Cristiano Ronaldo ya tiene otra condecoración. Cuando no se la saca de la chistera y sobre la marcha la Liga de Fútbol Profesional la votan por indiscutible mayoría periodistas de todo el mundo. Esta vez ha sido el Premio World Soccer al mejor jugador de 2013, un galardón que suele servir de pista más o menos fiable para el Balón de Oro (han coincidido en el ganador en 14 de las últimas 16 ediciones).
No tiene el luso ningún título del que presumir durante el año (lo más parecido le ocurrió a Figo en 2000, que se llevó todo simplemente con la Copa de Cataluña en las vitrinas), pero sí una colección casi diaria de portadas y titulares sensacionalistas de los que alardear. A fuerza de ser publicitadas, la gente se ha quedado abducida por sus actuaciones individuales. Sobre todo las últimas, realmente portentosas: noviembre definitivamente vale por diez. Va a haber que rendirse. Victoria por agotamiento. La mejor campaña de publicidad de la historia corona a Cristiano. Otra vez. 1.075 apoyos, frente a los 926 de Messi y 870 de Ribéry.
Los títulos sí han valido para aupar a Jupp Heynckes como el mejor entrenador del año (aunque se ha tirado sin trabajar la segunda mitad; ahí noviembre no cuenta) y al Bayern de Múnich, que ha ganado todo lo ganable, como el mejor equipo. Su trofeo fue incontestable. Tan aplastante su ventaja que el único voto a favor del Atlético de Madrid, el de Alberto Pereiro (Onda Cero), le convirtió en segundo mejor equipo del año. Vayan acostumbrándose. El fútbol pesa menos que la propaganda.
