Cuando a un aficionado al fútbol le explican que el árbitro de la final de la Champions League es un esloveno de 44 años llamado Slavko Vinčić —el mismo que el del España-Italia del jueves— seguramente piensa que se trata de uno de los mejores trencillas del mundo, si no el mejor. Resulta curioso saber, sin embargo, que es solo uno de los 5 árbitros de su país que ostenta una insignia de árbitro internacional FIFA, mientras que en otros, como España, Inglaterra o Alemania, tenemos 10.
La probabilidad de que el mejor árbitro del mundo haya nacido en Eslovenia —el país natal de Aleksander Čeferin, actual presidente de la UEFA— es aún más remota si tenemos en cuenta el número de colegiados que produce. Para hacernos una idea, podemos acudir a las últimas cifras oficiales: en España, hay más de 16.000 colegiados, mientras que en Eslovenia se cuentan menos de 900 —con una población 24 veces más pequeña que la nuestra—.
Jesús Gil Manzano, conocido en el mundo del silbato como “Gilman” —y fuera de él como el árbitro que le arrebató a Bellingham un gol en Mestalla en el último minuto de la jornada 27 de esta liga—, ha sido la apuesta española de la UEFA para esta Eurocopa 2024 y, lo cierto, es que el extremeño se lo ha ganado con creces después de una larga carrera plagada de éxitos, más allá —por supuesto— de los miles de errores que haya podido tener, como cualquier otro árbitro, a lo largo de su vida deportiva —unos más graves que otros—.
Gilman, nacido en Don Benito (Badajoz) en 1984, es solo uno de los más de 30.000 árbitros que ha producido nuestro país desde 1995, año en el que se inscribió en su delegación local del comité extremeño. Él ha tenido que competir en este tiempo contra todos los demás para llegar a donde está hoy, por lo que nadie en España tiene argumentos más sólidos que Gil Manzano para considerarse el mejor colegiado de la Real Federación Española de Fútbol. Por lo menos, mientras atendamos a criterios objetivos. A sus espaldas, 22 participaciones en la Champions League, 17 en la Europa Legue, 234 en la Liga, 43 en la Copa y 3 en la Supercopa. Internacional desde 2014, es árbitro de Primera División desde 2012, esta es su segunda Eurocopa (ya estuvo en la de 2016 como asistente adicional), es el único europeo que ha sido designado para ir a la Copa América (en la edición 2021) y la RFEF lo condecoró como mejor árbitro de España en 2018. Un currículum impecable.
Con el censo de árbitros en la mano, es fácil llegar a la conclusión de que la probabilidad de que el mejor árbitro del mundo se encuentre en España es muy superior a la de naciese en cualquier país del este de Europa. A este dato, hay que sumar inevitablemente que Gilman dirige algunos de los encuentros más importantes del planeta fútbol durante las 38 jornadas que dura la Liga española, mientras que Vinčić, el árbitro compatriota de Čeferin, se tiene que consolar con ser la estrella de un modesto Olimpija Liubliana-Celje —no puede arbitrar al Maribor—, la mejor designación que ha recibido esta temporada en su liga. Porque, sí, Vinčić es una estrella en Eslovenia porque dirige finales europeas de primer nivel.
"No es cierto que en España los que son familia o amigos de otros árbitros lleguen más lejos en su carrera", explica a Vozpópuli el investigador Iñaki Aliende. Según este profesor universitario de la Universidad Complutense al que ha acudido la UEFA para un informe sobre cómo se desarrollan las carreras arbitrales en las principales federaciones europeas, los enchufes no funcionan en esta parcela de la manera que creen algunos aficionados: "Los que llegan a los comités después de haber jugado al fútbol o haber sido entrenadores tienen, además, carreras mucho más extensas en el tiempo", apunta, "y no tanto los que son familia de árbitros".
Gil Manzano y sus colegas españoles reciben una de las formaciones más exigentes del mundo
Para llegar a la Primera División y, por tanto, para llegar a internacional, un árbitro tiene que superar múltiples exámenes y pruebas físicas a lo largo de una carrera que dura, por lo menos, 10 temporadas —aunque siempre son más—. Tanto Gil Manzano como el resto de colegiados españoles tienen que pasar por las categorías de Segunda División, Segunda 'B' —ahora Primera y Segunda RFEF—, Tercera División y las categorías regionales, que en algunas federaciones autonómicas pueden ser hasta tres. A esto hay que sumarle todas las categorías de formación que sean necesarias.
Además de pruebas semanales de vídeo que realizan los árbitros profesionales de nuestro país, los internacionales acuden periódicamente a seminarios y talleres organizados por FIFA y UEFA. Dos modalidades que también se aplican en algunas delegaciones territoriales con los árbitros más noveles. Esto, unido a unas exigentes pruebas físicas y técnicas que realizan durante toda su carrera, los convierten en los mejores árbitros y asistentes del mundo futbolístico.
Es improbable que Gil Manzano pite la final de la Eurocopa 2024
Gil Manzano es el único español de los 19 que asisten a esta Eurocopa 2024, un grupo en el que, curiosamente, hay un argentino, Facundo Tello, que se suma a su compatriota Fernando Rapallini como segundo trencilla perteneciente a un país de fuera de la UEFA que dirige en este torneo —Rapallini estuvo en la Eurocopa 2020—. La comisión arbitral del torneo —presidido por el italiano Roberto Rosetti— irá calificando las actuaciones de cada uno de ellos durante la fase de grupos y, una vez termine esta primera ronda, llevará a cabo una criba tras la que unos cuantos se irán a casa. En principio, por su calidad, los árbitros españoles cuentan siempre como favoritos para pasar ese primer corte, aunque en caso de que la Selección siga progresando —algo que parece probable— Gilman y su equipo —asistentes y VAR— tendrán que abandonar la academia en el segundo para que sean los trencillas de otras nacionalidades los que supervisen los últimos cruces del torneo.
Solo unos pocos españoles tienen las cualidades necesarias para ser árbitros de Primera División
Para Aliende, las federaciones autonómicas de España han estructurado una carrera arbitral "muy competitiva", en la que los árbitros tienen que entrenar y estudiar duramente para conseguir cada uno de los ascensos, un objetivo que solo unos pocos consiguen cada temporada, "pero que la mayoría cree que merece", asegura. "En una empresa —señala el experto— cada empleado tendría un feedback de sus superiores en el que le explicarían con más claridad que es lo que le falta para subir de categoría y si es el tipo de persona que puede llegar a categorías altas".
Las falsas expectativas de los colegiados españoles pueden llevar a la idea de que cualquiera puede llegar a Primera División con esfuerzo o, como ya ha desmentido Iñaki Aliende en su estudio Improving Recruitment and Retention, con la ayuda de un familiar o un amigo que le otorgue un trato de favor. Lo cierto es que la larga carrera que han tenido que superar Gil Manzano y los otros 19 árbitros de Primera División solo la logran recorrer en su totalidad los más capacitados de la sociedad y los que más aciertan sobre el césped a lo largo de los años. Porque fallar, fallan todos.
Preguntado por si los que llegan al máximo nivel son los más inteligentes, Aliende destaca que "al menos podemos asegurar que son los mejor preparados académicamente", ya que su nivel de estudios es muy superior al de la sociedad en general. En cuanto a su condición física, bien son conocidos los exigentes tests a los que se enfrentan cada temporada, al alcance de muy pocos: series de velocidad de 40 metros y el temido yo-yo test de resistencia, el cual no deben intentar en sus casas sin la supervisión de un profesional.