Oscar Wilde definió al cínico como "uno que sabe el precio de todo y el valor de nada". Y, sin duda, Florentino Pérez sabe el precio de todo. Esta semana el presidente ha escenificado un elogiable ejercicio de cinismo, actuando de forma contenida y discreta en situaciones de evidente incomodidad tanto para él como para su partenaire en alguno de los actos que la caprichosa agenda madridista le deparaba.
Para empezar, Florentino celebró por todo lo alto el triunfo del Real Madrid en la Copa del Rey de baloncesto, deporte que jamás ha tenido para el presidente más interés que el de coleccionar títulos. Pérez viajó a Las Palmas, donde festejó con la plantilla el éxito ante el eterno rival, el Barcelona, lo que acentuó la euforia del dirigente. El mal trago que le obligó a poner cara de póker fue su encuentro con el entrenador de la sección, Pablo Laso. El vitoriano vio cómo este verano era desautorizado por la directiva al ver que dos de sus ayudantes, Hugo López y Jota Cuspinera, no eran renovados. En su lugar, el club contrató a Zan Tabak y Chus Mateo. Meses después, cuando el equipo mostró irregularidad en el primer tramo de temporada, el nombre de Djodjervic comenzó a sonar con fuerza como posible relevo de Laso. Nadie desmintió nada desde el club.
Ayer, durante el entrenamiento del primer equipo, se escenificaron otras dos escenas más con una alta carga de fariseísmo. En la primera, Pérez entregaba a Carlo Ancelotti una camiseta con motivo de sus 100 partidos al mando del Real Madrid. Carletto no atraviesa por su mejor momento ni cuenta con el respaldo de la junta directiva y del presidente, que han visto en su incapacidad para derrotar al Atlético de Simeone (cuatro derrotas y dos empates), un síntoma de debilidad imperdonable. Algo que además cuadra con la intención de Florentino de sentar en el banquillo a Zinedine Zidane. De hecho, a día de hoy, sólo la consecución de la Liga de Campeones aseguraría a Ancelotti el cumplimiento de su contrato, que finaliza el 30 de julio de 2016.
Por último, y quizás el episodio más significativamente hipócrita, Pérez festejó los 500 partidos de Casillas en Liga, por más que el dirigente ha intentado evitar que eso ocurriese en repetidas ocasiones. El frustrado fichaje de Buffon, la suplencia con Mourinho o las constantes faltas de respeto mostradas hacia el capitán del Real Madrid y de la Selección, han jalonado la historia de Casillas en el club, en el que acumula 23 años. La historia de desencuentros entre Florentino y Casillas arranca en 2003, cuando Pérez decide no renovar a Del Bosque y a Fernando Hierro (en la imagen superior aparece aplaudiendo a la derecha de Iker), lo que provoca que el portero muestre su rechazo a la decisión del club. Aunque antes de aquello, Iker ya sabía que no entraba en los planes de un Florentino que soñaba con el fichaje de Buffon. Hoy, cuentan que quien gusta al constructor es De Gea. Sea como fuere, Florentino posó sonriente con Casillas, quien ya valora partir en verano a otra liga, siendo la estadounidense la que más le atrae.
Ante tal despliegue de cisnismo, sólo resta felicitar a los protagonistas por su señorío y excelencia. Especialmente a los 'homenajeados'.