Mo Farah, un atleta británico nacido hace 29 años en Somalia, instauró una nueva dinastía en el fondo mundial arrebatando el cetro olímpico de los 10.000 al etíope Kenenisa Bekele, que aspiraba a ser el primero en ganar tres títulos consecutivos y no ha podido, siquiera, subir al podio. Un atleta blanco, el estadounidense Galen Rupp, contribuyó también, con su medalla de plata, a escenificar el relevo en la prueba más larga sobre la pista, de forma que la familia Bekele hubo de contentarse con el bronce de Kenenisa.
Era la estrella emergente del fondo mundial (campeón del mundo de 5.000 y subcampeón de 10.000) y soñaba con coronarse ante sus paisanos de adopción, aprovechando la baja forma de Bekele. Desde ahora Farah es ya el número uno mundial, y ahora le queda rematar con una nueva medalla de oro en 5.000.
Un rosario de lesiones en los últimos años apartaron a Bekele de la primera línea de fuego, aunque este año llegaba tercero en el ránking mundial con 27:02.59, pero su último 500, que le hacía imbatible en sus buenos tiempos, pertenece ya al pasado. Fue, precisamente, Bekele quien tomó resueltamente la cabeza en cuanto escuchó el disparo, abriendo paso a su hermano menor Tariku, antes de endosar la responsabilidad a los kenianos y al eritreo Zersenay Tadese tras cubrir el primer mil en 2:54.88.
Tadese apareció en el tercer kilómetro para ejecutar la única táctica que conoce: tirar y tirar hasta ir dejando atrás rivales con la esperanza de que al final no le adelanten más de dos, la única forma de subir al podio para un gran atleta sin esprint. La caída del ugandés Moses Kipsiro estuvo a punto de dejar fuera de combate a Kenenisa, pero salvó el obstáculo y estuvo atento al ataque de Tadese, que en el cuarto kilómetro recibió la ayuda del keniano Karoki Muchiri.
La primera mitad de la carrera se pasó en 14:05.79. Farah permanecía impasible a la altura del sexto puesto, con Kenenisa a su espalda. Moses Masali dio un relevo en el séptimo kilómetro y Muchiri dio continuidad a su esfuerzo, pero los hermanos Bekele y Mo Farah seguían allí, incluso el estadounidense Galen Rupp aguantaba sin descomponerse un ritmo que a falta de dos vueltas mantenía arriba a un grupo muy numeroso, de doce atletas.
Farah pasó primero por la campana entre el rugido ensordecedor del público y aún tuvo otro cambio en las piernas cuando negociaba la última curva para ponerse a salvo de "killers" como Galen Rupp en la recta principal. Venció con un tiempo de 27:30.42.