Históricamente se había considerado al futbolista Mariano Arrate, jugador de la Real Sociedad, como el primer abanderado olímpico de España en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920, con Europa asolada por la I Guerra Mundial. Un posterior estudio demostró que no, que quien realmente portaba la bandera era el Doctor Javier Bartrina, profesor de gimnasia, quien falleció diez años después y ostentó ese mérito hasta hace poco. Sin embargo los últimos documentos aparecidos lo dejan claro: ni uno ni otro, quien portó la bandera fue el atleta y boxeador José García Lorenzana, y a él le pertenece la gloria de ser el primer máximo representante español.
A Lorenzana le siguieron atletas como Félix Mendizábal o Diego Ordoñez, tiradores como Julio Castro o remeros como Luis Omedes. Todos ellos tuvieron la responsabilidad de representar a España en los Juegos de la ruina y el hambre en los que Europa se había convertido en la primera mitad del Siglo XX debido a las guerras. El jugador de hockey hierba Eduardo Dualte nos abanderó en Tokio en 1964, en parte como premio a la medalla de bronce que su equipo consiguió cuatro años antes en Roma, todo un logro por la época.
Fernández Ochoa, un abanderado que no participa
Paquito Fernández Ochoa fue sin duda un deportista que cambió un país. Su oro olímpico en los Juegos de invierno en Sapporo sacudieron de tal manera a España que terminó siendo el abanderado de los fatídicos Juegos Olímpicos de Munich 1972, en los que su modalidad, el esquí alpino, no participaba. Ochoa terminaría siendo abanderado en además tres Juegos de invierno más, y su hermana Blanca en otros dos. El relevo de Paquito lo tomó el boxeador asturiano Enrique Rodríguez, que nos representaría en Montreal. Los deportes acuáticos se abrirían paso a continuación, gracias a los abanderamientos de Herminio Menéndez (piragüísmo) en Moscú y Alejandro Abascal (vela) en Los Ángeles.
La Casa Real abandera el deporte español
La Casa Real española también ha tenido un papel fundamental en el movimiento olímpico español. En Seúl la encargada de portar con nuestra bandera fue Doña Cristina de Borbón y Grecia, la Infanta de España, hija del Rey Juan Carlos. Lo hizo en calidad de representante de la vela, exactamente igual que haría su hermano Felipe cuatro años después en nuestros Juegos Olímpicos, los de Barcelona'92. Allí el actual Rey Felipe VI fue el máximo representante español y lució la bandera ante un emocionado estadio. La vela tendría una última representación en 1996 en Atlanta, en manos de Luis Doreste.
El nuevo siglo, las estrellas nos abanderan
El mejor waterpolista de la historia y uno de los mejores deportistas españoles de siempre, Manel Estiarte, sería el abanderado en los primeros Juegos del nuevo siglo, los de Sídney 2000. Era sus últimos Juegos Olímpicos y España quería rendir homenaje a una de sus grandes leyendas. En Atenas tomaría el relevo la segunda mujer tras la Infanta Cristina, la histórica judoka Isabel Fernández, campeona olímpica en Sídney cuatro años antes. En 2008 volvió el turno del piragüísmo para una de las mayores leyendas de nuestro olimpismo, el gallego David Cal, que consiguió dos platas en Pekin y suma un total de cinco preseas olímpicas.
Rafa Nadal era el destinado a portar la bandera en Londres. Había sido elegido, pero una lamentable lesión de última hora le privó de la gloria que tanto le ilusionaba. El recambio fue Pau Gasol, otra leyenda que nos hizo soñar en dos ediciones consecutivas con el imposible de ganarle el oro olímpico al Dream Team de Estados Unidos. Para Río de Janeiro nada podrá frenar a Nadal, que esta vez sí será el abanderado y tratará de conseguir alguna presea participando en las tres categorías posibles, a pesar de sus serios problemas físicos. Rafa Nadal ya es historia del olimpismo español.