No hace falta conocer bien a Fernando Alonso para palpar su decepción. Los pilotos de Fórmula 1 son posiblemente los deportistas más competitivos del planeta. Corren solos contra el resto, sean compañeros de equipo o no, y sólo gana uno, así que todos los demás se consumen en la derrota.
Si, como Alonso, has probado -dos veces- las mieles del título mundial, la desazón te corroe por dentro. Más aún cuando formas parte del equipo más laureado, el único que ha dispitado todos los campeonatos de la historia de la F1, y sufres a diario su decadencia sin solución a la vista.
Ferrari pone a prueba desde hace cinco años la paciencia del piloto español, y cada vez son más las voces que apuntan a una posible retirada, por hastío, de Fernando Alonso.
El GP de España que se disputa este domingo en Montmeló (14:00h, Antena 3) se presentaba como gran ocasión para enderezar el rumbo de un Mundial que ha comenzado torcido, pero todos los indicios apuntan a lo contrario.
Vista la discreta sesión de calificación del sábado, Ferrari no sólo ha sido incapaz de mejorar el coche, sino que el F14T parece peor. Que ya es decir.
Y lo más preocupante es que el asturiano parece resignado a su suerte. "Hemos traído algunas mejoras. Algunas han sido positivas, otras negativas y necesitan más tiempo de trabajo", declaró tras quedar séptimo en la parrilla.
Alonso emite señales cada vez más frecuentes de resignación: "Soy séptimo porque he sido el séptimo más rápido. Sé que Vettel y Massa han tenido problemas, no sé cuáles habrían sido las posiciones finales sino. Hemos tenido una clasificación difícil".
Pese a todo, el ovetense nunca se rinde, sobre todo en carrera, y este domingo intentará buscar otro milagro. Pero en Barcelona, ante los suyos, una mala actuación puede ser la gota que colme el vaso de su paciencia.
Ha perdido buena parte de la confianza depositada en la jefatura de Ferrari y no pocos periodistas que viajan por el mundo con la F1 insisten en que Alonso baraja cambiar de escudería... o cambiar de especialidad. Es decir, abandonar la F1 y probar otros campeonatos automovilísticos en los que halle más alicientes competitivos.
Lo que está claro es que su discurso suena aburrido y burócrático: "Hemos traído mejoras aquí y somos sexto y séptimo, es difícil hacer magia. Lo que está claro es que todo el equipo está comprometido. He estado en el simulador, todos los ingenieros trabajan día y noche, el presidente nos apoya... estamos unidos". De carril y muy poco creíble.
