apagarse y encenderse”, explica Boyajian. “Los nuevos datos muestran que los diferentes colores de la luz están siendo bloqueados con distintas intensidades. Además, sea lo que sea que está pasando entre nosotros y la estrella no es opaco, como cabría esperar de un planeta o una megaestructura alienígena”. Los autores subrayan que estas variaciones de luz se produjeron hace más de 1.000 años y fueron causadas casi con toda certeza por materia ordinaria, "lo que lo hace aún más interesante, no menos”.
“Lo que está pasando entre nosotros y la estrella no es opaco, como cabría esperar de una megaestructura alienígena”
A finales de mayo de 2017, el equipo de Fernando J. Ballesteros y Alberto Fernández Soto propuso un modelo en el que el responsable de los descensos de luminosidad era un enorme planeta con un gigantesco sistema de anillos y sendos grupos de asteroides troyanos que le acompañan por delante y detrás de su órbita en un ángulo de 60 grados. Otro equipo de españoles, el de Marian Martínez González, Héctor Socas-Navarro, Andrés Asensio y Carlos Westendorp del Instituto Astrofísico de Canarias, apuntaron la posibilidad de que la estrella tuviera alguna actividad anómala de emisión. Los datos revelados en el estudio de Boyajian parecen descartar estos extremos.
Referencia: The first post-Kepler brightens dips of KIC 8462852 (The Astrophysical Journal Letters)