Las instituciones deportivas viven un periodo de redefinición y ninguno de los actores quiere quedarse en fuera de juego en el nuevo modelo. El inicio de esta fase es atribuible a Miguel Cardenal, presidente del Consejo Superior Deportes, que al llegar a su cargo consideró que no bastaba con lo que se había hecho hasta el momento, supervisar los resultados deportivos y no los económicos, y que se necesitaba un nuevo modelo de gestión más profesional si no se quería que el deporte español quebrase a corto plazo.
El cambio, en muchos casos traumático, ha supuesto una época de angosturas económicas, una mayor racionalización del gasto y, en líneas generales, una mayor intervención del CSD en la vida federativa. Esto, que ha sido aceptado por muchas de las federaciones como medio de salvación económica, ha generado un foco de resistencia en algunos deportes entre los que destacan el fútbol y el tenis. También la ley de Transparencia, aprobada en 2013 y que obliga a la publicación de todos los datos de instituciones públicas, ha sentado mal en muchas federaciones deportivas.
La pasada semana, en el restaurante Knife, una serie de presidentes federativos se unieron para consolidar el frente anti-Cardenal. Junto a ellos, y como apoyo principal, cenó Alejandro Blanco, presidente del COE. No acudieron 17, como se ha filtrado en alguna información, sino 11, y ni siquiera todos ellos están de acuerdo con la oposición al secretario de Estado. Algún presidente de los presentes es abiertamente partidario de la política de Cardenal y no cree que sea necesaria ninguna acción para enfrentarse al CSD que, además, es el principal sustento económico de la mayor parte de las federaciones.
El frente federativo, al menos la parte más beligerante, sí que ha planteado una serie de medidas de protestas contra Cardenal. Entre ellas destaca la realización y firma de un manifiesto de protesta por las “injerencias” del CSD en lo que consideran son sus labores exclusivas. En círculos federativos se ha repetido recientemente como un mantra que la independencia de las instituciones deportivas está consagrada por la ONU.
“Las federaciones son entidades privadas que cumplen funciones públicas. Yo no digo que no se controle el gasto procedente de las subvenciones, pero sí pido que se respete la parte privada, la independencia que debe tener el deporte y que está incluso reconocida por una resolución de Naciones Unidas. Nunca ha habido tanta intervención en el deporte español como ahora”, es una frase de Alejandro Blanco a la que los presidentes federativos se aferran con frecuencia y que será la que estructure el futuro manifiesto que se espera sea apoyado por el propio presidente del COE.
La manida declaración se refiere al punto ocho de una resolución de la Asamblea General de la ONU que apoya “la independencia y la autonomía del deporte” entre otras muchas cuestiones en el contexto del deporte como medio para promover la educación, la salud y la paz. No hay un desarrollo posterior de esa declaración, por lo que el punto es un cajón de sastre por el que pueden entrar reivindicaciones de muy diverso tipo.
El manifiesto no es la única propuesta que hay sobre la mesa para enfrentarse al CSD. También se estudia preparar un modelo de carta para que las federaciones que quieran se quejen del intervencionismo de Cardenal ante sus respectivas federaciones internacionales. Las consecuencias de la entrada de organismos internacionales en esta rueda pueden ser muy graves y no serían nuevas. Por ejemplo, la FIFA ya suspendió a la federación nigeriana de fútbol al considerar que había intromisiones gubernamentales en su funcionamiento.
Además, algunos presidentes federativos se han comprometido a ser solidarios con sus iguales en estos casos, no dar una batalla por perdida. Han sido meses de cruce de declaraciones entre las distintas instituciones, ahora las federaciones quieren dar un paso más.