Las sepias pueden evaluar una situación concreta y controlar su voluntad y sus impulsos para obtener una recompensa determinada, una conexión entre inteligencia y autocontrol que hasta ahora solo se había constatado en humanos y chimpancés y cuya evidencia se publica esta semana en Proceedings of the Royal Society B.
El estudio, hecho en el Laboratorio de Biología Marina (MBL) de Woods Hole y liderado por Alexandra Schnell, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y Roger Hanlon -experto en el comportamiento de los cefalópodos- demostró que las sepias son capaces de retrasar una gratificación y esperar más tiempo para lograr una recompensa mejor.
"Utilizamos una versión adaptada de la prueba del malvavisco de Stanford, en la que se daba a los niños la opción de tomar una recompensa inmediata (un malvavisco) o esperar a ganar una recompensa retrasada pero mejor (dos malvaviscos)", dice Schnell.
"Todas las sepias del estudio fueron capaces de esperar la recompensa mejor y esperaron retrasos de 50-130 segundos, intervalo comparable a lo que vemos en vertebrados de gran cerebro como los chimpancés, los cuervos y los loros", añade la investigadora.
El estudio constató además que las sepias que podían esperar más tiempo para comer también tenían un mejor rendimiento cognitivo en tareas de aprendizaje, es decir, "las sepias que aprendían más rápido ambas asociaciones eran más capaces de ejercer el autocontrol", apunta.
Capacidad de autocontrol
El motivo por el que las sepias han desarrollado esta capacidad de autocontrol sigue siendo un misterio pero los autores sugieren que el retraso en la gratificación puede ser resultado de la necesidad de la sepia de camuflarse para sobrevivir.
Encontrar este vínculo entre el autocontrol y el rendimiento del aprendizaje en una especie ajena al linaje de los primates es un ejemplo extremo de evolución convergente, en el que historias evolutivas completamente diferentes conducen a una misma característica cognitiva, puntualizan los autores.