La cara del 'brexit' en el fútbol de nuestro país es Gareth Bale, delantero galés del Real Madrid que muchos temían que se convirtiese a corto plazo en jugador extracomunitario y pasase a ser un cupo molesto para la configuración de una plantilla que obligaría a desocupar una de las tres fichas de extracomunitarios que permite el reglamento y que actualmente ocupan los jugadores James, Danilo y Casemiro.
Pero, por el momento, nada más lejos de la realidad. Las negociaciones del Reino Unido con Bruselas para salir de la Unión serán largas y empezarán en octubre, cuando David Cameron abandone Downing Street. El resultado del referéndum no es instantáneo y en ningún caso sería un dilema a contemplar para el próximo curso.
¿Y sería el galés extracomunitario en las siguientes temporadas? Todo dependerá de cómo sean esas negociaciones, pero lo más probable es que nunca ocupe dicha plaza. Hay muchos países fuera de la Unión cuyos jugadores no terminan siendo un estorbo en los despachos, como los casos de Noruega, Islandia, Turquía o Suiza.
Cabe recordar que la legislación europea permite actualmente a sus ciudadanos moverse libremente dentro de sus 28 países miembros sin pasar controles fronterizos, además de autorizarles a permanecer en cualquiera de ellos hasta tres meses. Una vez superado ese plazo de tres meses, necesitan un contrato de trabajo para seguir viviendo en otro país de la Unión Europea. Bale perdería esa condición con la futura salida británica. En la Premier alrededor de 400 jugadores comunitarios pasarán a ser extranjeros y necesitarán un contrato laboral que se entega si se cumplen unos requisitos muy exigentes.